Haciendo amigos
Turquía es el último objetivo de los ataques de Trump. México, China, Europa, Corea del Norte o la ONU... el presidente de EE UU se busca enemigos exteriores para «reforzar su liderazgo interior, lo único que le importa», coinciden los analistas
The Washington Post incluye cada día en sus páginas un cuenta mentiras de Donald Trump. La media es de siete diarias. Es decir, va camino ... de las 4.000 trolas en sus 19 meses de mandato, que se cumplen hoy. Son los efectos de su nuevo modelo de diplomacia vía Twitter. «Es uno de los cambios más notorios en esa nueva Administración. Gracias a sus tuits se ha metido en líos con aliados y con enemigos», resume en su análisis del primer año largo de mandato del magnate Carlota García Encina, investigadora del Real Instituto Elcano.
Como sus mentiras, la lista de países contra los que se ha enfrentado en algún momento no deja de crecer. El último es la Turquía de Recep T. Erdogan, que ha pasado de ser su mayor aliado militar y económico en Oriente Medio a iniciar una guerra comercial para salvar su moneda, devaluada por las amenazas de la primera potencia. Erdogan incluso ha pedido a sus ciudadanos que «se libren de todos los electrodomésticos con marcas americanas».
Si hubiera que poner en un mapamundi los 'puntos calientes' de las refriegas de Donald Trump cada vez menos países se librarían de alguna diatriba. Y los que faltan lo deben en gran parte a que el dueño del Despacho Oval ni siquiera sabe que existen.
La Unión Europea es ahora para Trump «débil», en especial Alemania. Lo que no le impide ser «el mayor enemigo comercial que tenemos». Sus insultos han llevado a la canciller Angela Merkel, harta de que su país sea cuestionado en Washington, a decir que «Estados Unidos ha dejado de ser un aliado para Europa». Incluso la relación especial con Gran Bretaña se resquebraja después de que recomendara a su primera ministra, Theresa May, que «demandara» a la UE por la negociación del 'Brexit', para después amenazarle con que la ruptura con Europa «matará cualquier pacto entre nosotros».
Otros socios tradicionales como Canadá, Australia, Japón o Corea del Sur han tenido que soportar sus despectivos comentarios sobre su papel estratégico en lo militar y su «competencia desleal» en lo económico. Hasta los miembros de la OTAN, incluido España, son acusados de cicateros y de no gastar en Defensa mientras «nosotros seguimos pagando la seguridad mundial». En cuanto a la ONU, que reúne a amigos y enemigos en su seno, dijo que «es un club para pasárselo bien» y amenazó con no pagar su mantenimiento. No hay que olvidar que su sede principal está en Nueva York.
El reparto de rapapolvos empezó antes incluso de ser investido presidente y los centró en su vecino del sur: México. Donald Trump presentó esa frontera como el lugar «del que llegan todos los problemas. Traen drogas, son violadores, aunque algunos supongo que son buena gente». Incluso se pavoneó ante el presidente azteca (ahora saliente) Peña Nieto asegurando que serían los mexicanos los que pagarán el muro fronterizo que está construyendo. Su sucesor, el progresista López Obrador, hereda una vecindad aún más envenenada por la despiadada política norteamericana de separar a padres e hijos migrantes irregulares.
Voladura controlada
«Para reforzar su liderazgo en el interior, Trump está volando todos los puentes con el exterior», resume el catedrático de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Isidro Sepúlveda, que ve al novato político como el «generador de la tormenta perfecta» que agita hoy las cancillerías y las relaciones diplomáticas en el mundo.
Un análisis en el que coinciden otros expertos consultados. Rafael Moreno, profesor de Relaciones Internacionales en la Complutense de Madrid, acaba de regresar de una de sus habituales visitas al país de las barras y estrellas. Cree que todas sus estrategias se explican siempre «en clave doméstica, porque todas sus confrontaciones se basan en presentar a un Estados Unidos poderoso que no depende de nadie».
