Errenteria
«Me gustaría que estas maquetas estuvieran expuestas todo el año»Arte. Juan Mari Arrillaga, vecino de Errenteria, explica cómo ha realizado innumerables réplicas de los edificios más reconocibles de la villa galletera
Errenteria
Sábado, 11 de octubre 2025, 20:44
La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, Torrekua, el Ayuntamiento de Errenteria o la Basílica de María Magdalena son algunos de los edificios ... más emblemáticos de la villa. No obstante, difícilmente habrá alguien en nuestro pueblo que los conozca mejor que Juan Mari Arrillaga (Errenteria 1961). Un errenteriarra «de toda la vida», nacido en la calle Santa Clara, que sin miedo a equivocarnos podemos describir como un artista.
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Arrillaga ha hecho de las maquetas su pasión. Quizás por ello se ha atrevido a hacer hasta quince réplicas de los edificios más emblemáticos de la villa galletera. Edificios de los cuales ha conseguido coger hasta el último detalle. «Las réplicas que he hecho reflejan todo lo que tienen nuestros lugares más conocidos», resalta. En el caso de la Iglesia Parroquial, que tiene más de seis mil piezas de piedra se aprecia a la perfección. «Cada piedra tiene un tamaño de un centímetro, y me costó dos años finalizarla», asegura satisfecho. No es para menos, la torre, las gárgolas, el pórtico son algunas de las cosas que destacan. «Algo muy curioso que descubrí creando esta maqueta fue que en la parte superior del edificio se encuentra un pequeño mirador». Si se preguntan cómo pudo apreciar dicho espacio, la respuesta reside en algo tan básico como mirar el Google Maps. «Tuve que mirar el tejado desde el satélite, y ahí es cuando me dí cuenta de que tenía una pequeña terraza», recuerda sonriente. Algo que en un principio no estaba en los planes. «Tuve que cortar una parte del tejado para poner incluir el detalle».
En esta línea, algunas de sus piezas no solo imitan el exterior de los edificios. «Muchas de las maquetas que he realizado también muestran el interior de algunos de los edificios». Tanto es así que «decidí incluir algunas luces en los interiores». Un nivel de detalle que sería imposible de alcanzar para gran parte de la población. En este aspecto, si algo se necesita es «paciencia». Como afirma Arrillaga «este es un mundo en el que hay que tener calma, pegar cada una de las piezas de la manera correcta tiene su tiempo, pero es algo muy satisfactorio». A pesar de ello, él mismo reconoce no ser una persona muy paciente. Cualquiera lo diría.
«Estar en casa haciendo estas maquetas me ayudaba a desconectar cuando trabajaba, era una terapia para mí»«En mis viajes he visto maquetas de localidades enteras, quizás algún día me anime a hacer algo parecido con Errenteria»
Por su parte, algo que sí descubrió con esta afición es que «sin duda te ayuda a despejar la mente». De hecho, como asevera, «yo era responsable de un grupo de personas en una empresa, por lo que estar en casa haciendo estas maquetas me ayudaba a desconectar, era una terapia para mí». Y es que sí, estos edificios se montaban una vez finalizada la jornada laboral. «Ahora que estoy jubilado ya no estoy haciendo ninguna pieza, pero ya veremos si empiezo un nuevo proyecto».
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«El espacio es un problema»
A pesar de la belleza de sus maquetas, «ocupan bastante sitio en casa». Algo que sin duda es un hándicap. Por este motivo, «he intentado hablar con el Ayuntamiento para buscar un espacio en el que poder exhibirlas, para que todo el pueblo pueda disfrutar de ellas». Por desgracia, «de momento no he conseguido hablar con nadie, y creo que sería muy bonito poder compartir este trabajo».
Algo que se demostró en las pasadas fiestas del barrio de Fanderia, en las que Arrillaga preparó una exposición en el Molino de Fanderia. «La gente se animó a ver las maquetas, y creo que se demostró que si se hace algo de este tipo puede tener tirón».
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Ahí estuvieron todos sus proyectos, que sin duda deslumbraron al público. Por ello le apena que «no haya un espacio para estas cosas».
Todo comenzó por una lesión
Alguno podría pensar que una afición como esta viene desde la niñez, pero este no es el caso. «Tuve una lesión y estuve de baja un tiempo, y me regalaron una maqueta de un barco», recuerda. El tiempo que pasaba en casa fue aprovechado para finalizar dicho proyecto. «Terminé muy rápido, y comencé a pensar en que podría replicar los edificios del pueblo». Dicho y hecho.
Una pasión que sin duda le hace feliz. Algo que se nota cuando se le escucha hablar de ello. En este aspecto, Arrillaga destaca que «cuando voy de viaje si veo alguna maqueta de alguna ciudad siempre me paro a disfrutar de ella». Algo que ya ocurrió en su última salida, en la que visitó lugares como Grecia o Croacia. «Vi maquetas de pueblos enteros, y quizás algún día me anime a hacer algo parecido con Errenteria». Todo ello si hay tiempo y espacio, pero algo que también necesitará para poder llevar a cabo estos proyectos es «la aprobación de mi mujer, a quien no le hace demasiada gracia que tenga estas cosas guardadas en casa», asegura entre risas».
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