La calle de la memoria
1963 | El carillón de la plaza Gipuzkoa, «una pesadilla»Fue una feliz sorpresa... y también un motivo de queja por su «excesiva sonoridad», como veremos a continuación. En mayo de 1963 se instaló el ... carillón del Palacio Foral, cuyo juego de campanas y varillas accionadas por palancas empezó a llenar de música la plaza de Gipuzkoa.
El complejo carillón original que, oculto a nuestros ojos, nos acompañó durante décadas, se encuentra ahora en los fondos de Gordailua, tras ser sustituido hace unos años por otro detecnología digital. El de 'toda la vida' ofreció sus primeras melodías el 5 de mayo de hace sesenta años.
Como informó entonces DV, el párroco de Santa María, Segundo Garayalde, bendijo la víspera «el carillón que la Diputación de Guipúzcoa dona a su capital hoy, con motivo de celebrarse el Día de Guipúzcoa, como iniciación de las fiestas centenarias de la ciudad».
1963
La Diputación había instalado su flamante carillón como regalo de la provincia a la capital. Sin embargo, en sus primeras semanas fue criticado por «el estrépito» de su alta sonoridad y por «la pesadilla» que suponía que sonara cada cuarto de hora
La iniciativa partió de aquella Diputación que presidía Antonio Epelde. Para arreglar las composiciones para el conjunto de campanas se contó con la colaboración del maestro Francisco Escudero.
El carillón empezó su andadura con un repertorio de temas musicales mucho más amplio que el que después utilizaría. Como leemos el 5-V-1963, «entre las melodías figuran el 'Himno Nacional', 'Itxasoan', 'Ezpatadantza', 'Ikusten dezu', 'Lo, lo', 'Gernikako Arbola', 'Agur Jaunak', 'Marcha de San Sebastián', 'Hator mutil', etc.». (¿Algún lector recuerda haber escuchado en la plaza Gipuzkoa el Himno Nacional en versión campanuda?). Al principio, el carillón del Palacio Foral sonaba en muchos más momentos. A las horas, cuartos y medias se escuchaba un fragmento de la romanza del 'Mendi-mendiyan' de Usandizaga, mientras que a las 9, 12, 15, 18 y 21 horas ofrecía completa una de las melodías de su repertorio.
«El carillón –aseguraban– tiene una magnífica sonoridad y responde en todo momento a la función que tiene, además de la de constituir un permanente homenaje y recuerdo de la provincia a su capital».
Concentración de carillones
Hay regalos envenenados, y la instalación musical de la Diputación sobresaltaba y aturdía a los paseantes con su intensidad. En la edición del 10 de mayo de 1963 recogían en DV que «el único reparo que ya la gente le ha puesto (...) es el estrépito, por llamarlo de algún modo, que tanto sus notas musicales como sus campanadas producen en la plaza y en sus alrededores. Toda esa potencia de su sonido estaría bien en un lugar de mucha circulación y ruido –la plaza de Guipúzcoa no es la Puerta del Sol–, pero no en sitio tan recoleto y poético como lo es la plaza de Guipúzcoa».
Días después, un lector vecino de la plaza lamentaba que el carillón fuera «demasiado activo y perseverante. Cada cuarto de hora nos recuerda implacablemente que el tiempo pasa». Calificaba la cadencia como «una pesadilla» y, «dada la concentración de carillones en esta diminuta zona» (también funcionaban los del Banco Guipuzcoano y la CAM), pedía que el foral «sea reservado para las grandes solemnidades».
Las quejas fueron atendidas y se hicieron reajustes. El 26 de mayo de 1963 apuntaban que «parece que la sonoridad va a ser reducida aproximadamente a su mitad y, además, van a suprimirse las 'tocatas' de los cuartos de hora».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión