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Como si de una definición del diccionario de la RAE se tratase, en la web de www.tierraspolares.es, en el apartado del Trineo de ... Viento, se puede leer: «Un proyecto sostenible para la exploración científica de los polos». Y más aún, además de esto, como definición del mismo añade: «El Trineo de Viento es un vehículo eólico único en el mundo del que es creador e impulsor Ramón Larramendi», uno de los máximos exponentes y experto en exploración polar de nuestro país, reconocido internacionalmente.
Este año el trineo, entregado a la ciencia mundial, cumple el 25 aniversario de su creación. Comenzó a probarse algún prototipo inicial en Pirineos. Unos meses más tarde, por estas fechas precisamente, en abril del año 2000 tuve el enorme privilegio de participar con Larramendi en la primera expedición en el Lago de los Esclavos, en el paso del Noroeste en el norte de Canadá, a la que nos acompañaron el canario José Manuel Naranjo, también explorador polar, y Javier de la Puente, de Aranda de Duero, CEO de la empresa de Fun Run Kayaks.
Allí probamos dos prototipos de trineos bien diferenciados. Uno fabricado con un casco de fibra por Javier de la Puente que, créanme, era el que personalmente más me gustaba por su diseño; y el otro basado en la técnica inuit, creado con railes y travesaños de madera atados con cordinos, vaya, un invento de lo más arcaico. En definitiva, uno, el tipo catamarán más modernista y con apariencia y el otro totalmente ancestral y con pinta de fragilidad.
Se debatía entre lo moderno y lo ancestral. Sin duda ganó esta última opción. Lo moderno no superaba las dificultades del terreno mientras que el trineo inuit navegaba con una adaptabilidad al hielo casi perfecta. Estaba clara la decisión. Nos quedamos con la versión ancestral. Aquello fue el primer gran paso y el comienzo de un desarrollo continuado y que aún perdura puesto que el Trineo de Viento cero emisiones está perennemente en constate evolución. «Aquél viaje a Canadá fue determinante para que el proyecto Trineo de Viento siguiese su andadura», recuerda Larramendi.
El Trineo de Viento lleva recorridos más de 30.000 kilómetros entre el Ártico y la Antártida: «Su evolución a lo largo de estos 25 años ha sido bestial. Pasó de ser una fantasía a un vehículo consolidado. Cada paso nos ha ido llevado al siguiente», comenta con orgullo Larramendi.
Sin duda la contribución del Trineo de Viento a la ciencia es de grandes dimensiones porque todas las expediciones desarrolladas en estos 25 años se han ido tomando muestras del hielo en diferentes zonas y en distintas capas, además de recoger y guardar el aire de la atmósfera. Con todo ello se investigan las razones del evidente cambio climático y también puede ser que se obtengan respuestas sobre de dónde venimos y hacia donde vamos.
Por todo ello y su gran aportación demostrada a la ciencia, hoy en día forma parte del Proyecto Polar Español para la Antártida al igual que el Buque de Investigación Oceanográfica Hespérides. Este próximo otoño espera Ramón que se haga realidad la expedición a la Antártida con el vehículo polar que con una duración de más de 100 días navegará unos 4.000 kilómetros en el difícil terreno del hielo antártico en condiciones extremas.
Un Trineo de Viento que acaba de cumplir 25 años desde su creación.
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