De la destrucción absoluta a la esperanza
La visita al Museo Memorial de la Paz de Hiroshima golpea en las entrañas al visitante con la misma fuerza con que la primera bomba ... atómica usada contra la población civil (llamada 'Little Boy') segó la vida de todo un pueblo en apenas unos segundos.
Una destrucción que fue mucho más allá, por los efectos de la radiación, la 'lluvia negra' le llamaron quienes la sufrieron, puesto que era literalmente de ese color, en los días siguientes al ataque, y que los japoneses llevan marcada a fuego en el corazón.
El mismo fuego que arrasó la ciudad y que, en una serie de desgarradores imágenes, detalles, dibujos, objetos y recuerdos exhibe el museo en un recorrido marcado por una escenografía premeditadamente plena de oscuridad y que casi obliga a fijar la vista en esos punzantes iconos.
Como las fotos que el fotoperiodista Yoshito Matsushige (1913-2005) obtuvo apenas tres horas después del bombardeo, y que muestran una población aturdida, abrasada y hecha jirones (literalmente) y condenada a vagar por una ciudad completamente en ruinas.
Las historias son múltiples, y todas sobrecogedoras, como las escaleras en la que quedó la 'sombra' de una persona arrasada por la onda expansiva de la bomba, o el triciclo del niño de tres años Shinichi Tetsutani, fallecido cuando montaba en él y que su padre, después de enterrar a su hijo y su juguete junto, cedió al museo para que no se olvidara su historia.
Pero no todo sombras, también hay algo de luz en el Museo de Hirosima, como la que ofrecen las dos imágenes de Yukiko Fujii, fotografiada con apenas siete años, tres días después del desastre, sufriendo graves heridas, y algunos años después recuperada y sonriente.
La esperanza y la apuesta por la paz están personificadas en la niña Sadako Sasaki, enferma de leucemia por la radiación y que se convirtió en un símbolo nacional al dedicarse a hacer durante su convalecencia centenares de grullas reales de papel. Estaba convencida de que si llega a las 1.000, sanaría. Desgraciadamente, Sadako falleció a los doce años, diez después del bombardeo, pero las grullas, sus grullas, se han convertido en la imagen del resurgir a la vida tras la muerte y hoy son todo un emblema del país.
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