Regreso a la estabilidad
El foco ·
El PP vasco, escaldado de su experimento electoral con Ciudadanos el pasado 12 de julio, quiere volver a reconstruirse sobre sus propias estructuras -maltrechas, por cierto-, sin apoyarse en otras formaciones 'amigas' que poco o nada añadieron a sus alforjas electorales. De nada vale que los dirigentes populares sigan relamiéndose sus propias heridas tras la traumática dimisión de Alfonso Alonso allá por febrero, que dejó al partido a la intemperie fechas antes de la frustrada cita electoral de abril. Siete meses después de aquel golpe de mano de Pablo Casado, el líder del PP ha conseguido en lo personal acercarse al expresidente de los populares vascos, que conoce como nadie la realidad de este partido que tanto ha sufrido los embates del terrorismo de ETA.
Aquella controvertida decisión de Génova, días antes del estado de alarma que confinó a España por la pandemia, dejó sin aliento al partido en Euskadi, que en la actualidad se muestra débil por la interinidad en la que se encuentra su dirección y por los problemas que le acucian a su presidente -como Kitchen, la gestión de Madrid o la moción de Vox-, que no logran zafarse de la presión, pese a haber dejado en el camino a Álvarez de Toledo.
Aunque poco ha trascendido de la conversación que mantuvieron el pasado mes entre Casado y Alonso, antes enfrentados y ahora reconciliados, a buen seguro que ambos concluyeron que el PP vasco necesita de normalidad y mucha autonomía, circunstancias que no se dieron en su día y además que torpedearon el proyecto moderado de Alonso.
Parece que Génova ha aprendido la lección y busca con urgencia la estabilidad que una presidencia sin interinidad proporcionaría al partido. Iturgaiz parece que es el favorito. Pero lo que debe prevalecer ahora es el proyecto. ¿Qué quiere ser el PP en Euskadi en el futuro? ¿Quiere ser influyente? Ese es el quid de la cuestión.