¿Vuelta a las andadas?
El foco ·
Que el Gobierno de Pere Aragonès fíe su estabilidad a los votos de la CUP deja entrever con meridiana claridad que la apuesta de los ... republicanos catalanes es instalar un soberanismo rampante, a pesar de que se vuelva a la casilla de salida y que esa vía llevase a un buen puñado de sus dirigentes a la cárcel. ¿Volverán los independentistas a emprender la traumática deriva de 2017? No deja de sorprender que los republicanos hayan establecido su primer acuerdo de investidura con los 'cuperos', mientras la formación de Puigdemont -JxCat- espera hasta el último momento para presionar y vender carísimo su apoyo a Aragonès. ERC, enrolado por ahora en el bloque de la investidura de Sánchez, evita cualquier gesto de tibieza que le pueda reprochar Puigdemont. Está en juego la autenticidad soberanista. Casi nada. La combinación de partidos en el futuro Govern no deja de ser inquietante porque entregar el botón nuclear de la Generalitat a la CUP resulta más que arriesgado, sobre todo porque Cataluña necesita coger oxígeno y salir de la profunda sima en la que se sumió en su choque con el Estado. Aragonès tiene dos años para buscar una salida dialogada con el Gobierno central, pero sus futuros socios no facilitarán la labor del futuro president.
El lehendakari Urkullu sugirió en su día una salida basada en el diálogo y el acuerdo bilateral que evitase el choque de trenes. Puigdemont prefirió huir a Bélgica. No le hizo caso. El diálogo y el pacto son ingredientes básicos de la política que deberían estar presentes en la primera receta que diseñe Aragonès en su hoja de ruta. Los socialistas, con Sánchez a la cabeza, dieron ayer un aviso a navegantes a los soberanistas al sumar sus votos a PP y Vox para tumbar una ley de amnistía para los presos del procés. Mientras, Rufián amaga a Moncloa con su otro botón nuclear. ¿Se atreverá?
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