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Rebeca Vargas. Fernando De la Hera
Rebeca Vargas | Empleada de hogar

«Mis primeros tres años en Gipuzkoa estuve cobrando las nóminas en negro»

Esta nicaragüense afincada en Irun defiende la «dignidad» de su trabajo y pide «más inspecciones»

Eneko P. Carrasco

San Sebastián

Martes, 8 de julio 2025, 06:24

Rebeca Vargas, nicaragüense de 38 años, llegó a Gipuzkoa en 2010 acompañada de una amiga. Esta licenciada en Contaduría Pública y Finanzas aterrizó en Irun, donde sigue viviendo ahora, y desde entonces siempre ha tenido trabajos relacionados con el cuidado de personas dependientes o las tareas del hogar.

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«Los primeros tres años en Gipuzkoa estuve cobrando en negro», admite Vargas, quien también recalca que «desde 2013, más o menos, mi situación laboral ya está asentada y regularizada». Esta profesional, natural de la provincia nicaragüense de Nueva Segovia, reivindica que «debería haber más inspecciones en este ámbito profesional y se debería reducir también el tiempo de espera para poder conseguir un empadronamiento».

Entre 900 y 1.400 euros

Con todo, Vargas se siente «afortunada», porque en su experiencia laboral en Gipuzkoa «siempre me he sentido bien tratada por las familias con las que he trabajado. Sé que no todas han corrido la misma suerte que yo, pero la verdad es que en ese sentido no tengo queja. Mis reivindicaciones se centran más en las condiciones que sufren otras mujeres». Vargas, afincada en Irun desde el año 2010, cuenta que «he estado trabajando de interna y, de un tiempo a esta parte, ya estoy a jornada».

Con apenas 22 años dejó su Nicaragua natal y, junto a una amiga, emprendió el viaje a tierras vascas. «Nos decían que los trabajos aquí estaban mucho mejor pagados que en nuestro país. Nos lo pintaron muy bonito y... Bueno, los inicios no fueron sencillos, nunca lo son», recuerda.

Los sueldos que ha percibido en estos años van desde los 900 a los 1.400 euros. «He trabajado cuidando a mayores dependientes, ocupándome de la casa, haciendo limpieza...», enumera. De las peores cosas que le han tocado vivir en estos 15 años en Gipuzkoa es «lo lejos que tengo a mi familia. Eso duele», cuenta. «Cuando nos vamos de Nicaragua siempre decimos que en un año volveremos... Y no es verdad, nos quedamos aquí», concluye.

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