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Gipuzkoa no quiere pasteles, quiere pan

Eneko Etxeberria y Juantxo Iturria/Jon Albizu

Domingo, 29 de abril 2018, 08:21

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Las últimas semanas estamos viendo con asombro como miles de pensionistas han salido a las calles de nuestros pueblos y ciudades ante la indignación que produce una ridícula subida del 1,6% pactada entre PNV y PP para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. A nuestros jubilados no les escapa la más que evidente intención de privatizar el sistema público de las pensiones que está detrás de esta ridícula subida. Sus movilizaciones están siendo sorprendentes porque, a estas alturas y después de varias decisiones políticas basadas en atemorizar a la gente, nadie se esperaba que un gran número de pensionistas dijera basta, oponiéndose de forma activa a más recortes en nuestros derechos. Observar y participar en la movilización constante está resultando ilusionante, ya que muchos empezaban a pensar que estábamos ante una ciudadanía anestesiada o frustrada frente a una interminable lista de decisiones políticas destinadas a desmontar el Estado del bienestar.

En todo caso, es admirable la lección que nos dan sus protagonistas puesto que se trata de nuestras madres y abuelas junto con nuestros padres y abuelos. La derecha pensaba que independientemente de lo que hicieran, aderezándola con una buena campaña informativa del estilo de «la hucha está vacía» o «el sistema público es insostenible», la ciudadanía se iba a limitar a obedecer y a tragar una vez más, independientemente del número de recortes que se hubieran realizado previamente. Pero, para su sorpresa, no ha sido así. Como otros numerosos ejemplos, en esta ocasión, la ciudadanía ha decidido responder ante la enésima decisión contra una vida digna.

Esta apuesta por el sustento es la que nos muestra a todos el umbral de la dignidad. Por lo menos se deben garantizar las pensiones actuales y las pensiones futuras a través de un mecanismo público que redistribuya la riqueza. Y cuando nos referimos a las pensiones futuras nos referimos obligatoriamente al derecho al trabajo, al derecho a un trabajo en condiciones salariales dignas y con una estabilidad que las sucesivas reformas del mercado laboral, aprobadas también dentro del marco de la política en contra de la gente, hacen imposible a día de hoy. Para nosotros el derecho al trabajo es un pilar básico de la distribución de la riqueza y es el instrumento que nos permite construir un proyecto de vida en términos de dignidad. De lo contrario, si cuando tratamos de las pensiones sólo nos referimos a las actuales, es pan para hoy y hambre para mañana, ya que las cotizaciones inexistentes o escasas de los jóvenes en la actualidad van a generar pensiones ridículas en el futuro.

Por todo ello, debemos apostar por un sistema público de pensiones. Sin embargo, alguien dirá: «pero, ¿quién está en contra?»; otros, que con la mejora de la economía subirán las pensiones; otros más, que la responsabilidad es del Estado y que debemos esperar a la transferencia de la competencia a nuestra Comunidad; o que son cosas económicas muy complejas… pero, por si acaso, todos se situarán detrás de la pancarta de los pensionistas. Por si las moscas.

En política, ante los problemas que plantea la ciudadanía como prioritarios, tenemos dos posibles actitudes: o echar balones fuera o arriesgarnos con propuestas e iniciativas.

Y nosotros somos de tomar iniciativas. En nuestras instituciones existen los recursos necesarios para afrontar esta demanda ciudadana sin esperar a nadie. Ahora y aquí, en Gipuzkoa, podemos articular una respuesta. Podemos disponer de los recursos necesarios para garantizar las pensiones de la ciudadanía guipuzcoana.

A los que nos acusen de populismo nosotros les planteamos una propuesta muy sencilla: revertir la reforma fiscal del impuesto al patrimonio en Gipuzkoa que impulsó la derecha de PNV-PP con el vergonzoso apoyo del PSE. Es una propuesta que concierne a no más de 40 ciudadanos en Gipuzkoa. 40 personas que en sus bases de liquidación superan los 12,9 millones de euros en su declaración. Esto permitiría seguir recaudando 14,6 millones de euros, como había hecho hasta ahora.

La ecuación es bien sencilla: se trata de recaudar los impuestos como antes de esta reforma fiscal a 40 de los ciudadanos más ricos de Gipuzkoa y dedicar ese dinero, esos 7.741.791 euros, a complementar las pensiones de nuestra ciudadanía. No es nada difícil, se denomina reparto de la riqueza: los impuestos de 40 ciudadanos sirven para complementar las pensiones de miles de ciudadanos necesitados.

Y sí alguien nos dice: «pero… ¡si se les cobra impuesto a la riqueza esos 40 ciudadanos se van a ir de Gipuzkoa!». Entonces, a pesar de que no lo han hecho hasta ahora, debemos decirles que sí, que es posible que se vayan, que existe un riesgo. Pero que debemos tener en cuenta que los que nunca van a poder irse son los pensionistas, y que la única vía que les dejamos en caso contrario es la condena a la miseria. En nombre de la Justicia Social, ¿no es mejor ayudar a los pensionistas necesitados que a 40 personas ricas?

Cuando durante la Revolución Francesa le explicaron a la reina María Antonieta que el pueblo pedía pan, ella contestó: «¿No tienen pan? ¡Que coman pasteles!». Estamos convencidos de que redistribuyendo los pasteles que regala el PNV-PP a los 40 más ricos, muchos de nuestros jubilados podrían costearse mucho pan. Gipuzkoa no quiere pasteles, quiere pan.

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