Calentar los alimentos sobre el fuego nos distinguió de otros animales, comer en grupo convirtió la necesidad en un acto social. Imagino que la primera ... sobremesa surgió de forma espontánea, mientras los primeros humanos hacían tiempo para que se apagaran las brasas. Alrededor del fuego desarrollaron el lenguaje, la imaginación, los relatos y despertó en ellos un sentimiento de hermandad tribal. Durante miles de años todo transcurrió alrededor del fuego. Hoy, ese espacio de encuentro lo ocupa un tablero soportado por cuatro patas. Con la edad, constatas que lo mejor de una comida es la gente con la que compartes mesa y sobremesa. Tras los cafés la conversación se desordena, se divaga de todo y de nada, surgen temas de conversación imposibles en otro ambiente, los ausentes reviven en las anécdotas, los comensales intercambian sentimientos, lecturas, saberes y cualquier torpe intento de politizar o polemizar la conversación es atajado sin pudor.
Sobremesa es una palabra intraducible, no existe su equivalente en ningún otro idioma. Ignoro la razón pero, también aquí, el estilo de vida acelerado amenaza con hacerla desaparecer de nuestras mesas. Por fortuna, el verano es un clima ideal para que se reproduzcan las sobremesas. Las vacaciones son ese lugar donde el tiempo discurre a otro ritmo. Quizá lo que más me gusta de una sobremesa es sentir cómo dilapido las horas sin ningún cargo de conciencia. Ser consciente del valor incalculable de algo tan insignificante.
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