El problema del Rey
A Felipe de Borbón no le hace falta la reivindicación republicana de determinados partidos políticos para comprobar que quien está haciendo un daño irreparable a la institución es su progenitor
Rosa Díez Urrestarazu
Ex directora de Euskadi Irratia
Jueves, 18 de mayo 2023, 07:00
A Zarzuela le falta un Mark Bolland. O quizá, dos. No estaría de más que aprovechando los lazos de sangre que le unen con Carlos ... III, Felipe de Borbón le pidiera asesoramiento a su homólogo. Tras la muerte de Lady Diana, con los índices de popularidad más bajos de la historia y con la imagen de Camila destrozada hasta el extremo, la casa Windsor supo reaccionar echando mano de un profesional ajeno a la corona, que les hizo ver el problema en toda su crudeza. Entre otras cosas, que la institución ya no era intocable para los medios de comunicación desde hacía tiempo.
Hoy la reina británica goza de una imagen que nada tiene que ver si se compara con la de antaño, porque Bolland, a quien Carlos III nombró subsecretario privado de 1997-2002, supo desterrar a la pérfida madrastra que hicieron de ella los admiradores de la llamada princesa del pueblo y lograr que su flor otoñal brillara con luz propia.
El paso del tiempo está poniendo a todos los miembros de la familia real española en su sitio. Desde el díscolo Froilán, hasta al padre del Rey. Quienes despotricaban sin piedad de Letizia por ser divorciada, periodista y además plebeya, ahora tendrían que retractarse con la misma rotundidad. Porque si esas tres condiciones no la hacían merecedora de casarse con el príncipe heredero, su trayectoria hasta el momento está siendo todo un ejemplo acorde con las funciones que desempeña.
Desde la abdicación de su padre, a Felipe de Borbón, no le hace falta la reivindicación republicana de determinados partidos políticos para comprobar que quién está haciendo un daño irreparable a la institución es su progenitor. Una amante con sed de venganza que lo delata a pesar de regalarle nada menos que 65 millones de euros de una vez, cifras estratosféricas ocultas en paraísos fiscales por doquier, junto con un yerno comisionista de negocios privados conseguidos por enchufe real, que terminó pagando con la cárcel su enriquecimiento ilícito probado por la justicia española.
Juan Carlos ha tenido ojo para enriquecerse de manera irregular, pero a la hora de elegir amantes ha sido bastante torpe. A alguien como Corinna, que irradia una mirada extraordinariamente inteligente, que además hace gala de una frialdad que impresiona, no debió abandonarla de malos modos, cuando ésta tenía en su mano la suficiente información sobre su patrimonio oculto en paraísos fiscales como para hundir absolutamente su reputación, tal y como lo está haciendo.
Probablemente al padre del Rey le cegó la soberbia que ocultaba bajo esa campechanía con la que fascinó a la ciudadanía. Creerse todopoderoso, inviolable, como lo recoge la Constitución. Lo que le daba venia para hacer lo que le diera la gana, sin rendir cuentas a nadie. A Felipe VI le ha tocado el gordo de la lotería con todos los reintegros posibles premiados y más. Aunque como hijo le resulte doloroso gestionar la situación, debería hacerlo con más contundencia si desea que la institución perdure.
Desde Zarzuela no se puede seguir haciendo oídos sordos, ni guardar silencio, ante una realidad que a cada rato pone en jaque a la corona. De forma voluntaria, Felipe de Borbón, se aplicó a sí mismo las previsiones de las leyes de transparencia y de altos cargos (de 2013 y 2015), de las que estaba excluida la Jefatura del Estado.
Juan Carlos es parte de la familia real, y como tal, debería seguir el ejemplo de su hijo. Quién ha sido rey hasta 2014, ¿Qué hace viajando en un avión privado por el mundo pagado con un jeque árabe? ¿Eso no es acaso un regalo? A nada menos que 9.000 euros la hora de vuelo.
Puede ser cierto o no porque el que fuera jefe de la Casa Real Sabino Fernández Campo está muerto, pero ¿si fuera verdad su confesión a un allegado, de que dos de los tres cuadros que robaron hace treinta y cuatro años del Palacio Real, propiedad de patrimonio del Estado, se encuentran en casa de una de sus amantes? Tal y como recoge un libro de reciente publicación.
En Zarzuela deberían contratar con celeridad a un Marck Bolland. Porque si continúan manteniendo una actitud como la del ex presidente Mariano Rajoy, esperando a que la cosa escampe, puede ocurrirles lo mismo que a él en un abrir y cerrar de ojos.
Sería mejor que filtraran lo que queda por salir. Que abrieran las compuertas, y aguantar el embate, mientras envían al padre a que termine sus días en algún monasterio de Patrimonio del Estado. El Rey, el problema, lo tiene en su casa.
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