Norte de Portugal
El placer de conducir a orillas del DouroEl río modela la naturaleza de su entorno, creando, en su recorrido uno de los más bellos paisajes de la zona norte de Portugal
Pedro Grifol
Jueves, 30 de marzo 2023, 06:55
Como hay listas de ganadores para todo, no podía faltar una llamada World's Best Driving Road, que se encarga de enjuiciar las mejores carreteras ... del mundo. Así que, como si de la entrega de los premios Oscar se tratara, también podríamos expresar: «...Y el mejor tramo del mundo para conducir es el que va desde Peso da Régua a Pinhão, por carretera del N-222 del Norte de Portugal».
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Este fue el veredicto comunicado por un grupo de expertos (porque hay sesudos expertos para todo) que, analizó con fórmula matemática, las mejores carreteras del mundo para disfrutar del placer de conducir; y este fue (textualmente) el dictamen del equipo científico formado por el físico cuántico Mark Hadley; el diseñador de circuitos de Fórmula 1, Hermann Tilke; y el diseñador de montañas rusas, John Wardley: «La carretera ganadora otorga a los conductores el correcto equilibrio entre las curvas cerradas y largos tramos rectos de carretera. Esto crea una experiencia de conducción emocionante y variada que pone a prueba las habilidades del piloto, al tiempo que ofrece a los conductores tiempo para disfrutar del paisaje». Toda una declaración de intenciones del jurado.
Así que, estamos en el lugar ideal para disfrutar de un viaje placentero… ¡en la carretera más bonita del mundo!
La ruta premiada
La carretera N-222, que tiene un total de 226 kilómetros y atraviesa buena parte del Norte de Portugal, discurre por el Alto Douro uniendo Vila Nova de Foz Côa con Vila Nova de Gaia, ya a las puertas de la ciudad de Oporto.
El tramo premiado -desde Peso da Régua hasta Pinhão-, de apenas 20 kilómetros, va paralelo casi a ras de la orilla del Duero, lo que permite abarcar de un solo golpe la solemnidad del río, con sus laderas repletas de viñedos cultivados en bancales sobre escarpadas pendientes sustentados por muros de xisto, la astillada piedra de la zona, que confieren al paisaje su singularidad.
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Esta región vinícola del Alto Duero, que está declarada Patrimonio de la Humanidad en la categoría de paisaje cultural, es la que tiene más puntos de interés turístico, con sus emblemáticas ¡y fotogénicas estaciones de tren alicatadas con típicos azulejos azules, sus miradores de infarto, y los caminos que conducen a las famosas quintas (fincas vinícolas) donde se elabora el famoso Vino de Oporto.
La parada en Peso da Régua, el mayor pueblo ribereño de la región y centro de distribución del vino de toda la zona se justifica para visitar el Museo do Douro (www.museudodouro.pt), un espacio donde no todo trata sobre el vino, sino que también acoge los restos de un antiguo barco de transporte (llamados rabelos), carteles curiosos sobre el preciado líquido, y donde también podemos asistir a un intensivo curso enológico. Y, ya que hemos parado en este pueblo, podemos proseguir con alguna cata de vinos. En sus laderas adyacentes veremos los carteles de diferentes bodegas. Solo toca elegir y disfrutar.
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También se encuentra allí el punto de embarque desde el que parten los cruceros turísticos por el Douro, pero podemos «arreglar el precio» con algún lugareño para que nos dé una vuelta de una hora por el río. Las vistas, desde el barquito, merecen la pena.
El otro pueblo de parada obligada es Pinhão, un pequeño municipio que se encuentra encajado entre laderas surcadas por bancales de viñedo, donde se encuentra una de las estaciones de tren más bonitas de Portugal. Encalada y decorada con más de 20 paneles de azulejos que nos cuentan la historia de la vendimia.
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Mirador de infarto
Entre Peso da Régua y Pinhão, merece la pena desviarse, en la salida Covalinhas, para alcanzar el mirador más famoso de la región: El Miradouro São Leonardo da Galafura.
Desde este sitio -conocido por haber inspirado al poeta Miguel Torga la frase: «El Douro no es un panorama que contemplan los ojos, es un exceso de la naturaleza»- se puede vislumbrar el imponente valle del río, sus laderas escarpadas, los viñedos de mil colores… Y sentir el silencio.
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