Springsteen, 1988: fue un honor
La única matrícula de honor que obtuve en mi vida estudiantil fue un caso de extrema necesidad. En algún momento de 1988 se conoció que ... Bruce Springsteen actuaría en verano en Madrid, así que espoleado por mi traumática ausencia tres años antes en el concierto de Montpellier, urdí un plan cuya eficacia radicaba en su sencillez: propuse a mis padres que si obtenía una matrícula de honor en alguna asignatura en ese curso, me darían las 10.000 pesetas con las que se bonificaba en la matrícula del año siguiente.
Visto ahora, fue una propuesta un tanto mezquina, pero en mi descargo debo decir que si aceptaron el trato pudo deberse al profundo escepticismo que les producía que sucediera lo que nunca antes había sucedido: que una matrícula de honor entrara por la puerta de casa. Estábamos todos en terreno desconocido.
La única asignatura en la que vi posibilidades fue Teoría General de la Información, cuyo profesor nos permitía elegir entre examen y trabajo para la evaluación final. Escogí la segunda opción y me puse manos a la obra con un tema que apenas propuse, aceptó: 'El mal en la literatura de Baudelaire, Poe, Stevenson y Melville'. Me empleé a fondo. Leí, anoté, fusilé, especulé, aventuré hipótesis y refuté teorías. Cité fuentes, entrecomillé citas. Llené folios y folios. No sé si se concedían ocho o diez matrículas por asignatura, pero sí que en clase éramos ciento y pico alumnos.
Obtuve la matrícula, aún ignoro cómo. Fui al concierto el 2 de agosto de 1988. La nota del profesor aún sigue en casa de mi madre que, de vez en cuando, me dice: «Oye, ¿te acuerdas de cuando una vez sacaste una matrícula de honor?» Y entonces rememoramos esto.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.