Caso de Bernedo

Udalekus: la fina línea entre educar y adoctrinar

El caso de Bernedo, que acumula ya doce denuncias, pone en entredicho el control en estos espacios lúdicos privados y la protección de los menores

Domingo, 5 de octubre 2025, 00:37

Cada verano, durante semanas y las 24 horas del día, miles de menores que acuden a los campamentos juegan, aprenden, pero también escuchan e imitan. ... El caso destapado en Bernedo, que acumula ya doce denuncias –una por una supuesta agresión sexual y las otras por presuntos delitos contra la libertad sexual, exhibicionismo y coacciones–, ha causado un gran impacto en la sociedad vasca pero también saca a relucir varias reflexiones que debaten en estas páginas los expertos Maite Garaigordobil, doctora en Psicología y catedrática de Evaluación y Diagnóstico Psicológicos de la UPV; José Luis García, psicólogo clínico y sexólogo desde hace 40 años; y Javier Gómez-Zapiain, doctor en Psicología y exprofesor de Psicología de la Sexualidad de la Universidad del País Vasco.

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Las preguntas surgen en cascada: ¿Saben los padres dónde mandan a sus hijos? ¿Deberían aplicarse mayores controles para que no se sucedan situaciones como la destapada en las colonias privadas organizadas por Sarrea Euskal Udaleku Elkartea? ¿Son los udalekus espacios idóneos para realizar cualquier tipo de actividad con los chavales? Y la cuestión central que hace revolverse en el asiento: ¿Dónde termina la educación en valores y dónde comienza el adoctrinamiento?

Todos comparten, por un lado, la importancia de establecer mayores controles sobre las entidades que desarrollan campamentos con menores. Por otro, la necesidad de que los padres conozcan lo que van a hacer sus hijos en ese espacio educativo y subrayan la figura del monitor como referente educativo con una «enorme influencia educativa y social» sobre los niños y adolescentes en los udalekus. «Los monitores no solo organizan actividades lúdicas, también son un modelo de referencia en un entorno donde los menores están fuera de su casa y pasan mucho tiempo entre iguales. Y más allá de dinamizar actividades, transmiten valores, normas sociales y cómo relacionarse. Se establece un vínculo emocional muy fuerte, conviven con ellos 24 horas y esto amplifica su capacidad para influir en actitudes y comportamientos», afirma Maite Garaigordobil, que añade cómo los menores «tienden a imitar actitudes, formas de hablar y de relacionarse» sin olvidar que muchos están en plena adolescencia, una etapa en la que «están expuestos a inseguridades, estabilidad emocional y a dinámicas de presión de grupo. Por ello es una etapa de gran vulnerabilidad».

José Luis García, dedicado al estudio de la educación sexual y el consumo de pornografía, también tiene claro que «cualquier autoridad, sea padre, madre, profesor, que esté vinculado a la educación de un niño, influye, sí o sí. Es un modelo que está ofreciendo valores, actitudes, comportamientos. Incluso la ropa que lleva podría ser de alguna manera un motivo de copia. Por tanto, hay que tener mucho cuidado. La primera idea es que no hay que tratar de utilizar ese poder que tienen los monitores para manipular, para adoctrinar».

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Menores

Entre 10 y 15 años. En esta franja de edad se encontraban los cientos de chavales que acudieron este verano a los campamentos de Bernedo de la asociación privada Sarrea –que también organiza udalekus en Goñi y Abaigar (Navarra)–. A su regreso, comenzaron a salir a la luz varias cartas de menores que relataban que las duchas eran mixtas, cómo los monitores se duchaban con los chavales y que se paseaban desnudos por las diferentes estancias. «Otra cosa rara es que las monitoras hacen topless en la piscina y por la cocina andan en tetas y alguna sin sujetador», relató una menor en uno de los escritos enviados a sus padres durante su estancia en estas colonias alavesas. Que los espejos estuvieran tapados también fue otra de las cosas que llamó la atención de varios chavales.

Según explicaron en un comunicado los responsables de estos campamentos de Bernedo, su proyecto educativo «se basa en valores transfeministas» y «trabajamos rompiendo estereotipos de género(...)».

En este sentido, Garaigordobil expone que el tema del adoctrinamiento o la desprotección es un punto central de la controversia generada por el caso Bernedo. «En los campamentos autogestionados con una clara base ideológica, como el proyecto 'transfeminista' de Sarrea, existe un debate sobre dónde termina la educación en valores y dónde comienza el adoctrinamiento. El control se hace muy difícil en los campamentos que no están registrados ni solicitan subvenciones de las administraciones y es cuando la desprotección se agrava, ya que impide realizar inspecciones preventivas. Cuando sí existe el control administrativo, los campamentos que están registrados deben cumplir la normativa autonómica, que busca garantizar la seguridad, las ratios de monitores y las instalaciones. Sin embargo, la ley no suele fiscalizar el contenido ideológico o los métodos pedagógicos, salvo que estos infrinjan la ley penal o de protección de menores».

