La crisis de Osakidetza agrava el choque y endurece el perfil de la oposición a Urkullu
Los jeltzales temen que su electorado se desmovilice y una mayor abstención beneficie a EH Bildu en Gipuzkoa
La crisis de Osakidetza tras el plante de los médicos del Hospital Donostia y el ambiente preelectoral, con las elecciones de mayo en el punto ... de mira, van a endurecer la estrategia de los partidos de la oposición al lehendakari Iñigo Urkullu, en un momento en el que el Parlamento Vasco está a punto de dar luz verde definitiva a los Presupuestos antes de fin de año. La alianza PNV-PSE tiene fuertes anclajes y no se verá resentida, a pesar de que los socialistas buscan también su propio espacio sin romper los actuales equilibrios.
En la coctelera de la política vasca se entremezclan varios ingredientes. En primer lugar, el pulso que van a librar el PNV y EH Bildu, que tiene como terreno de juego las políticas de apoyos sociales a los sectores más vulnerables. El conflicto abierto en la Sanidad Pública vasca viene como anillo al dedo en esa estrategia. La izquierda abertzale acaba de decir no a los Presupuestos de Urkullu pero tiene que explicar por qué los apoya en Pamplona y en Madrid cuando explota el mismo discurso de compromiso social «con las clases populares y trabajadoras». «Muchos abertzales siguen sin entenderlo», les replicó Joseba Egibar en el Parlamento Vasco el viernes. Nerea Kortajarena, de EH Bildu, sonreía desde el escaño.
Pulso por la gestión
Pero el conflicto de Osakidetza ha caído como una baza inesperada para la estrategia de EH Bildu, empeñada en desmontar la tesis de la 'buena gestión' de los jeltzales y en ofrecer ellos mismos una imagen de solvencia, por ejemplo en sus alcaldías, que les permita entrar en un terreno más moderado. La formación soberanista no quiere interferir en unas movilizaciones convocadas por los facultativos pero sostiene que las protestas han encendido las luces de alarma y que este deterioro va a marcar de forma irreversible la campaña electoral de los próximos comicios, por mucho que las Juntas Generales y los ayuntamientos no sean los competentes en Sanidad. La mayor incógnita es saber si las protestas van a continuar, van a ir a más o pueden menguar en los próximos días.
El eje PNV-PSE tiene sólidos anclajes pese a que los socialistas buscan su espacio propio en el conflicto sanitario
El mayor temor de los jeltzales no es tanto que EH Bildu capitalice el desgaste sino que esta erosión suponga un incremento de la abstención, en la medida en la que pueda desmovilizarse una parte de su electorado tradicional, sobre todo la 'periferia' menos identificada ideológicamente con las siglas, pero que se mueve en un territorio de nacionalismo tranquilo y templado, de gestión, y que veía a PNV como un gran dique de contención de la izquierda abertzale.
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Ademas, el PNV sabe que en este asunto no va a contar con el apoyo expreso de su socio de gobierno, el PSE, que ha iniciado un movimiento de distanciamiento medido al pedir diálogo, comunicación y transparencia entre el Gobierno y los profesionales sanitarios.
Elkarrekin Podemos también se va a alinear en un discurso de clara oposición al Ejecutivo y de denuncia del 'enrocamiento' de la consejera y, sobre todo, de la directora general de Osakidetza, Rosa Pérez.
La mayor incógnita es si las protestas convocadas por los profesionales van a ir a más o van a menguar en los próximos días
En cualquier caso, la crisis sanitaria va a disparar la tensión política y puede enredar otros conflictos latentes pero agazapados. El debate sobre el futuro de la Educación, con un preacuerdo en peligro - Elkarrekin Podemos amenaza con descolgarse- puede reabrirse en un contexto en el que la convocatoria de huelga en el sector por parte de los sindicatos nacionalistas mayoritarios mañana mismo introduce más presión en la caldera.
La luz verde a los Presupuestos vascos por parte de la mayoría PNV-PSE en el último pleno de este mes de diciembre está fuera de toda duda. Pero al final se ha frustrado esta estrategia de acercamiento que los nacionalistas habían planteado en los últimos tiempos. Esa política era vista con cierto recelo desde el PSE porque entendía que repercutía negativamente en su capacidad de maniobra como aliado exclusivo de los jeltzales en Euskadi.
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