1893 | El alumbrado público con gas
La llegada del alumbrado público con farolas de gas, aprobado el año 1861, liberó al Ayuntamiento de la pesada carga que suponía mantener las de ... aceite que, a su vez, habían sustituido a las antorchas, que conllevaban grave peligro de incendio. Quisieron los munícipes dotar a la ciudad «de las mejoras propias de los adelantos de la época» y lo primero fue construir un gasómetro, que estuvo en el barrio de San Martín y más tarde en Morlans.
Realizadas pruebas en distintos puntos de la ciudad, el año que nos ocupa, 1893, comenzó el abastecimiento generalizado y antes de terminar el siglo ya se habían instalado 2.461 contadores y 834 farolas que permanecían encendidas todo el año, apagándose 154 los meses de verano.
El nuevo sistema trajo consigo la profesión de los gaseros, personajes populares que, luciendo una bata o guardapolvo gris, recorrían las calles portando alargadas varas en cuyo extremo inferior una perilla les permitía prender las luces. Eran nueve más el jefe y atendían «215 pescantes con su farolillo, 545 farolas sencillas, 14 de tres brazos y 29 de 5, añadiéndose las 34 de la Plaza de Guipúzcoa, 25 grandes de los mercados y 29 industriales».
Este año comenzó el abastecimiento generalizado a través del gasómetro construido en el barrio de San Martín
Tal día como el de hoy se iluminaron con gas los paseos del Urumea, de los Fueros y el puente frente a la estación
Para llevar la historia a la fecha de hoy, 18 de diciembre de 1893, debemos acudir a la prensa del día y conocer que en el paseo del Urumea «han sido instalados 14 faroles de gas, distantes 40 metros uno del otro». Puede resultar de interés ubicar el lugar al que en aquellos años se llamaba paseo del Urumea. A dicho paseo se cambió el nombre en 1905, pasando a ser el actual paseo del Árbol de Gernika, mal llamado popularmente paseo de los Fueros, añadiendo al comentario que paseo de los Fueros es, desde 1891, el tramo comprendido entre la plaza de España y el puente de María Cristina, y calle la que se encuentra paralela al mismo, entre la Avenida y San Martín.
El nuevo alumbrado público en dicho paseo se produjo al mismo tiempo que se colocaban cuatro farolas «en el puente nuevo de madera», que comunicaba con la estación y que, precisamente hoy, quedaba abierto al paso de peatones, «lo cual es una mejora que habría sido plausible de haber sido menos solicitada», indicándose con ello que la iniciativa llevaba tiempo siendo solicitada por el vecindario.
Todo comenzó con el constante crecimiento del barrio de San Martín, y de lo que hoy llamamos Área Romántica, incluyendo en ella las villas construidas en la calle Prim, sobre cuyos propietarios llegó a escribirse: «¿Cómo puede haber gente tan loca que construya sus casas en lugar tan alejado de la población?».
Obvio resulta comentar que aquellos locos, ratificando su lejanía, protestaban porque para llegar a la estación o a Atocha debían utilizar el puente de Santa Catalina, es decir, dar un gran rodeo. Así surgió la necesidad de construir un puente frente a la estación.
Primero fue una sencilla pasarela, suficiente para ser cruzada por carretas en las que se llevaban materiales de construcción a los nuevos solares de Amara. Vista la utilidad del vial y su peligrosidad en las condiciones que se mantenía, en 1892 se aprobaron los planos para construir un puente metálico, pero las arcas municipales no estaban para bromas y se encargó a José de Goicoa que habilitara una pasarela provisional para ser cruzada sin peligro para las personas, cosa que ocurrió a partir del día de hoy de 1893, luciendo sus cuatro nuevas farolas de gas.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión