Un gran acuerdo

El acuerdo rubricado entre el Gobierno central/PP y el vasco/PNV es una gran noticia para ambas partes. Por un lado abre la puerta a la estabilidad política, lo cual es siempre una buena noticia. Por otra, arregla algunos problemas endiablados que llevan años enquistados. Por último, encauza cifras enormes de dinero hacia el Pais Vasco. Un alivio de envergadura en un momento en el que las exigencias impuestas por Bruselas impiden el recurso a los déficits públicos y cuando nos enfrentamos a una reforma de la financiación autonómica que no nos afecta directamente, pero que nos dejará sin dinero extra por años.

Como suele suceder, el acuerdo ha sido recibido con alegría por sus firmantes y con críticas severas por los ausentes y por muchos medios de comunicación del ámbito madrileño. Según ellos, supone una injusticia coyuntural que viene a sumarse a la estructural que se deriva del sistema de Concierto. Pero la mayoría de las críticas se mueven por eslóganes y suposiciones mucho más que por datos ciertos y hechos evidentes.

Por ejemplo, ¿todos los que critican el acuerdo, que estabiliza el Gobierno de Mariano Rajoy, hubiesen preferido otro alternativo liderado por Pedro Sánchez, en compañía de Podemos y su coro gospel, más ERC y Junts pel Sí? ¿Están seguros de que viviríamos mejor, de que se hubiesen creado medio millón de empleos en 2016, de que la prima de riesgo se situaría en los 130 puntos y el Ibex-35 hubiese alcanzado los 10.800?

Luego está el famoso y supuesto agravio de la financiación per cápita que permite el Concierto y que se beneficiaría aún más del acuerdo alcanzado sobre el Cupo. Es muy cierto que la comparación resulta claramente beneficiosa para los vascos, pero también lo es que aquí los ingresos per cápita son también mayores y que los marginales del IRPF superan a los de la mayoría de las comunidades autónomas. En pura lógica, tipos impositivos más elevados, aplicados sobre bases imponibles mayores, dan como resultado inevitable unos ingresos fiscales más altos. Añadan la menor relevancia de la economía sumergida y unos niveles de corrupción mucho menos escandalosos y tendrán explicada una buena parte de la diferencia que tanto escandaliza.

Por último recuerden que la debilidad del Gobierno de Rajoy es culpa de los votantes, y que la maximización de los votos obtenidos y los escaños logrados es una práctica habitual en todas las latitudes políticas. A pesar de ello, Sortu lo criticará aquí, Podemos aquí y allí. Ciudadanos guardará un espeso silencio y el PSOE se quejará allí, pero no aquí. Es decir, lo habitual.