«Era ya la sexta fiesta que hacían en el caserío»
Los vecinos junto a la finca de la macrofiesta ilegal en Astigarraga narran los hechos. «Empezaron con fiestas de disfraces de no más de diez personas pero esta se les fue de las manos»
carlos r. vidondo
Lunes, 30 de agosto 2021, 06:31
No era la primera, pero sí será la última fiesta ilegal que se organice en la finca junto al caserío Olabarrieta de Astigarraga, donde el ... pasado viernes se congregaron «más de mil personas», según los vecinos de la zona, lindante con Errenteria. Estos terrenos rodeados de maizales se habían convertido en el último mes en el escenario de reuniones privadas si saltarse la normativa Covid -amigos o conocidos de los organizadores de la fiesta, entre los cuales hay al menos un joven donostiarra-. Ninguna, no obstante, de la envergadura de la del pasado viernes que se saldó con más de 200 participantes multados por la Ertzaintza por incumplir la normativa sanitaria. «Con esta es ya la sexta fiesta que organizan, lo que pasa es que las otras han estado más o menos controladas», confirman los testigos con los que ha hablado este periódico.
Los encuentros han tenido lugar a lo largo de todo el mes de agosto en una antigua cuadra en mal estado que, actualmente, se destina al almacén de material de construcción y vehículos desguazados. «Las primeras eran fiestas de disfraces de no más de diez personas y que comenzaban sobre las seis de la tarde. Nunca eran seguidas; a veces, entre semana y otras, durante el finde -aseguran-. De hecho, al principio no se cobraba entrada», relatan las mismas fuentes. Esas primeras reuniones privadas se desarrollaron sin incidentes.
Pero la última celebración «se fue de las manos». Según los vecinos, había habido un precedente en el que sí tuvieron que llamar a la Ertzaintza «pero no se personaron». El pasado viernes, la fiesta, organizada al detalle, subió de decibelios e incumplió la normativa antiCovid. Sobre las 22.30 horas empezaron a llegar «en grandes autobuses que paraban en los alrededores y desde ahí iban andando hasta el acceso, donde un joven sentado en una silla comprobaba en su tablet los nombres y DNI de quienes habían pagado la entrada por internet», explican algunos vecinos de Astigarraga, quienes confirman que el coste por asistir podía alcanzar los 25 euros, según la edad y afinidad con los organizadores. «En la puerta de la finca se registraban los maleteros para evitar que entraran con su 'priva' y que así tuvieran que consumir dentro», añaden. El problema saltó en el exterior, con los jóvenes que querían entrar pero no tenían entrada. En un estrecho sendero de tierra «habría unas 200 personas que intentaban saltar la muga» de los terrenos adyacentes para poder llegar a la fiesta, describe uno de los vecinos consultados.
Sobre las 01.30 horas, y tras las quejas de los residentes de la zona «por la actitud de guerra» que tomaron algunos participantes al ser advertidos de su actitud, llegaron ocho vehículos de la Ertzaintza a intentar desalojar el espacio. Los agentes se encontraron con la negativa de los organizadores, quienes aseguraban que era «una fiesta privada y que no podrían entrar sin una orden judicial», comentan fuentes allí presentes.
Huida de la policía
Finalmente, hacia las seis de la mañana se procedió al desalojo. «Se encontraron de todo: luces de escenario, cañones de humo, neveras, altavoces de gran potencia...». Tal y como relató la Er-tzaintza, había un DJ que pinchaba música, varias barras de bar y neveras para guardar las bebidas alcohólicas. Al parecer, días antes, se habían estado vendiendo entradas por internet y se corrió la voz del evento entre multitude de jóvenes, de entre 18 y 21 años.
En su huida de la policía, algunos de los asistentes cruzaron a través de los terrenos privados de las zonas vecinas, e incluso «rompieron el cercado de alambre de espino, entraron a los jardines y a los prados del ganado...», describen los vecinos de la zona. Días después, en las inmediaciones aún podían encontrarse restos de basura, mascarillas, cristales, bolsas de plástico y vasos por los diferentes caminos de salida.
La Ertzaintza ha abierto el correspondiente expediente por incumplimiento de la normativa anticovid. Según el Departamento de Seguridad, al menos 200 participantes que fueron identificados recibirán una multa. La investigación sigue abierta.
Pasan a disposición judicial los 18 detenidos en el macrobotellón de Noja, muchos de ellos del País Vasco
Los 18 detenidos en la madrugada del domingo por desobedecer, increpar y actuar de forma violenta contra los agentes de la Guardia Civil que intentaban disolver el macrobotellón en Noja han pasado este lunes a disposición judicial. Entre los detenidos, hay un porcentaje «muy elevado» proceden del País Vasco y menores de edad.
Así lo ha confirmado, a preguntas de los medios de comunicación, la delegada del Gobierno en Cantabria, Ainoa Quiñones (PSOE). Están acusados de desórdenes públicos y atentado contra agentes de la autoridad (en los incidentes, varios agentes sufrieron contusiones y uno resultó herido con un corte en un ojo).
Cuando la Guardia Civil recibió a altas horas de la madrugada del domingo el aviso de los sucesos de Noja, estaba disolviendo otro botellón en la playa de Berria, en Santoña. Y es que, según Quiñones, la noche del sábado al domingo fue «muy complicada» para el control de la seguridad y el orden público.
Al llegar al macrobotellón de Noja, en el que según la Guardia Civil había al menos unas 600 personas, algunos de los participantes recibieron a los agentes «con gritos y lanzándoles todo tipo de objetos», según ha detallado Quiñones.
La Guardia Civil explicó que incluso algunas personas intentaron cortar la carretera de acceso a la playa con contenedores de basura, por lo que, «debido a la virulencia de los hechos», tuvieron que acudir otros 20 agentes uniformados de apoyo.
Fue entonces cuando se llevaron a cabo diferentes cargas policiales, deteniendo a 18 personas y formulándose más de 100 denuncias por participar en el altercado.
En los incidentes, diversos agentes sufrieron contusiones y uno de ellos fue herido con un corte en un ojo provocado por el lanzamiento de un vaso de vidrio.
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