1958 | Nochebuenas de ayer
Allá por la década de los sesenta, tan solo los más veteranos en sus añoranzas recordaban cuando, siendo pequeños, recorrían el barrio deseando Felices Pascuas ... para, al anochecido, reunirse en las koxkas de San Vicente o la plazoleta de la Bretxa para repartirse los aguinaldos.
Aumentaba la oferta de mazapanes y turrones en los mercados y pocos eran ya los jóvenes que, gastronómicamente, seguían la costumbre de celebrar la Nochebuena a base de cardos, acelgas y berzas, capón y bacalao, para cerrar el menú con algunos frutos secos.
La tarde-noche de hoy era propicia para pegar las narices en los escaparates de PYC, en la calle Garibai, donde un conejito mecánico saludaba con la mano y un carpintero, también sin cesar, trataba de arreglar un zapato golpeando con un martillo, sin olvidar las colas que se producían frente a Óptica Carli, en la calle Hernani, para presenciar el paso de las tradiciones figuras del nacimiento que, incluyendo los Reyes Magos con sus pajes y camellos, giraban al pasar junto al portal.
El cardo, acelgas y berzas, con el capón y el bacalao, componían la base del menú del 24 de diciembre
Era llegado el momento de visitar belenes, comentando las peculiaridades de cada uno: el gran tamaño de las figuras de Santa María; el del Colegio San José, en la calle Prim, primero que incluyó figuras que se movían, y el de los Jesuitas, que soltaban algunos pajarillos que revoloteaban sobre las arenas del falso desierto.
A primera hora, esta tarde, se vivía gran animación en las 'juven' de las distintas parroquias, desde donde salían las jaiotzas que, al son de los txistularis y las trikitixas, recorrían las calles entonando canciones típicas de la Navidad acompañadas de quienes, desplegando grandes sábanas, recogían tanto las txanponas del público callejero como las que llovían desde quienes presenciaban su paso en ventanas y balcones.
Corría el año 1945 cuando el Olentzero de Gau Txori, con sede en el callejón de Arroca, hoy calle Arroka, se unió a las jaiotzas, recordándose su ancestral historial recogido, entre otros, por José Miguel Barandiarán, que lo ubicaba «por los misteriosos collados de Aralar, paraíso de los dioses vascos».
La visita a los belenes en iglesias, escaparates y casas particulares formaba el programa para la tarde de hoy
Aunque sus primeras salidas fueron en Nochevieja porque, considerándose personaje pagano, no encajaba el 24, las siguientes salidas (en 1947 ya lo sacaba la Schola Cantorum de Nuestra Señora del Coro) fueron acercándose a Nochebuena, siendo organizado por El Carmelo, Goizaldi, los Luises del Antiguo, etc.
El Ayuntamiento y la Asociación Belenista de Gipuzkoa, que trabajaba por todo aquello que afectaba a la construcción y exhibición de belenes, con la aportación económica de la Caja de Ahorros Municipal de San Sebastián, convocaban concursos abiertos a particulares e instalaciones realizadas en comercios, centros de trabajo e incluso domicilios, siendo en 1958 cuando se propuso al teniente de alcalde, Pedro Arana, instalar un pequeño belén en la plaza Gipuzkoa, representando escenas del Portal, Reyes Magos y adoración de los Reyes.
Las figuras, que medían medio metro de altura, fueron realizadas por los artistas José Luis Usabiaga y Rafael Munoa, «concebidas con un diseño moderno» que, por cierto, originó, cierta polémica entre los sectores más conservadores, aunque las críticas fueron desapareciendo cuando se reconoció que «por la noche, iluminados los setos donde habían sido colocadas, resultaban brillantes». En 1959 se acordó que quedara instituido en el calendario navideño de la ciudad.
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