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Ver en acción a jugadores como Kubo, y antes a Odegaard, Silva, Kodro, Darko o López Ufarte, justifica el precio del abono, la renuncia a ... otras actividades o el pasar un frío incompatible con el bienestar un lunes de enero y de cabreo por los horarios. Tardes coperas como la del jueves, de bocadillo, Dale Cavese y árbitro ca...nalla, provocan en un realista emociones difíciles de experimentar en otros escenarios, sobre todo si es en buena compañía y con el transistor ahora llamado móvil transmitiendo otras buenas noticias. Uno va al estadio y vuelve pleno, cenado, con una sonrisa y el deporte hecho de tanto bailar de espaldas, aunque fuera de manera interrumpida por el VAR, como en el segundo gol, el de Olasagasti. A lo mejor, la verdadera plenitud fue la suya cuando acudió a celebrarlo con la grada, donde habitarían pareja, amigos, familiares y vecinos de Gros. Sin aspavientos, mensajes, miradas a la cámara ni chorradas. Cerrando los puños y gritando. O quizá la mayor euforia fue el que, embebido todavía por el ambiente, acudió a la humeante churrería rodante plantada junto al topo y cantó en alto: «Churros pa cenar....».
La Real está en cuartos de Copa, quinta vez en siete años con Imanol, más que los cerca de 25 entrenadores que le precedieron juntos durante los 30 años anteriores. El gran Darko Kovacevic vivió la época mala de la Copa, cuando se tiraba de forma sistemática por todos: directivos, entrenadores y jugadores. Pero sigue siendo imposible olvidarse de él cuando se cumplen 24 años de su segundo debut y ya van a ser 18 desde que le echaron «como una bolsa de basura» del club, según sus propias palabras. Se le tiene presente porque continúa expresando su cariño por la Real, porque sigue sin haber un delantero que rompa al primer palo como él lo hacía para adelantarse al defensa y porque seguimos adaptando a capricho su frase imborrable: 'Si Darko gol, no problema'. Apañado a la realidad actual, la frase queda así: «Si Kubo marca, Take mate». 21 goles que valen 58 puntos. 19 victorias en los 20 partidos en los que ha hecho gol. Pero hay una actualización: 'Si Kubo brilla, Anoeta sonríe'. No le hizo falta marcar al nipón para fulminar al Rayo. El que intentó pararle con un agarrón no es sólo que fracasara, es que se lesionó. Y lo mejor es que Kubo, con la camiseta medio desgarrada, siguió y siguió porque tenía hambre de gol y de desangrar al enemigo cual samurái. Es el Lamine Yamal de la Real, una estrella de LaLiga, de la Copa y del fútbol europeo. Imposible compararle con algún otro crack que en esa tesitura se habría tirado, encarado a la grada y mentado el árbol genealógico completo del árbitro. El ejemplo viene de Japón. Lujo asiático.
Sólo los más grandes permanecen vivos en todas las competiciones. La Real y los tres que aspiran a todo. Así que, disfrutemos, que ya llegarán noches para el desaliento y los lloros. Gu beti pozez, beti alai. Y así calentamos para el día de San Sebastián.
Y en este punto volvemos a mentar a Darko Kovacevic, el ariete de esa Real que estuvo a punto de ganar LaLiga. Una vez más, cabe recordar que hay un homenaje pendiente al ariete serbio, ahora jefazo del Olympiacos griego pero con la Real siempre en el corazón. Con dos goles más, Oyarzabal igualará su cifra (107) en la Real. Qué gran momento para que el capitán le entregue un recuerdo en el centro del campo de un Anoeta entregado.
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