Un carnívoro cuchillo/ de ala dulce y homicida/ sostiene un vuelo y un brillo/ alrededor de mi vida. Rayo de metal crispado/ fulgentemente caído,/ picotea ... mi costado/ y hace en él un triste nido». Son versos de Miguel Hernández que trasladan la potencia estética del cuchillo, símbolo del peligro. García Lorca, en su célebre 'Bodas de sangre', escribió: «Con un cuchillo,/ con un cuchillito/ que apenas cabe en la mano,/ pero que penetra fino/ por las carnes asombradas, y que se para en el sitio/ donde tiembla enmarañada/ la oscura raíz del grito».
Desde antiguo se percibe que el cuchillo es una amenaza; sin embargo, y salvo concretas excepciones, la Ertzaintza no detendrá a quienes exhiban un arma blanca ya que los jueces de instrucción advierten de que esa es la interpretación correcta que debe hacerse del Código Penal. El delito puede ser leve, como dicen, pero para confirmar que la acción asusta, basta con imaginar nuestra cara reflejada en ese «pez sin escamas ni río».
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