El rescate protagonizado por un inmigrante que vive en las calles de San Sebastián: «Vi que no se movía y me lancé en su ayuda»
Hicham Badraoui, que recaló en Donostia tras salir en patera de Marruecos donde trabajaba de socorrista, auxilia a un joven inconsciente junto al Náutico. «Se lo llevó la ambulancia y no supe más de él», afirma el marroquí, que vive en la calle
La tarde del 5 de agosto el marroquí Hicham Badraoui (Casablanca, 1986) estaba sentado en las escaleras del Náutico de San Sebastián escuchando música en ... sus auriculares y admirando las vistas de la bahía de La Concha. Era su momento de paz. Su rato para tratar de desconectar de una rutina en la que duerme a la intemperie y no tiene un plato de comida garantizado. Una tranquilidad que su instinto de socorrista interrumpió al ver que una persona flotaba en el agua boca abajo y sin signos de movimiento.
«Al principio pensé que estaba entrenando la respiración, intentando aguantar lo máximo posible», cuenta Hicham tres semanas después desde el mismo sitio en el que vivió el «rescate más grave» de su vida. «Uno, dos, tres, cuatro… No se movía. Seguí mirándole, se acabó la canción que estaba escuchando y me di cuenta de que la mujer que tenía a mi lado estaba observando lo mismo. No era normal lo que estaba sucediendo, y no lo pensé más. Salté al agua para intentar rescatarle».
El cuerpo permanecía flotando a unos 30 metros del Náutico y de la plataforma de madera, un punto que queda demasiado lejos como para avistarlo desde el primer puesto de socorristas de la playa de La Concha. Hicham llegó a donde él a nado y a pie, ya que la marea estaba baja y permitía tocar fondo fácilmente. Otro hombre que alcanzó al mismo tiempo al joven, «de unos 20-23 años», lo giró para ponerlo boca arriba y ambos vieron que le salía espuma por la boca. «Cogí al chico y lo saqué del agua. No estaba consciente y tampoco respiraba», transmite en un notable castellano que ha aprendido en los escasos dos años que lleva en España.
Hicham, de socorrista a una patera
Es en ese momento del relato cuando matiza que en su anterior vida, la de antes de subirse a una patera para dejar atrás su Marruecos natal, fue socorrista durante 16 años. «Nací en Casablanca, pero viví en Beni Melal», una ciudad de unos 200.000 habitantes ubicada en el centro del país. «Desde 2006 a 2022 trabajé todos los veranos en Protección Civil y era socorrista en las piscinas de la ciudad. Todos me conocían como 'Hicham el socorrista'».
Una vez en tierra, en los bajos del Náutico, comenzó a practicar las maniobras de reanimación. «Hice las dos insuflaciones y 30 compresiones unas cinco veces, y no respondía. Continué hasta que llegó la ambulancia. Les dije que esperaran a que terminara con las 30 compresiones que le estaba haciendo, y cuando concluí los sanitarios se llevaron al chico. Una responsable me dijo 'muchas gracias por su esfuerzo', y no supe mucho más. Tampoco me pareció que el chico estuviera acompañado».
«Ojalá siga vivo. Sería un milagro porque es el caso más grave que he tratado en mi vida»
Hicham, con la ayuda de Iñigo Jiménez y Borja Hestia, trabajadores sociales que le atienden en el centro de día Villa Salia de Egia, pudieron saber tres días después que el joven veinteañero permanecía ingresado «con pronóstico reservado». Desde entonces, «no sé nada sobre su estado, estoy preocupado y me gustaría saber cómo está». Él cree que «la causa podría haber sido un ataque epiléptico, por el tema de la espuma que le salía de la boca, y no por ninguna imprudencia». Su deseo es que «ojalá siga vivo. Sería un milagro, estaría viviendo una vida extra, porque el caso de este chico es el más grave que he tratado en mi vida».
Para ello, y comprendiendo el respeto a la privacidad, pide que si alguien tiene noticias del chico rescatado escriba al correo electrónico del centro de día al que acude con regularidad: comunitario.villasalia@grupo5.net.
