Un drama cada tres segundos
Millones de personas buscan refugio fuera del hogar por la guerra. Tres refugiados de Siria, Afganistán y Ucrania narran su tragedia personal
Cada tres segundos, forzada por la violencia política, una persona en el mundo cierra la puerta de su casa e inicia el periplo que la ... conducirá, probablemente, a un campo de desplazados o, tal vez, a cruzar fronteras y enfrentarse al destino más incierto en un lugar extraño. La estadística procede del Informe Global de Tendencias de ACNUR correspondiente a 2023 y, desde entonces la frecuencia puede haberse reducido por la intensificación de los conflictos de Sudán o Myanmar.
Algunos de esos individuos que abandonaron su hogar han llegado a España. Este periódico ha hablado con tres procedentes de Siria, Afganistán y Ucrania, acogidos en Navarra, Sevilla y Bizkaia, respectivamente, gracias al apoyo de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).
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Ucrania Hanna Rakovska
«Ahora podemos comer y dormir relajadamente»

Tampoco Hanna Rakovska se esperaba lo que sucedió. Nunca pensó que el Ejército ruso invadiría Ucrania el 24 de febrero de 2022. «Es que soy muy optimista y pensé que esto no era posible en el siglo XXI», aduce y reconoce que sus abuelos, que habían vivido tiempos complejos y conflictos soviéticos, defendían lo contrario, que las tropas del gigante intentarían derrotarlos. Entonces, todo cambió. «Te transformas en otra persona y tu existencia se vuelve en blanco y negro», sostiene. «No puedes pensar ni trabajar, no te puedes concentrar, tu obsesión es sobrevivir. Los que resisten allí son héroes».
Esta profesora infantil, madre de tres hijos, decidió abandonar Kiev, la capital, tan pronto estalló el conflicto. Eligió España porque la madrina de su hijo menor reside en Vitoria y desde la capital alavesa fue enviada al pueblo vizcaíno de Artea y, posteriormente, a Ermua, donde se siente a gusto. «Todo el mundo es amable, y esa calidez me ayuda a combatir la frustración de que no tenemos casa ni dinero ni amigos», revela. «Ahora, podemos hacer cosas normales como comer y dormir relajadamente».
6,3 millones
de ucranianos han traspasado las fronteras de su país en los últimos tres años.
2 millones
de refugiados han vuelto al país, según el Gobierno de Kiev.
236.000 ucranianos
en España, el quinto país por el volumen de acogida de la guerra.
Hanna sigue un curso de audiovisuales. Apasionada de la fotografía desde los siete años, aspira a aprender dirección de cine y se siente agradecida por la confianza depositada en sus facultades por los responsables de la formación. «Creen en mí más que yo misma», afirma y habla del placer de escribir guiones, manejar una cámara o grabar, o del orgullo que le proporciona la elaboración de un cortometraje. «Hay que tener una meta y a mí me gustaría hacer una película y devolver algo de lo que he recibido aquí», alega y reconoce que también sueña con la victoria ucraniana y que le entristeció profundamente el desaire de Trump a Zelenski.
La preocupación no se ha disipado en la mente de Rakovska. Su hijo mayor ha regresado a Ucrania para estudiar Matemáticas. «No tiene suficiente nivel de castellano para hacerlo aquí», alega y confiesa que teme que sea enrolado. Mientras, sigue atenta a los estudios de los menores, de 15 y 12 años, y confía en que la paz se vislumbre en Europa Oriental. Su objetivo es lograr un trabajo que no sabe cómo alcanzar y, por ahora, no se plantea la vuelta de toda la familia. 6,2 millones de ucranianos han abandonado su hogar y 236.570 reciben protección temporal en España. «La vida allí no es vida».
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Afganistán Marwa A.
«Me gustaría regresar a Kabul y recuperar mi casa, a mis amigas y alumnas»

