El primer día de Ardanza como lehendakari: «Solía decirme, '¿dónde te estás metiendo?'»
El exmandatario nacionalista relató en 2016 a este medio su experiencia en su primera jura en Gernika
Silvia Cantera
Lunes, 8 de abril 2024, 16:38
Cuando José Antonio Ardanza pronunció por primera vez el juramento que acuñó Aguirre, había dos personas muy presentes en su mente. Su padre, un gudari ... ya fallecido que le había inculcado el respeto por la figura del lehendakari. Y Gloria, su mujer, a unos pocos metros en aquel enero del 85. Originaria de Gernika, sufrió las consecuencias de su implicación en la política. «Le había dado una vida muy complicada. Al poco de conocernos hubo una orden de busca y captura contra mí y tuve que huir», explicaba en 2016 a este medio sobre la época en la que era jefe de EGI -las juventudes del PNV- en los últimos años del franquismo.
La «enorme emoción» en la villa foral llegó tras un debate que le dejó una sensación de «amargura y tristeza» porque debido a los problemas internos del PNV, ni siquiera todo su partido votó a favor. «Fue muy triste, aunque por suerte la jura es siempre muy emotiva», recuerda décadas después. La Casa de Juntas, el Árbol, el templete, el juramento todo le parecía especial. Suele llevar allí a sus visitas y la guía siempre intenta hacerse a un lado. «¿Qué le voy a explicar yo a usted, si lo vivió desde dentro?, me dice con cara de sorpresa», relataba desenfadado.
Ardanza fue el lehendakari que más tiempo permaneció en el cargo. Tomó posesión cuatro veces y las tres últimas fueron más relajadas, superada finalmente la situación interna del partido. «Sentía una mezcla de nervios, emoción, incertidumbre y total falta de experiencia. Solía decirme a mí mismo ¿dónde te estás metiendo?, no vas a poder. Y eso que previamente había sido alcalde de Mondragón, y había que tener muchos perendengues para eso, porque tocaba bregar con situaciones muy complicadas». En su primera reelección ocurrió algo inaudito en el Parlamento. Herri Batasuna presentó como candidato alternativo a un preso de ETA. A Juan Karlos Ioldi «lo trajeron directamente de la cárcel». Aquel suceso que obligó a retrasar su designación.
Por muchas legislaturas que uno acumule, «la solemnidad protocolaria de Gernika se mantiene. Pero el calor de entonces ha ido desapareciendo». La última vez que posó su mano sobre la Biblia con el Árbol como testigo, no solo hizo el juramento de Aguirre. Se hizo una promesa a sí mismo: «No volveré a ser lehendakari. José Antonio, misión cumplida, con esto has terminado». No tuvo dudas. «Fue sencillísimo. Placentero y liberador». Lo hizo pensando en su familia, especialmente en su mujer. «Llevábamos mucho tiempo viviendo en Ajuria Enea. Quería que viviésemos como personas normales».
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