Del operativo que se preparó mientras él saltaba al agua y rescataba al joven destaca que «la ambulancia y la policía llegaron muy rápido. Aquí esa reacción de primeros auxilios es muy buena, diferente a otros sitios», dejando entrever las primeras razones que le llevaron a abandonar Marruecos. «Prefiero vivir aquí, allí no hay sistema de salud. Ese es el problema, es muy diferente. Si al chico que rescaté le hubiera sucedido lo mismo en Marruecos, no sé cuánto habría tardado la ambulancia en llegar, no sé cómo le tratarían en el hospital…».
Una patera con 54 personas
Hicham fue el socorrista de Beni Melal cada verano entre 2006 y 2022. No se sentó bajo la sombrilla en 2023, ya que el 13 de junio de ese año bajó a El Aaiún pasando por Tan-Tan para subirse a una patera junto a otras 53 personas. «Sufrimos mucho, estuvimos dos días en el mar. Las personas que no nadaban bien se pusieron arriba de la plancha de madera de la patera y el resto donde pudimos, esperando a que alguien nos pudiera encontrar».
«Marruecos ha empeorado mucho, no hay renovación. Mi ciudad parecía la foto de una postal antigua»
Llegaron a Fuerteventura, donde les recogió el personal «muy majo» de Cruz Roja, «nos trataron muy bien. Estuve un mes allí y luego nos movieron a todos los de la patera a Málaga. Viví allí dos meses y después nueve en Salamanca antes de llegar a San Sebastián», un destino final que no fue por casualidad. «Creo que era 2010 cuando vi en internet lo bonita que era la ciudad, con mucha vida y naturaleza. Parecía muy diferente a otros muchos sitios».
Situación de calle
Sin embargo, quince años después de ese primer sueño, la vida no está siendo fácil para Hicham, al que le quedan unos meses para lograr el permiso de residencia. Lleva poco más de un año durmiendo en la calle, en una tienda de campaña en un lugar que prefiere no revelar. «Es un sitio muy camuflado, para que la gente no vea que hay una tienda». ¿Y durante el día? «Doy vueltas, ando, estoy en asociaciones como Villa Salia para ducharme o lavar la ropa, haciendo actividades como ayudando en la organización del maratón…». Hicham se lleva algo cocinado a la boca gracias a Kaleko Afari Solidarioak de la Parte Vieja, el lugar en el que tiene garantizado el único plato caliente del día. «Comemos gracias a los voluntarios que ayudan y reparten comidas, para mí son una segunda familia. Son muy muy majos y generosos y lo que preparan está muy rico. Es la única comida caliente que tengo. Si no, como mucha conserva al no tener ningún local para poder cocinar».
«Son mi segunda familia, es la única comida caliente que tengo todos los días. Son muy generosos»
Camino de los 40 años, lejos de su familia, viviendo en la calle en una ciudad extranjera… ¿Se imaginaba estar así en su adolescencia? «No, no, no», deja claro Hicham. «No me imaginaba estar así. No tenía pensado salir de Marruecos y venir a España, pero en los últimos años la situación de Marruecos ha empeorado mucho, es más grave. No hay futuro en Marruecos, y pensé en cambiar, en no quedarme en un mismo lugar. No soy un árbol. Quiero vivir, quiero saber, quiero conocer otra gente, otros lugares… Y Marruecos tiene muchos problemas. Además del sistema de salud, no hay renovación. Mi ciudad parecía la foto de una postal antigua, los dirigentes políticos no estaban interesados en hacerla mejor, no la trataban bien». En cambio, de San Sebastián y España en general destaca que «aquí hay muchos lugares para tener tu propia rutina y para disfrutar», volviendo de nuevo a la salud. «Para tener una prueba de rayos X solo tengo que pedir una cita. El sistema de salud, el personal médico, la policía que me trata muy bien... Es muy diferente».
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En un clima tenso como el actual, en el que los discursos de odio ganan terreno en la sociedad, Hicham Badraoui transmite que «hasta ahora» no ha tenido ninguna mala experiencia en Gipuzkoa. «No he tenido ningún problema con nadie, me siento muy bien». Planteándole el problema de la reincidencia que existe en las calles, tanto de ciudadanos locales como de extranjeros, lamenta que «no entiendo ese comportamiento, y todo consiste en la educación. Cada uno tiene la suya. Hay gente tranquila y a otra que le gusta robar, y son problemas de educación. Hay gente buena y gente mala, así es la vida, aquí y en todos los lugares».
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