Dominicales y antidominicales
Los revolucionarios franceses implantaron un calendario con solo un día de descanso por cada diez... El invento apenas duró
Atrás van quedando los días de descanso veraniego, y mientras llega la próxima parada y fonda vacacional habrá que consolarse con los fines de semana, ... sábados y domingos, amén de los feriados. Precisamente hace ahora 115 años, el 11 de septiembre de 1904, entraba en vigor la Ley del descanso dominical en España. No es que el domingo naciera entonces: el 'dies Dominicus' o día del Señor tenía su antecedente en el 'dies Solis' de los romanos consagrado al Sol. Lo específico de la versión cristiana es que durante siglos el séptimo día se concibió como una jornada de 'trabajo espiritual' sin consideración al reposo de los humildes (el ocio era un lujo reservado a los poderosos).
En protesta contra ese sesgo religioso, las revoluciones modernas se proclamaron antidominicales. Los republicanos franceses implantaron un nuevo calendario con meses de treinta días y solo uno de descanso por cada diez, el llamado 'décadi'. El invento jacobino apenas duró porque suponía trabajar más y ni los más ardientes revolucionarios estaban por la labor. Tampoco prosperó la 'semana comunista' decretada por Stalin en 1929, que escalonaba en turnos el almanaque de toda la masa trabajadora para que la producción nunca se detuviese. Pues con ese sistema familiares y amigos no coincidían en sus días de asueto, como pasaba con el ecuménico domingo, y dicha asincronía desató el cabreo bolchevique.
También en el mundo capitalista se intentó que la gente currase mucho y holgase poco, hasta que se vio conveniente aflojar el dogal. La Ley de 1904 fue recibida con los peores augurios, aventurándose toda clase de catástrofes para la economía nacional y para la moral popular. De entonces ha de datar la reputación de este día coleccionador de vulgarismos ('dominguero', 'endomingarse', 'dominguillo', 'domingas'). Y aunque creo que Cioran exageraba al afirmar que es «en esos domingos interminables cuando se manifiesta plenamente el dolor de ser», tampoco se nos oculta que muchos creyentes en la vida eterna se mueren de hastío una tarde de domingo sin fútbol.
Hace unos días, un gigante comercial anunciaba su apertura los domingos a jornada completa sorteando la prohibición legal por medio de la automatización del proceso de servicio y cobro. Todo aséptico, es decir deshumanizado. Es un anticipo de lo que se avecina: gracias al autoservicio, pronto el domingo será un día como Dios manda, fiesta de bien guardar en esos nuevos santuarios de la edad moderna que son los centros comerciales. Falta por ver si habrá también consumidores donde cada vez sobran más trabajadores.
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