Mil parejas guipuzcoanas inician al año en Osakidetza un tratamiento de reproducción
El servicio de reproducción asistida del Hospital Donostia, en marcha desde 2012, se presta si la mujer es menor de 40 años
El volumen de parejas que recurren a la reproducción asistida se está incrementando de forma notable en la última década. Según la Sociedad Española de ... Fertilidad (SEF) se estima que una de cada cinco presenta problemas de fertilidad, pero solo el 56% de ellas busca ayuda médica. Y otro dato. En 2019, el 9,5% de los bebés que nacieron en el Estado, lo hicieron gracias a técnicas de reproducción.
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En el caso de Gipuzkoa, la Unidad de Reproducción Asistida del Hospital Donostia atiende cada año a 900 nuevas parejas que se inician en el procedimiento. Osakidetza puso en macha este servicio en 2012, que hasta la fecha solo se prestaba en el hospital de Cruces, y está dirigido a parejas en las que la mujer sea menor de 40 años.
El procedimiento incluye en un inicio pruebas básicas para el diagnóstico (análisis de sangre hormonal, seminograma, histerosalpingografía, análisis de la reserva ovárica...). Según los datos facilitados por la unidad guipuzcoana, en el 33% de los casos la infertilidad está causada por el factor masculino. De hecho, «la calidad del semen de los hombres está empeorando. Y no se sabe por qué, pero el País Vasco es la zona con peor calidad de España», apunta Elisa Pérez Larrea, codirectora médica de IVF Donostia.
El factor femenino está detrás del 28% de los casos de infertilidad, el 13% son causas mixtas, y el 24% se cataloga como 'Esterilidad de Origen Desconocido', al entender que sí existe un problema pero no se ha podido detectar con las pruebas básicas. Como dato orientativo, la doctora explica que «a partir del año, el 85% de las parejas deberían haber conseguido el embarazo, y el 95% en tres años, de lo contrario es síntoma de que existe algún problema».
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En el servicio de Osakideza, se conceden un máximo de cuatro inseminaciones artificiales, una técnica sencilla pero no apta para todas las parejas, cuya tasa de gestación por ciclo es del 12%.
Una vez superado sin éxito esta fase, a las pacientes se les practica la fecundación in vitro, que cuenta con una tasa de embarazo del 42%, si bien se estiman que un 10% terminarán interrumpiéndose. Se proporcionan tres intentos con esta técnica, no obstante, en caso de que la paciente se haya sometido a un tratamiento similar en alguna clínica privada, se resta de ese cupo de Osakidetza.
Cinco clínicas en el territorio
El tiempo de espera es uno de los factores que influye en muchas parejas a la hora de escoger el centro en el que recurrir a la reproducción asistida. Mientras que para la inseminación artificial la lista de espera por la vía de la Seguridad Social es de entre 4 a 6 meses, el acceso a un tratamiento de fecundación in vitro ronda los 11-13 meses, un periodo que puede resultar prolongado si la reserva ovárica de la mujer es limitada o si la gestión de los meses de intentos fallidos empiezan a pasar factura a la pareja.
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Muestra del incremento de casos de infertilidad en el territorio es que Gipuzkoa cuenta con un total de cinco clínicas privadas que prestan este servicio, además de la unidad de Osakidetza.
En dichos centros, donde el coste del tratamiento oscila entre los 1.000 y los 12.000 euros, además de las técnicas mencionadas se recurre, sobre todo en mujeres de más edad, a la donación de óvulos, es decir, el esperma de la pareja se introduce en el óvulo de una donante, que posteriormente se transfiere al útero de la mujer. «La donación de óvulos o semen es una técnica relativamente nueva y muchas parejas que tienen que recurrir a ella, les cuesta», señala Pérez Larrea. «Ves parejas que se aferran a intentarlo con sus óvulos, que lo están pasando fatal, pero que necesitan agotar todas las posibilidades antes de recurrir a una donación».
La principal pega es con esta técnica de reproducción, el bebé carece de la genética materna. «Siempre digo lo mismo. Un hijo no es tuyo solo por tu genética, también lo es porque lo has llevado en el vientre, lo has parido... De hecho, un mismo embrión transferido en dos vientres diferentes, nacería un niño totalmente distinto», ejemplifica.
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En este sentido, Marcos Ferrando, director de la clínica IVI en Donostia coincide en la necesidad de socializar esta problemática. «Sabemos que la fertilidad tiene fecha de caducidad, pero pocas se plantean una congelación de óvulos o hacerse un estudio de reserva ovárica. Si se tiene esa información, las parejas podrían encajar la paternidad en sus vidas de forma más adecuada y con menos sufrimiento».
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