La convivencia y la connivencia
Al insólito movimiento municipal en Pamplona le ha faltado una pedagogía democrática previa
Joseba Asiron ya es alcalde de Pamplona. El guion se ha cumplido y los profetas del Apocalipsis que anunciaban la catástrofe tendrán que tragarse sus ... palabras. La tensión se palpaba en el Ayuntamiento, pero empezamos a digerir con facilidad una evolución rápida de los acontecimientos. Lo que nos parecía hace poco como inviable –un alcalde de Bildu en Pamplona con apoyo socialista– ahora forma parte de la realidad. Todo va muy deprisa y se precipita. La duda es si la sociedad va a la misma velocidad trepidante de la política.
La moción refleja, como Navarra, un laberinto de contradicciones y contrastes. Que Bildu asuma el reconocimiento de las víctimas de ETA y se envuelva en la bandera de la convivencia es un claro paso adelante, sin duda. Que nos hable del respeto al diferente también. No fue hace mucho tiempo que jóvenes radicales insultaban a los concejales no nacionalistas durante la procesión de San Fermín. Si hablamos de tolerancia, recordemos estos hechos, que interpelan a quienes han pretendido imponer en Navarra un proyecto ideológico por la fuerza de la amenaza y eliminar al rival. Y esto no fue hace mil años. Ahora eso ha cambiado, afortunadamente. Bienvenidos al futuro. Pero no olvidemos ese triste pasado y sus secuelas en el presente.
El PSN arriesga con un pacto que no ha tenido suficiente pedagogía democrática previa. Es muy difícil pasar de la noche a la mañana de una tesis a la contraria tan solo con el argumento de que hay que hacer necesidad virtud y que el Ayuntamiento estaba paralizado con la derecha. Es posible que esa connivencia entre los socialistas y la izquierda independentista deje de ser un día algo excepecional. La plena normalización será buena para todos. Pero hay cosas que tienen que madurar más. Hay heridas que tienen que cerrarse mejor y hay discursos que deben completarse con una mayor coherencia aunque Sánchez necesite los votos de Bildu y pague un alto precio por ello.
La reacción amarga del centroderecha plantea una reflexión. Si UPN y PP se quedan en el exabrupto y en la visceralidad, se anclarán en un córner del tablero. Por no hablar de la lamentable y desafortunada reacción de la exalcaldesa Ibarrola al decir que antes fregaría escaleras que pactaría con Bildu. Es una respuesta clasista que da argumentos a sus rivales. Parece mentira ese error de bulto. Desde el resentimiento no se construye nunca nada.
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