La calle de la memoria
1964 | El conferenciante se comió una chuleta en silencio... y se fue
Alguna vez ya nos referimos a este momento fascinante, cumbre del surrealismo donostiarra, cuando la conferencia anunciada de un artista se convirtió en una provocadora ... acción: parsimoniosamente, se comió una chuleta ante el sorprendido público.
El hecho no se conoció por una crónica periodística sino a través de la carta de un lector que publicó DV el 7-XI-1964. Contaba allí el singular caso...
«Veamos lo sucedido la semana pasada. Estaba anunciada en la Asociación Artística de Guipúzcoa una conferencia titulada 'Necesidades vitales. El artista contemporáneo'. Parece ser que en principio iban a intervenir 3 jóvenes pintores. A la hora de la verdad, uno sólo subió a la tribuna. Y allí, ante treinta y siete personas que habían acudido interesadas por el tema a desarrollar, se encontraron con que sobre la mesa habían servido una suculenta chuleta. El artista no pronunció palabra alguna y sí en cambio degustó la carne en cuestión y una vez finalizada, saludó al auditorio con una reverencia y se fue del local».
O sea, una provocación a lo grande, de alguien cuya identidad desconocemos, y que después trató de explicarse...
«Las personas que constituían el auditorio –concluía la carta– vieron cómo se comió la chuleta e hicieron comentarios diversos. El artista volvió a la media hora y amablemente explicó su muda aunque sabrosa disertación. Con su actuación, no diciendo nada y en cambio, comiéndose la chuleta, quería dar a entender que en nuestra ciudad no hay sensibilidad por el arte en cualquiera de sus manifestaciones y en cambio por aquello que gusta ver: un partido de fútbol o por el comer, eso sí, en nuestras sociedades populares o en los excelentes restaurantes donostiarras». Un toque de atención, cuando aún los cocineros no estaban situados en mitad de nuestra sociedad.
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