Fallece al intentar separar una pelea

Los tristes hechos ocurrieron de la siguiente manera, según relataron entonces: «Ayer, sobre las diez de la mañana, en la calle de San Jerónimo de nuestra ciudad, ocurrió un sensible accidente que costó la vida a don Martín Delgado Petrirena, de 72 años de edad, dueño del bar Alberto, sito en la calle de 31 de Agosto».

«Pasaba el citado señor por dicha calle, cuando se encontró con dos muchachos, uno de 16 años y otro de 13, que se golpeaban. Intervino en la riña y afeó la conducta del mayor, José Angel Suárez del Río, de 16 años, con domicilio en 31 de Agosto, 3, cuarto (entonces, está claro, no se estilaba lo de la protección de datos), que golpeaba y había derribado al suelo a Juan José Redondo Sánchez, de 13 años, con domicilio en el barrio de Santa Bárbara, número 2».

«Por lo visto, intentó separarlos y entonces José Angel golpeó al anciano, derribándole al suelo. Esta es la información que nos ha sido facilitada en la Policía Municipal».

No se sabe si debido a un mal golpe al caerse o por un problema de corazón, el señor, «trasladado inmediatamente a la Casa de Socorro, ingresó cadáver. Según nos informan en la Parte Vieja, extremo éste que dictaminará la autopsia, el finado debía sufrir una lesión cardíaca».

El mismo día hubo un accidente laboral grave durante la construcción de los edificios de Amara Nuevo...

«Cuando se hallaba trabajando en una obra del Ensanche de Amara, el obrero Carmelo Martínez Herrero, de 49 años de edad, de profesión herrero, tuvo la desgracia de caerse desde un tercer piso a la calle». Su pronóstico era grave, con «heridas contusas en cara y cuero cabelludo y probable fractura de la columna vertebral».

En el DV del 10 de julio de hace sesenta años también se hacían eco de un timo frustrado...

«Un señor, don X. X. (aquí sí respetaban el anonimato), salió de casa mostrando a todo el mundo la satisfacción del bien vivir, su bondad y optimismo. En seguida fue elegido por dos gaznápiros como víctima para el timo de la limosna. Le trabajaron el asunto, y el buen hombre, después del gancho y del regancho, accedió a entregarles 17.000 pesetas que tenía en su casa, más algunos ahorrillos que disponía en tres libretas de las Cajas de Ahorros. En total habían puesto en juego unas 40.000 pesetas».

«Pero (¡tachán!) acertó a pasar por allí el sagaz jefe de la B.I.C., señor Bengoa, quien 'olió' el asunto y lo puso en claro. Intervino en el diálogo y los dos 'turistas' (...) pasaron a la Residencia de Martutene, donde tienen asegurada una habitación para una temporadilla».