«Mi botón nuclear es más grande y poderoso»
A Corea del Norte
«Ganan miles de millones al año por pactos estúpidos de gobiernos anteriores»
A China
«Nos envían sus problemas, traen drogas y violadores»
A México
«Si firma el 'Brexit' matará cualquier tipo de pacto con nosotros»
A Gran Bretaña
«La inmigración está sacudiendo la débil coalición de Berlín»
A Alemania
«Es un club para pasarlo bien que pagan los Estados Unidos»
A la ONU
A pesar de su caída en las cuotas de popularidad, que le acerca ya al dudoso honor de ser el peor valorado de la historia, Rafael Moreno vuelve de un país en el que «la percepción sobre él es muy distinta. Ven a un hombre que parece fuerte y defiende al país». Porque si en algo es bueno Donald Trump es en «decir a la gente lo que quiere oír y mirar al votante como mira al mercado: hay un ganador que debe llevarse lo que pueda y sin responsabilidad alguna sobre el perdedor», resumió su biógrafa desde hace 30 años, Gwenda Blair, autora de 'Los Trump'.
Rusia, enemigo natural e histórico de Estados Unidos, es un día para Trump un modelo con un presidente «fuerte y directo», y otro «un patrón de intimidación y violencia». Y con el que sigue pendiente el culebrón de la posible injerencia informática rusa en las elecciones que llevaron a Trump al poder en noviembre de 2016.
En cuanto a China, ha obviado su condición de estado comunista para centrar sus iras en los acuerdos comerciales que, según el político americano, están haciendo ganar al imperio amarillo «cientos de miles de millones de dólares al año gracias a nuestros estúpidos gobiernos del pasado». Es su pataleta al comprobar que «el liderazgo económico se desplaza hacia Asia y no tiene posibilidades de recuperarlo. Así que se conforma con el liderazgo dialéctico», concluye Isidro Sepúlveda.
La relación de Trump con Corea del Norte roza el esperpento. Después de intercambiar amenazas mutuas con lenguaje de jardín de infancia («mi botón nuclear es más grande y poderoso», avisó el americano), los dos líderes se entrevistaron en junio en Singapur. De allí salió un acuerdo para enfriar las amenazas nucleares y «dejar el pasado atrás», como resumió el magnate.
Amaga, pero no pega
También Irán -advirtió- «sufrirá consecuencias como las que pocos han sufrido antes» si continúa con su programa nuclear. Cuba -prometió llenar la base estadounidense de Guantánamo de presos y mantener las torturas en sus celdas-, el chavismo de Venezuela o el islamismo en general -prohibió la entrada a EE UU de refugiados procedentes de Siria, Irán, Sudán, Libia, Somalia, Yemen e Irak- son otros damnificados. Sin olvidar a los palestinos a los que enfureció tras trasladar la embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, capital histórica reclamada por ambos.
Sus baterías de tuits suelen empezar a las seis de la mañana después de empaparse de las editoriales de la cadena ultraconservadora Fox News. Sin embargo, la sangre no suele llegar al río. Quienes tratan de entender el comportamiento de Trump, por errático que parezca, coinciden en que «hay mucho de retórica pero, en la práctica, todo es mucho más suave», resume el analista de la Universidad Complutense Rafael Moreno, para quien «él y sus asesores creen que la notoriedad es fundamental. Y se basa en ser muy crítico con todo y con todos».
Por si las peleas externas no le bastaran, el presidente mantiene en el interior de su país una cruzada contra la prensa convencional, esa que le rebate y recuenta sus «hechos alternativos». El viernes, 350 periódicos, liderados por el prestigioso 'Boston Globe', publicaron una editorial conjunta hartos de sus ataques.
'El arte del trato' (1987), 'Sobrevivir en la cima' (1991), 'La América que nos merecemos' (2000), 'Cómo hacerse rico' (2004)... Todos los libros que ha publicado Trump describen un mundo binario de ganadores y perdedores. En ese contexto construyó su imperio (su fortuna alcanza los 4.000 millones de euros, según la revista 'Forbes') bajo una ley básica: «Lucho como el infierno para pagar lo menos posible». Y ahora la quiere aplicar a todo Estados Unidos.
En 1941, Henry Luce, editor de revistas como 'Time' o 'Life', proclamó el comienzo del 'siglo americano'. Donald Trump lucha contra todos para «evitar un final de liderazgo prematuro que el resto del mundo ya percibe», coinciden Rafael Moreno e Isidro Sepúlveda.
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