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Opinión

Pedro Sánchez y el triunfo del relato

La rebelión de las bases del PSOE vuelve a confirmar una derrota de las élites tradicionales

Alberto Surio

Lunes, 22 de mayo 2017, 00:43

Tiene la clara victoria de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE ese punto épico del regreso del 'príncipe destronado' al que muchos daban por muerto tras su dimisión en el comité federal de octubre. Se pensó que dilatando el tiempo de las elecciones primarias de aquel desenlace tan bochornoso, la afiliación se olvidaría de aquel trauma. Pero ha sido al revés, se le ha dado tiempo a reconstruir sus fuerzas para que dirija un planificado asalto al poder con la bandera de la 'dignidad' de las bases. Y este relato, simplificado al máximo, le ha funcionado a la perfección. Sánchez, el denostado exlíder del PSOE, ha conseguido sin embargo el apoyo mayoritario de los militantes de su partido con una movilización extraordinaria de su afiliación. Ha conectado con su corazón herido, con el alma partida en plena crisis de la representatividad de la política. Como el portugués Salvador Sobral ganaba el último Festival de Eurovisión con una balada nada festivalera sobre el amor, y un polémico discurso contra la música comercial de la que vive este certamen, Sánchez ha logrado ser el primero en el palmarés con el romanticismo de las esencias, la ubicación del PSOE en "la izquierda" en los tiempos de tribulación socialdemócrata. Una vuelta a los anclajes ideológicos en los tiempos de la modernidad líquida y de la postverdad cuando algunos ya dan por muerto el eje entre la derecha y la izquierda. Los afiliados del PSOE se resisten a esta declaración de intenciones y premian su empeño por reivindicar una forma horizontal de hacer política frente a la verticalidad del sistema tradicional de partidos. No lo va a tener fácil, pero lo cierto es que ha ganado una primera batalla.

Sánchez ha culminado todos sus actos de campaña con el vibrante canto de 'La Internacional'. Puños en alto y banderas rojas al viento. Esta vuelta de la estética del viejo partido obrero fundado hace 138 años resume gráficamente una de las claves de su éxito: la conexión emocional con unas bases socialistas que han sufrido en carne propia, ellas y sus hijos, los efectos devastadores de la crisis económica de 2008 y que se sienten huérfanos cuando la socialdemocracia, desde los gobiernos, ha decepcionado a sus electores de siempre y que nunca entendieron la abstención al Gobierno de Mariano Rajoy aunque la otra alternativa, la de unas terceras elecciones, hubiera tenido unos efectos letales para el socialismo español y aun cuando la verdadera razón de su desplome electoral, el abandono de las clases medias y de los jòvenes urbanos, tiene que ver sobre todo con la pérdida de credibilidad de la izquierda socialdemócrata como referente atractivo de transformación. En un momento en el que la globalización dibuja a nuevos ganadores y perdedores, el socialismo busca una brújula que le marque el norte porque su tradicional base electoral -los asalariados- tienen intereses cada vez más contradictorios. La aparición del 'precariado', con salarios de miseria, es un botón de muestra elocuente de esa desigualdad de nuevo cuño.

La fractura generacional

Es este desgarro entre representantes y representados el que originó el 15-M y la aparición de Podemos. Pero también explica en parte el malestar incubado en el seno del PSOE, que refleja los profundos cambios operados en la sociedad española y una fractura generacional que es una de las claves de la victoria de Sánchez. Mientras una parte de la militancia se ha aferrado a la tradición de Susana Díaz, y ha sido muy sensible a la bandera del miedo a la desaparición de las siglas, otra parte de la afiliación ha visto con pavor que esa línea divisoria con los jóvenes deja al socialismo sin futuro. "La cuestión juvenil es la más importante de España", sostiene José Félix Tezanos, sociólogo del equipo de Sánchez, un socialdemócrata de pura cepa que en su día era el 'científico' de cabecera de Alfonso Guerra. Y que está convencido que, a medio plazo, el Partido Socialista tendrá que encontrar algún puente de encuentro con Podemos si la formación morada baja sus humos y se sitúa en torno al 15% y se aviene a un acuerdo 'razonable' de alianza de izquierdas "a la portuguesa". Tezanos cree que el destino natural de Podemos pasa por convertirse en una especie de "IU ampliada". La verdadera apuesta del nuevo secretario general será reconquistar el voto fugado a Podemos. Los analistas de la formación morada estaban persuadidos que un perfil como el de Susana Díaz hubiera dificultado de forma sensible esa apertura del PSOE hacia la izquierda. El riesgo del ganador es que tenga el aval de sus afiliados, pero no logre el respaldo de una mayoría sociológica. El fantasma de Jeremy Corbyn en el laborismo británico y en el de Benoît Hamon en el destrozado socialismo francés resulta bien elocuente.

Claro que el triunfo de Sánchez no solo tiene que ver con esa nueva cartografía social y demográfica sino con la movilización de una parte 'dormida' del partido, esa afiliación desencantada o desmotivada que esta vez ha encontrado una oportunidad para pegar una patada al tablero y mover las cosas. Otra cosa es que este partido tenga la madurez suficiente para administrar esta pluralidad interna, incluso con los riesgos que conlleva haber llevado la división al límite.

¿Será capaz Pedro Sánchez de administrar la situación y gestionar su victoria sin hacer sangre? No resulta nada fácil y la tentación de la guillotina va a estar presente. De entrada, porque tiene que lidiar con un Grupo Parlamentario que le resulta francamente hostil, con unos barones autonómicos que han remado públicamente contra él, contra las estructuras del 'aparato' que han sido activas en su contra y con una parte notable de la afiliación que ha respaldado a Susana Díaz y a Patxi López. Pero, a pesar de todos estos ingredientes, la elección directa por parte de los militantes tampoco deja lugar a dudas. Es lo que los afilados quieren. Con este inapelable mensaje, todos tendrán que realizar un máximo esfuerzo de frialdad para buscar la integración, cerrar las heridas y reconstruir un partido amenazado por el peligro de la ruptura. Si el nuevo secretario general no logra gestionar la unidad, el fracaso está servido en bandeja.

El PSOE abre un nuevo ciclo repleto de incógnitas, Pero habrá un antes y un después. Si después de toda la movilización del aparato y de los dirigentes históricos, Sánchez ha logrado una misión que parecía imposible hace unos meses es que algo profundo ha cambiado ya y que, pase lo que pase, las cosas en el centro-izquierda español ya no seguirán igual. Quizá porque el que fuera paradójicamente 'ejecutor' de Tomás Gómez al frente de los socialistas de Madrid, en una operación funesta, parece ser que es el que, ahora, mejor ha entendido los nuevos modos de representación y participación políticas y ha logrado levantar la bandera de la renovación pendiente del PSOE en el siglo XXI. Su verdadero trabajo empieza ahora.

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