La vejez y la guerra
La de Ucrania es una contienda impulsada por un puñado de personas mayores que mandan a jóvenes a matar y a morir sin importarles la edad de las víctimas
Nota aclaratoria a modo de comienzo. 'Edadismo': término acuñado por Robert Butler en la década de los 60 para referirse a los estereotipos y prejuicios ... existentes en relación con la edad. La investigación existente a nivel nacional e internacional avala que la discriminación por motivos de edad puede resultar ahora incluso más generalizada que el sexismo o el racismo y tiene graves consecuencias.
Primera imagen. La periodista de la CNN Clarissa Ward, con casco militar y chaleco antibalas, está relatando la huida de ciudadanos ucranianos de Kiev. Mientras habla, un hombre muy mayor con un anorak azul, pelo y cejas blancas muy pobladas, gorro verde oscuro, es ayudado por un militar a subir por una cuesta de tierra llena de cascotes. Seguidamente, aparece una mujer también muy mayor con un anorak granate, gorro blanco de lana hecho a mano, ojos azules llorosos, le faltan algunos dientes, tiene dificultades para subir la pendiente. La periodista pide disculpas por interrumpir su crónica, le arrebata la bolsa que transporta en una mano y la acompaña un trecho. La mujer la mira y con una voz sorprendentemente dulce, apenas audible, le musita su agradecimiento: «Spasibo...»
Los dos protagonistas de la historia o están muy envejecidos o es fácil que hayan superado los 80 años; seguramente sean pareja, quizá familia. Es probable que nacieran con la Segunda Guerra Mundial y es posible que, si no tienen suerte, mueran en medio de otra guerra infame. Ocho décadas que comienzan con el rugido de los aviones Stuka de la Alemania nazi y que tal vez concluyan con el estruendo de las bombas de racimo soviéticas. Ocho decenios que se abren con miedo, violaciones de sus derechos, abuso y maltrato; y que quizá terminen con temor, atropellos, ultrajes y humillaciones.
Segunda imagen. Pantallas de ordenador en distintos lugares del mundo. Se observan los 'escritorios' de Zoom, Teams, Meet... a estas alturas absolutamente reconocibles. Se escuchan distintas lenguas y están presentes en las reuniones diferentes ONG y muy diversas personas, muchas de las cuales son mayores ¿Objetivo? Organizar la ayuda y la cooperación para todos los refugiados. En el caso de las personas mayores voluntarias, que son numerosas, atender a refugiados nunca ha sido su campo de acción. La comunicación es difícil, desconocen muchos de los mecanismos que operan en la ayuda humanitaria. A pesar de todos los pesares, de las dificultades técnicas, de la brecha digital... quieren ser parte activa de la 'solución' o al menos minimizar, siquiera un poco, el dolor y el sufrimiento.
Tercera imagen. Personas mayores reunidas en algún despacho del Kremlin en el centro de Moscú, frente al río Moscova, cerca de la Plaza Roja y el Jardín de Alejandro. Están verificando junto con sus asesores, algunos 'teenagers', los avances de su ejército en Ucrania, deliberando sobre cual será el siguiente paso, marcando los próximos objetivos, planeando donde hacer más daño... Esta es una guerra impulsada por personas mayores (con la ayuda y el conocimiento de otros de menor edad), que mandan sin ningún escrúpulo a jóvenes a matar y a morir. Vladímir Putin cumplirá 70 años este octubre; Serguéi Lavrov, su ministro de Asuntos Exteriores; 72 este marzo; y Serguéi Shoigú (ministro de Defensa) y Valeri Guerásimov (jefe del Estado Mayor), 68 también este 2022.
Curiosa la situación de la vejez en esta guerra: víctimas del conflicto –especialmente personas mayores enfermas o con demencia, por ejemplo–, proveedores de ayuda a los refugiados y líderes de la guerra. Como víctimas y proveedores de ayuda humanitaria, las personas mayores apenas son visibles tanto entre los damnificados como entre los que cooperan. En cambio, como líderes de la guerra, que lo son, se visualizan de manera mucho más ostensible y diáfana. Valga como referencia la frase –atribuida al piloto de la Luftwaffe Erich Hartmann, que derribó 352 aviones aliados con las víctimas correspondientes– que circula sin parar por las autopistas de Twitter desde hace unos días y que recibe el beneplácito de miles de personas sin apreciar sus consecuencias en términos de consideración de la vejez: «La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí por la decisión de viejos que se conocen y se odian pero no se matan».
Vienen tiempos difíciles para todos. Más desigualdad, más pobreza, más inseguridad, más miedo. Esta no es únicamente una guerra donde «unos viejos mandan a jóvenes a la muerte»; esta es una guerra donde unos líderes que son mayores, apoyados en gente más joven, mandan a otras personas a matar y a morir. Les da lo mismo la edad de los que mueran, o su condición vulnerable, porque las personas no cuentan. Por eso mismo, ante todo esto, debemos poder diferenciar las personas mayores que son víctimas y son numerosísimas de las personas mayores que ayudan y colaboran, que también son muchas; y de las personas mayores que lideran esta guerra, que son en realidad un puñado, aunque muy peligrosas. Al menos que esta guerra ignominiosa no nos impida reconocer a las víctimas y a los que ayudan; diferenciándolos, radicalmente, de sus verdugos.
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