«Mi hermana fue la primera mujer policía asesinada por ETA»
zarautz, hace 40 años ·
El etarra 'Dienteputo' disparó «a sangre fría» a la cabeza de María José García. «Siempre fue una valiente».Ocurrió en la madrugada del 16 de junio de hace 40 años. María José García Sánchez, inspectora de la Brigada Central de Información de la Policía Nacional, participaba en una operación antiterrorista en Zarautz. Subía por las escaleras de una vivienda en la urbanización Vistalegre, donde se disponían a detener a miembros de un comando de ETA, pero alguien les dio el avisó y salieron huyendo. «El asesino de mi hermana fue 'Dienteputo'. No dudó en dispararle, a sangre fría, a la cabeza. Hasta tuvo tiempo de quitarle la pistola y la placa», rememora su hermana Almudena García, también inspectora jefe, mientras explica que, a sus 23 años, María José se convirtió en «la primera mujer policía y la única del Cuerpo asesinada por ETA». «Me gustaría que fuera recordada como una heroína porque mi hermana contribuyó a derrotar a ETA y para mí es todo un orgullo», remarca.
María José García es una de las de 58 mujeres asesinadas por ETA. Las cinco primeras murieron en la masacre de la cafetería Rolando en Madrid, en 1974. La última fue la niña de 6 años que murió en la explosión de un coche bomba frente al cuartel de la Guardia Civil en Santa Pola, Alicante, en 2002.
«El operativo iba a detener al comando Goierri Kosta y María José se los encontró de frente por la escalera»
LUCHA ANTITERRORISTA
García Sánchez y sus compañeros se trasladaron a Zarautz para detener al comando Goierri Kosta, pero los terroristas, se sintieron descubiertos, respondieron con disparos y lograron escapar. Formaban el comando Mikel Goikoetxea,'Txapela'; José Luis Eziolaza, 'Dienteputo', y Ángel Telleria. Eran tres etarras y no dos como creyó hasta 2017 la familia de la inspectora. Ese año Telleria fue detenido en México y supieron entonces que ese tercer etarra también había estado aquella noche en Zarautz, 'Txapela' murió poco después en Francia, víctima de los GAL, y 'Dienteputo' huyó a Venezuela y se desconoce su paradero.
Primera promoción
María José García era madrileña y formaba parte de la primera promoción de mujeres inspectoras de la Policía Nacional que juró el cargo en 1979. Su primer destino fue Sevilla, donde estuvo dos años integrada en la Brigada de Estupefacientes. «Era feliz allí. Pero, animada por la familia, regresó a Madrid y se incorporó a una plaza en la Brigada Central de Información que se ocupaba de temas antiterroristas», recuerda su hermana Almudena García. En su cabeza aún le sigue rondando un pensamiento: «Si no le hubiéramos dicho nada para que volviera a casa... Con lo bien que estaba en Sevilla...». Apenas llevaba unos días en Madrid y su primera misión le llevó a Euskadi. «Subió por primera vez en su vida al norte. Fue su primer viaje al País Vasco y el último», se emociona mientras asegura que «era una mujer muy valiente y muy decidida, no veía el peligro en ningún sitio».
Nos dijeron que había sido un accidente. Mi padre se metió una corbata negra en el bolsillo. Era guardia civil y pensó lo peor»
DE MADRUGADA A SAN SEBASTIÁN
Eran los años de plomo, se vivían momentos «tan difíciles» que la inspectora no contaba nada de su trabajo. Almudena ni siquiera sabe si su hermana paseó algún día por Donostia. «Solo sabíamos que estaba a punto de volver a casa». Tras la tragedia, les fueron contando detalles de lo ocurrido y supieron que en aquel operativo los compañeros llevaban una detenida en un coche y al llegar a las inmediaciones del piso de los terroristas le dijeron a María José que se quedara a custodiarla, pero dijo que no, que ella iba «como los demás, que era una más». Otra inspectora se quedó en el vehículo, mientras los agentes entraban en el portal. «Unos subieron por el ascensor y otros por la escalera. Alguien les avisó de que llegaba la Policía y María José se los encontró de frente. Le pegaron un tiro y escaparon por la ventana de un descansillo a hacia el monte», cita.
En el Gobierno Civil de Donostia
En casa de los García Sánchez, un bajo en el barrio de Los Cármenes de Madrid, la familia dormía cuando les avisaron, tocando a la persiana, de que María José había tenido «un accidente» en Zarautz. «'Vístanse que nos vamos para San Sebastián', nos dijeron y nos metieron en un coche. Mi padre era guardia civil y pensando lo peor se metió una corbata negra en el bolsillo. A mi madre le dio un ataque de nervios cuando íbamos por Burgos y le tuvieron que atender en un hospital», rememora. En aquel viaje «interminable», ante las sospechas del padre «los compañeros no tuvieron más remedio que decirle la verdad».
La capilla ardiente se había instalado en el Gobierno Civil de San Sebastián. «Yo no quería ni entrar, pero mi padre me insistió. Ese momento se me quedó grabado para toda mi vida. Fue horrible...», llora cuando lo recuerda. «Era mi única hermana, la que me mimaba y me cuidaba», comparte.
Una comitiva fúnebre llevó a María José de regreso a Madrid, a la entrada de la ciudad le esperaba una caravana de coches policiales «con los pirulos encendidos». Fue enterrada, en Ciruelos, (Toledo), el pueblo de su madre, donde las dos hermanas pasaban todos los veranos. «El día que llegamos salió todo Ciruelos a recibir a mi hermana. Yo vi al pueblo entero llorando», evoca.
A las dos hermanas García siempre les gustó la profesión de su padre, pero en 1979 no había mujeres en la Guardia Civil. María José decidió presentarse a las primeras oposiciones de la Policía Nacional en las que pudieron optar mujeres. Para entonces ya había estudiado Trabajo Social. Ejerció poco tiempo la profesión porque «lo que le tiraba era ser policía». Fue una de las primeras 42 mujeres que optaron a una plaza, hoy son más de 9.000. Se incorporó como inspectora en julio de 1979. «Era su gran ilusión».
Almudena preparaba también las oposiciones para policía y tras la muerte de su hermana sus padres le pidieron que «por favor estudiara cualquier cosa, menos eso». No les hizo caso y tiró para delante. «Lo tenía tan claro...». Todos estos años sus padres, Pablo y Antonia, los han pasado «muertos en vida». Él, fallecido en 2015, «tomó parte en la fundación» de la primera hermandad de víctimas del terrorismo junto a Ana María Vidal Abarca. «Una temporada estuvo incluso de presidente, cuando aún eran unos pocos». Almudena se queja del olvido que ha vivido su familia –igual que las del resto de policías asesinados– por parte del Cuerpo hasta que en 2019, «gracias a la subdirectora general del gabinete técnico, la comisaria Eulalia Peña», recibió varios homenajes con motivo de los 40 años de la incorporación de la mujer a la Policía.