Marisol Pérez Ruano: «Escribir sobre la muerte de mi hijo me calmaba, pero el dolor siempre está ahí»
Madre de Rodrigo, joven de 20 años asesinado el 11-M ·
'Dinos dónde estás y vamos a buscarte', título de su libro, es el mensaje que envió a su hijo tras la masacre de Madrid. Tardó un día en hallar su cadáver«Dinos dónde estás y vamos a buscarte» es el mensaje que enviaron al móvil de Rodrigo sus padres el día de los atentados del ... 11-M, y que da título al libro recién publicado por su madre. Un mensaje que nunca tuvo respuesta porque ese fatídico 11 de marzo de 2004, a Marisol Pérez Urbano se le rompió la vida cuando un comando yihadista asesinó a 191 personas en Madrid, entre ellas su hijo de 20 años. El libro relata quince años de sufrimiento y desesperación, pero también denuncia al poder político «que intentó manipular la verdad para camuflar sus responsabilidades», según esta profesora de Literatura que ha contado la historia «de los que perdieron».
-¿Por qué el título de 'Dinos dónde estás y vamos a buscarte'?
-Es el mensaje que enviamos a mi hijo Rodrigo cuando, en las primeras horas de angustia, aún no sabíamos que había muerto... Todavía resuenan en mi cabeza esas palabras que nunca tuvieron respuesta.
«Veíamos a nuestro otro hijo, Gonzalo, tan aterrorizado de vernos rotos, que hicimos piña»
-¿Qué recuerda de aquel día?
-Ese maldito día. Era un jueves como otro cualquiera. A las siete de la mañana, Rodrigo salió de casa para ir a la Universidad en tren. Oí como cerraba la puerta y me volví a dormir. Más tarde, mi marido Juan Carlos y mi hijo pequeño Gonzalo también se fueron. Como cada mañana. Y a las ocho escuché la noticia en la radio. Me sobresalté al saber que habían estallado bombas en los trenes de cercanías de Alcalá de Henares. Los tres pasaban por ahí. Les llamé.
-¿Le respondieron enseguida?
-No. Pasaron unas horas hasta que hablé con mi marido y Gonzalo llegó a casa. Pero no sabíamos nada de Rodrigo. Yo, como madre pesada, no paraba de llamarle. Pensé que estaba en clase y por eso tenía el móvil apagado. Al final su padre fue a la Universidad. Nadie le había visto, nadie sabía nada de él; ni amigos, ni profesores... Las noticias eran muy confusas. Cuanto más tiempo pasaba, más terrible era la sospecha. Empezamos a temblar.
-Pasaron un día entero recorriendo hospitales.
-Un día entero lleno de angustia y desesperación. Ya era 12 de marzo cuando lo encontramos en el recinto ferial de Ifema, una morgue improvisada...
-¿Quién lo encontró?
-Yo tenía tanto miedo que dejé que su padre lo buscara mientras a mí me atendía una psicóloga. Y entonces volvió mi marido. Desencajado. Diez años más viejo y con la mirada perdida. Totalmente hundido. No recuerdo qué hicimos.... Teléfonos sonando... poco más. Horror y angustia. No podíamos articular palabra. Llevamos su urna al cementerio, y dejé una rama del ciruelo rojo que teníamos en casa recién florecido para que le hiciera compañía. Lo demás está todo borroso.
-¿Cómo recuerda a su hijo?
-Era un chaval de veinte años. Feliz y muy querido. Con toda la vida por delante. Muy curioso, le encantaba viajar, y muy parlanchín.
-¿Cómo se afronta algo así?
-Es terrible. Te queda una sensación de vacío muy difícil de llenar. Se apodera de ti una angustia que no se puede explicar con palabras. Te asalta un dolor que no te deja respirar. Pero ese dolor unió a mi familia. Fuimos saliendo adelante a fuerza de cariño. Veíamos a nuestro hijo Gonzalo, con solo 18 años, tan aterrorizado de vernos rotos, que tuvimos que luchar por él. Hicimos una piña.
-¿Escribir le ha ayudado a sobrellevar este proceso de duelo?
-Me ha servido de terapia, algo que me ha sorprendido a mí misma. He luchado y le he llorado mucho durante estos 15 años. Contar lo que ha supuesto el asesinato de mi hijo fue una catarsis. Confieso que me emocionaba mientras escribía... pero también me calmaba. Lo hacía a ratitos, cuando podía. Porque el dolor se suaviza, pero cuando menos lo esperas te estalla con fuerza. Y muchas veces nos asalta el miedo. También puedo decir que ahora estamos serenos. Conseguir la serenidad era una meta porque sufríamos continuos vaivenes: un día bien y cuatro mal... Y los aniversarios nos duelen, nos revuelven por dentro.
-¿Y por qué decide escribir este libro 15 años después?
-Me puse a escribir para recordar a mi hijo. Por su memoria. He hecho un desnudo emocional y me da cierto pudor. Y hace dos años, al revisar tantos papeles y tantos escritos, me di cuenta de la cantidad de material que había de recuerdos, de nuestro duelo, pero también de denuncia.
Teoría de la conspiración
-¿De denuncia a la clase política?
-Y a otros muchos. Creo que este libro es además la intrahistoria del atentado del 11-M. Unamuno llamaba intrahistoria a contar con mayúsculas la historia que vive y que sufre la gente corriente. Algunos políticos intentaron manipular desde el minuto uno la verdad para camuflar sus responsabilidades y algunos medios de comunicación insistieron durante años en sus mentiras conspirativas. Y lo siguen haciendo.
-¿Atribuir el atentado a ETA fue una manera de ocultar responsabilidades?
-Sí, y además sembraron de desconcierto a la gente sencilla y de un desconsuelo brutal a los que cargamos secuelas de por vida. El libro habla del sufrimiento por el asesinato de mi hijo, multiplicado por el ruido mediático y el mal hacer de muchos políticos. Es que nadie se ha hecho responsable, ni ha pedido perdón.
-¿Se ha sentido utilizada?
-Todas las víctimas nos sentimos utilizadas. Los días posteriores al 11-M, quisieron crear confusión con tantas familias destrozadas. Algunos políticos llegaron a decir que los detenidos lo estaban de manera injusta. Y durante los juicios veíamos cómo los abogados de ciertas asociaciones de víctimas del terrorismo iban a comer con los abogados de los yihadistas. Era muy fuerte. Espantoso. Esto se lleva muy mal. Nos tocó un horror y lo tuvimos que asumir. Vale. Pero que algunos de nuestros conciudadanos nos usaran para sus enjuagues fue durísimo.
-¿Actualmente cómo se encuentran las familias de las víctimas?
-Somos familias de heridos y de supervivientes, de corazones rotos, pero contamos con la solidaridad de mucha gente buena. Y cada uno lo sobrelleva como puede. A algunos nos reconforta hablar de nuestros seres queridos, otros prefieren pasar página porque el dolor que les produce es insoportable.
-Pilar Manjón, una de las caras más visibles del 11-M, dice que cuando empezó a leer su libro estuvo días llorando.
-Pilar es una mujer maravillosa, y la segunda persona a la que di mi manuscrito. El primero fue a mi marido. Se siente completamente identificada con mis palabras porque ella ha pasado por lo mismo. Su hijo Dani también fue asesinado con 20 años...
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