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Los vecinos denuncian el «ocultismo» y la gestión «chapucera» en Zaldibar
De Eibar, Ermua y Elgeta partieron tres movilizaciones que concentraron a 5.000 personas en Eitzaga
Caras largas, semblante serio y ganas de pocas bromas. Se intuía incluso a través de la mascarilla que muchos llevaban en señal de protesta. Alrededor ... de 5.000 personas participaron en una gran movilización que partió de Eibar, Ermua y Elgeta, las tres localidades próximas a la escombrera, y que culminó en Eitzaga. La plaza de este barrio de Zaldibar, en el que se encuentra la instalación de Verter Recycling 2002 SL, se quedó pequeña. Unos, subidos en la ladera, y otros, en muretes de los alrededores, mientras una larga cola de gente serpenteaba carretera abajo, sin casi poder escuchar las declaraciones que hicieron vecinos, miembros de la plataforma ciudadana y la portavoz de las familias de los dos trabajadores que siguen sepultados. Pero el objetivo de la convocatoria era sumar y hacerse oír. Y lo consiguieron.
La gestión del desprendimiento de Zaldibar recibió así un nuevo suspenso y los vecinos dejaron claro que están preocupados e indignados, que ven la resolución de este problema con incertidumbre y que las formas utilizadas por la empresa y el Gobierno Vasco hasta la fecha solo han echado más leña al fuego de la «desconfianza».
Un gestión que calificaron de «chapucera», donde «no se sabe quién miente ni quién es el responsable». Pero desde luego, aclararon, «los ciudadanos no lo somos y solo estamos sufriendo las consecuencias. No hay nada más delator que el silencio», denunciaron desde la plataforma ciudadana 'Zaldibar argitu!'.
Poco antes de las 17.00 horas, minutos antes de que partiera la columna de la ciudad armera, Gorka Bocos le colocaba el protector respiratorio correctamente a su hijo Xiker. Las recomendaciones de no ventilar los hogares o evitar los deportes en exteriores que hizo el viernes por la tarde el Departamento vasco de Salud, debido a que habían registrado unos niveles de dioxinas y furanos hasta 50 veces superiores a lo habitual en entornos urbanos, no fue ninguna sorpresa para este eibartarra, que lleva desde el sábado pasado viendo una neblina cada vez que se asoma por la ventana de su casa y mira hacia Zaldibar. «No hace falta ser ingeniero para saber que algo pasa, porque lleva oliendo mal, como a plástico quemado, desde el sábado pasado». Se muestra decepcionado. «Nos han engañado a la cara, nos han dicho que todo estaba bien, pero era mentira. ¿Quién se fía ahora? Si antes ya teníamos poca confianza, ahora peor», critica.
El historial de contradicciones, los mensajes tardíos y las «medias verdades» de los últimos diez días parecen grabados a fuego en muchos vecinos guipuzcoanos y vizcaínos que residen en estas localidades más cercanas a Zaldibar. «Primero que no había material contaminante, luego que había amianto. Después dijeron que no había problema con el agua, y después que en Eitzaga no lo consuman por precaución. Lo mismo dijeron del aire, y ahora resulta que tampoco es bueno», enumeran.
Un grupo de ocho jóvenes de Eibar, que también asistió a la cita, reclamó «respuestas», «saber qué esta pasando» y una mayor «transparencia», visiblemente preocupados por el riesgo para la salud que supone el aire que flota en la ciudad armera desde que se produjera un incendio en el vertedero.
Koldo Montiel cuenta que regreso hace cuatro años de China, donde trabajaba, porque tenía dos hijas y quería que crecieran en un ambiente más saludable «y ahora me encuentro con esto». Se niega a ponerse la mascarilla, que muchos portaron en señal de protesta. «No me la pienso poner», he vivido en China y no me voy a morir por esto, pero todo lo que está pasando es vergonzoso», dice contundente.
Varios asistentes recurrieron al mismo ejemplo: «No se puede seguir escondiendo la basura debajo de las alfombras», a lo que otro acompañante añadió que «antes de buscar responsabilidades, que solucionen el problema y una vez solucionado que se peguen todo lo que quieran».
Más allá de la preocupación evidente por los efectos que el agua y el aire pueden tener en su salud, los vecinos recordaron con firmeza que diez días después aún permanecen sepultados los cuerpos de Alberto Sololuze y Joaquín Beltrán, tras el derrumbe que produjo el pasado día 6 y que sepultó un tramo de la AP8, dirección San Sebastián. «Solo de pensarlo y de pensar en sus familias se te ponen los pelos de punta», señala Begoña Zorrozu, una pasaitarra que llegó de Algorta con su marido, Joxe Mari Unzueta, quien advirtió que «todo esto es solo la punta del iceberg».
La plaza se queda pequeña
Pasadas las seis de la tarde una marea invadió el barrio de Eitzaga. Las columnas más numerosas, llegadas desde Eibar y Ermua, fueron exigiendo a medida que avanzaban la dimisión de los responsables de esta tragedia. Al llegar a la 'zona cero' fueron recibidos entre aplausos, y cada uno de los que intervino ante la marea humana tuvo unas palabras en recuerdo a los trabajadores fallecidos.
Desde la plataforma 'Zaldibia argitu!' exigieron a las instituciones y a la empresa del vertedero que aportaran «información transparente y un plan con medidas concretas». «Esto no puede volver a pasar, debe reanudarse la búsqueda de Alberto y Joaquín ya». «Lo prioritario no está siendo sacar a los trabajadores sepultados, sino, más bien, realizar un lavado de cara a los responsables políticos», reprocharon los convocantes de la movilización.
Asimismo, manifestaron que las propias instituciones deberían ordenar «análisis médicos» para aquellas personas que por su lugar de trabajo o residencia hayan podido estar más expuestas a esos niveles nocivos de aire.
El encuentro en Eitzaga apenas duró media hora y terminó con un bertso escrito por los propios vecinos. Una vez finalizado el acto tocaba regresar a casa, y hay quien por el camino habló del Eibar-Real Sociedad, un partido que hoy iba a disputarse en Ipurua, pero que ha quedado finalmente suspendido. «Igual ha servido para que este tema coja más notoriedad», comentaba un vecino a un amigo. «Será fuera de Eibar, porque aquí todos sabemos lo que pasa», le insinuó su compañero.
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