Marwa A. admite que no lo vio venir. Aquel jueves de agosto de 2021 se despidió de sus colegas del despacho donde trabajaba para disfrutar del fin de semana de los países musulmanes. «Comentamos que el gobierno nunca permitiría que los talibanes entraran en la capital». Sus predicciones estaban equivocadas. El domingo, la urbe afgana se despertó en medio de gritos estentóreos. «Estaban allí y nadie se atrevió a salir a la calle. Pasamos el día encerrados en una habitación sin hablar, mirándonos los unos a los otros».
El mundo se había convertido en la peor pesadilla. De repente, esta joven de 27 años había perdido su incipiente carrera como arquitecta y diseñadora de interiores y su futuro como individuo autónomo. «En una noche todo cambió». Todo lo que sabía de los milicianos lo había leído como un episodio de la historia nacional. Ahora eran el poder. A lo largo de los días, la nueva Administración despojó a las mujeres de su facultad para trabajar o estudiar, y a los hombres de sus empleos en organizaciones extranjeras. «En tres meses no salí de casa».
Sobrevivir se volvió un propósito complicado sobre todo cuando el dinero escaseaba y el peligro acechaba. «Las niñas sólo podían acceder a estudios primarios y monté una academia en casa, pero la situación se complicó. No podía ni comprar un bolígrafo».
Pero todo puede empeorar. Los talibanes iban puerta a puerta reclamando información sobre los miembros de cada familia, sus oficios y, sobre todo, solicitando el nivel académico de las mujeres. «Entonces comenzaron los arrestos y las desapariciones», señala. El mayor drama estaba por llegar. «Un día aparecieron reclamando a una de mis hermanas para casarla con un combatiente y mi padre lo rechazó». Al día siguiente, el progenitor abandonó el hogar para ir a trabajar. No volvió. «Después de mucho preguntar, nos revelaron que lo habían matado».
Conseguir pasaportes y visados para abandonar el país se volvió el objetivo de todos. Solicitaron el documento para viajar a Irán aduciendo que allí vivía una hermana. «Lo pedimos varias veces y gracias a que tenemos un hermano pudimos obtenerlo ya que las mujeres no pueden viajar solas», señala. Su plan no contemplaba la vuelta. Acudieron a la embajada española y lograron volar a Madrid. Los siete miembros de esta familia residen desde 2024 en la población sevillana de Mairena de Aljarafe y se esfuerzan por aprender el idioma. «Es duro», indica y confiesa su esperanza de retomar, algún día, su profesión, «regresar a Kabul y recuperar mi casa, mis amigas y mis alumnas».
6 millones
de afganos han huido del emirato talibán
305.866 refugiados
que se hallaban en campamentos en la vecina Pakistán han regresado a su país.
2.354 refugiados
afganos viven en España.
Más de 2.6 millones de afganos han dejado su país y sólo 300.000 han retornado a su país, mayormente, aquellos que permanecían al otro lado de la frontera, en Pakistán. Marwa forma parte de los 2.354 que residen en España. La arquitecta no imagina volver a su patria mientras siga bajo control talibán y rememora los días felices en su ciudad, aunque puntualiza: «No estábamos en la calle a partir de las seis de la tarde».
La joven dice que lo peor de su nueva vida es la imposibilidad de acceder a un empleo y, por tanto, a alquilar un piso, y que lo mejor de esta Andalucía recién descubierta es la gente. «Es muy amable y simpática, y es seguro. Mi hermana vuelve de estudiar a las diez y media de la noche. Antes de que llegaran los talibanes, teníamos libertad, pero no como aquí».
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Siria Abdo Alali
«Ser refugiado es empezar desde menos cero»

La vida de Abdo Alali se complicó en 2011 cuando comenzó la guerra contra el dictador sirio Bashar al-Ásad. Tenía nueve años y su infancia se interrumpió para siempre. «Recuerdo los helicópteros que nos atacaban y mataron a varios vecinos, y los tanques del Ejército por las calles», explica. El pecado de los nativos radicaba en vivir en Idlib, una ciudad que se había alzado contra el presidente y escapado de su control. «Antes de reconquistarla, nos cortaron el agua, la luz e internet. Dejamos de estar seguros incluso en la escuela. Era un delito ser de allí».
Un cohete segó la vida de uno de sus tíos y la brutalidad también lo alcanzó. «Un hombre que conocíamos se reveló como un miembro del Daesh y quiso enrolarme en la calle, me negué y me disparó en la pierna», relata. Le tuvieron que dar catorce puntos de sutura debajo de la rodilla. La familia resistió tres años aquel infierno, hasta que un tío, encarcelado en la terrible prisión de Saydnaya, pudo enviarles un mensaje advirtiéndoles de que los carceleros elaboraban listas de allegados de cada reo. «Teníamos que huir y mi padre, que era soldador, logró dinero de un familiar que vivía en Argelia para volar a aquel país».
Durante un lustro permanecieron en la república magrebí. «Pero no teníamos papeles y había que sobornar a la Policía», confiesa. Tenía 17 años cuando comenzó su aventura personal. «Yo digo que he recibido dos golpes, uno fue la guerra en Siria y abandonar a tu familia y costumbres, y otro cuando tuve que dejar a mis padres y hermanos para viajar solo a España». Llegó a Marruecos a través de las montañas y pagó 1.500 euros para entrar en Melilla escondido sobre la rueda delantera de un camión. Su destino era el centro de menores de la localidad y, de ahí, fue enviado a Pamplona.
El joven refugiado aborda la dificultad para salir adelante sin medios. «No es comenzar desde cero, sino desde menos cero», indica y alega que el desconocimiento del idioma y la condición de extranjero obstaculizan la integración. «Cuando se dan cuenta de que no eres de aquí te dicen que buscan otro perfil». Tras esforzarse por aprender el castellano, que ya domina con fluidez tras un año de estudio, trabajó día y noche como camarero en bares y discotecas.
7 millones
de ciudadanos han abandonado el país desde el inicio de la guerra.
17.000 sirios
residen en España con protección institucional.
125.000 acogidos
se calcula que han regresado a su patria en los últimos meses.
Ahora, una vez más, se duplican sus retos. Por un lado, Abdo se afana en sacar adelante el 'Sirius', el bar que acaba de abrir en el casco viejo de la capital navarra , mientras sigue buscando un piso de alquiler para acoger a su familia, que ha podido reunirse con él cinco años después de su partida. A los 22 años se ha convertido en responsable de todos.
La vuelta a la patria abandonada no se contempla. En España hay censados unos 17.000 sirios y menos de un 1% de los 7 millones que componen la forzada diáspora ha regresado.
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