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A su juicio, «no se trata de limitar la transmisión de valores, porque todo proceso educativo lo hace, pero sí es importante garantizar que lo que se transmite son valores universales como respeto, igualdad, diversidad, derechos humanos... y nunca ideologías particulares. La clave es que los contenidos sean adecuados a la edad y se comunique con claridad a las familias, para que puedan decidir de manera informada».

Controles

Esta experta no niega que existe «siempre» el riesgo de que «determinados proyectos introduzcan contenidos ideológicos de forma no transparente», por ello, considera «fundamental» establecer controles, asegurar que las entidades que organizan campamentos «estén registradas, evaluadas y acreditadas y que exista una supervisión pública sobre los programas que se ofrecen, tanto en los udalekus públicos como los organizados por entidades privadas». Insiste, al igual que lo hacen Gómez-Zapiain y García, en que «ayuntamientos, departamentos de Juventud... y los padres deben tener información precisa y clara sobre lo que los menores harán en ese espacio educativo y sobre la filosofía en la que se inscriben las actividades que llevarán a cabo».

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En el caso del polémico campamento, comenzó a publicitarse hace ocho meses, el plazo habitual en este tipo de colonias de verano para que las familias puedan organizarse de cara a las vacaciones de los escolares. Sin embargo, en virtud del anuncio y del cartel difundidos en su web y en redes sociales, los padres de los chavales no podrían haberse imaginado las controvertidas prácticas que los cuidadores llevan a cabo, según el testimonio de menores que relataron los hechos a su regreso.

A este respecto, Garaigordobil opina que «la información que ahora han publicado los monitores en su comunicado público es clara, y ello permite a los padres y madres valorar si están o no de acuerdo con que sus hijos e hijas tengan ese tipo de actividades o experiencias educativas. Si hay trasparencia y control institucional, la familia podrá elegir libremente si las actividades de ese udaleku son coherentes con sus valores familiares».

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Ser neutral al 100% es algo que resulta prácticamente «imposible», opina José Luis García, pero aquí la clave de todo: «Sí se puede ser especialmente respetuosos. No manipulemos ni influyamos para nuestros intereses. Por tanto, respeto escrupuloso de la educación y de los contextos donde hay niños. No meterles ideas de todo tipo, me da igual que sean políticas o de otra índole. Los educadores no tienen por qué conseguir un rédito ideológico-político. Tu ideología tiene que estar fuera de la relación con los niños. Sé que es muy difícil, pero hay que tratar de ser neutros y pedir ética y honestidad a los monitores, profesores...». Sí considera que «hay valores que hay que hablar, como solidaridad, respeto, empatía», pero traza una línea roja a la hora de dirigir la orientación sexual de los chavales. «Eso es otra cosa. Tú no puedes influir en que un niño sea homosexual o heterosexual. Eso no es ético», expone rotundo.

«Traumas»

Una de las revelaciones que más impacto ha causado del caso es lo que relató una de las menores al «tener que chupar el dedo gordo del pie» a uno de los monitores para conseguir la merienda. Otras familias contaron que algunas de las niñas «han salido traumatizadas» y que tuvieron que recibir «atención psicológica». Lo que se suponían unos días divertidos de verano se convirtieron en algo muy distinto para algunos chavales. «Si un menor vuelve traumatizado, significa que algo ha fallado en la protección educativa. El hecho de que haya relatos de menores que volvieron traumatizados es una señal de que pudo haber una vulneración de su bienestar emocional y seguridad. El trauma puede ser resultado de una exposición inapropiada (presuntas situaciones de duchas mixtas con monitores o el topless en el campamento) o por una conducta de presión o coacción (sentirse obligados a participar en actividades que les generaban incomodidad o miedo, contraviniendo la libertad personal)», advierte Garaigodobil. García añade la importancia de «respetar escrupulosamente la evolución de cada niño. Si uno es un poco pudoroso y por la razón que sea no le gusta verse desnudo delante de otros, eso hay que respetarlo. Porque forzar a ese niño supone crearle un problema. No se puede someter a los niños a experiencias que para algunos pueden resultar muy fuertes».

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Por su parte, Javier Gómez-Zapiain, psicólogo que ha dedicado parte de su carrera a la investigación de la sexualidad humana, realiza una apreciación y afirma que «no se puede dar por hecho que ver cuerpos desnudos, incluso de adultos, sea en sí mismo negativo ni traumático. Bien al contrario puede ser altamente positivo;todo depende del contexto en el que ocurra. Lo que los responsables de tiempo libre no pueden hacer es tomar una serie de iniciativas educativas sin contar previamente con las madres y padres. Lo que es muy perjudicial es el carácter activista del grupo de monitores al tratar de imponer un modo de entender la sexualidad que probablemente esté muy lejos de la realidad de las familias. Es peligroso educar a alguien contra su propio grupo».

«No se trata de limitar la transmisión de valores, pero sí garantizar que sean universales»

Maite Garaigordobil

Psicóloga

«Tú no puedes influir en que un niño sea homosexual o heterosexual, no es ético»

José Luis García

Piscólogo experto en sexualidad

«No se pueden tomar iniciativas educativas sin contar con los padres»

Javier Gómez-Zapiain

Psicólogo experto en sexualidad

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