Del virus a la guerra
Chillida eres tú: hablemos de la vida y del porteroTrabajó la dureza del acero y lo frágilde lo humano: su centenario es terapia. (¡Que Remiro vista 'vintage' en Anoeta!)
Parece que escribo de Eduardo Chillida, pero escribo de nosotros. No hablo de arte, sino de la vida, y acabaremos con una propuesta para la ... portería de la Real Sociedad, ahora que los txuri urdin son una obra de arte.
Comienza la celebración del centenario del artista, que se cumple el próximo 10 de enero, y un amplio programa de actividades va a recordar su obra y su figura. Chillida fue un enorme creador y un hombre libre: sirve hoy de terapia, cuando el mundo se desangra y arden las calles. Fue el recio escultor de la piedra y el acero, el tipo duro que en sueños hablaba con Bach pero luego se metía en la forja vestido con un buzo para doblar hierros. Y también el pensador que indagó sobre la fragilidad de la condición humana.
La programación del centenario se titula 'lugar de encuentro' y no cabe mejor definición. Chillida es un lugar de encuentro y lo son, literalmente, muchas de sus obras. El Peine del Viento no es solo uno de los iconos de la Donostia de hoy: es también el espacio vivo al que escapamos los indígenas y donde se retratan los turistas, muchas veces antes de ser calados por una ola. Sabemos bien que Chillida Leku no es solo una excepcional combinación de arte y naturaleza: es un lugar que emana paz, hasta el punto de que los más escépticos con lo zen terminamos pensando que hay ahí una energía especial. Qué ganas tengo de leer el libro que ha escrito sobre la creación de Chillida Leku Joaquín Montero, el arquitecto que 'escuchaba' junto al escultor cómo el propio caserío de Zabalaga les 'guiaba' en la rehabilitación.
El centenario servirá para hablar de su obra, pero también de su espíritu libre y tolerante, tan preciso
Pero hay una obra de Chillida que me emociona especialmente: el 'elogio del horizonte' erigido en el año 1990 en el Cerro de Santa Catalina de Gijón. Decía el escultor que «el horizonte es la patria común de todos los hombres» («de la humanidad», apuntaría hoy en lenguaje inclusivo). Llevaba tiempo buscando un lugar donde levantar esa obra. «En principio era un encargo para conmemorar los 200 años de la Revolución francesa», contaba su hijo, Luis Chillida. «Mi padre decía que los tres grandes ideales revolucionarios, libertad, igualdad y fraternidas, se unían en el horizonte. Buscaba el lugar en la costa atlántica de Francia cuando le llamaron desde Gijón con la propuesta de un proyecto en este monte recuperado. El lugar le entusiasmó. Gijón y San Sebastián están además hermanados por el mismo mar, el mismo clima, las mismas nubes».
Qué buena idea es que el portero de la Real juegue con una camiseta al estilo Chillida en homenaje
Pero no buscamos esculturas, sino terapia para el mundo revuelto. «Un hombre debe tener siempre el nivel de la dignidad por encima del nivel del miedo», decía Chillida. «Todo está por descubrirse: pensar que lo conocemos todo es un cuento». Y también: Lo que se puede enseñar no vale gran cosa, lo que vale es lo que tienes que aprender». Y sobre todo: «¿No será el único camino hacia la libertad el amar la libertad de otros?». Parece un buen editorial para cualquier periódico de hoy.
Por eso del centenario de Chillida esperamos piedra y acero, pero también su espíritu libre y tolerante. En fin: no nos pongamos estupendos. La obra de arte de la que se habla hoy en mi pueblo es el juego de la Real, esa Real de la que Chillida fue portero hace ochenta años, hasta que le retiró una lesión. En las redes sociales se propone (lo hace gente como la de atotxa.org, delicioso e imprescindible perfil sobre la historia y filosofía txuri urdin) que Remiro, sucesor del escultor bajo los palos, juegue un partido oficial con una camiseta 'vintage' de la época del guardameta Chillida. Me sumo a la propuesta con entusiasmo. ¿Por qué no el finde del 6-7 de enero, en vísperas del centenario?
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