1949 | Temor a una desgracia en la salida del 'cole'
Antaño era motivo de preocupación para madres y padres la salida de sus hijos del colegio. Sin guardias de tráfico ni siquiera pasos de cebra, ... siempre estaba el miedo a que los niños sufriesen atropellamientos.
De ello hablaba I. de A. en una columna que apareció en EL DIARIO VASCO el 19 de octubre de 1949, titulada 'Más vale prevenir'. Al principio y al final tocaba otros temas, pero en la parte central del artículo se refería a las salidas de los colegios en los siguientes términos...
«Pero volvamos a la realidad: a ella nos trajo un enjambre de chiquillas, con sus gritos y voces, como pájaros en libertad al salir de la jaula. Salían, efectivamente, de las Jesuitinas y cruzaban alocadas la carretera, entre el ir y venir de camiones, trolebuses, autos y bicicletas».
«No hay allí una vigilancia especial, porque comprendemos que no puede ponerse un guardia a la puerta de cada colegio o escuela. Tampoco, como en otros colegios, salen las monjitas a acompañar a las niñas hasta que pasen la zona de peligro de ser atropelladas por los coches, cosa que nada tendría de extraño en ese trozo tan conocido y con los juegos de luces de los faros que deslumbran a las atolondradas colegialas».
El año
1949 Al salir de las Jesuitinas y otros colegios
las alumnas corrían el «peligro de ser atropelladas por los coches, cosa que nada tendría de extraño en ese trozo tan conocido y con las luces de los faros que deslumbran a las atolondradas colegialas»
El articulista lanzaba una seria señal de alarma hace 75 años...
«Algo ha de hacerse, a la hora de la salida del colegio, para impedir cualquier desgracia que nos extraña no se haya producido ya. Vale más prevenir que lamentar; y, de continuar así, sin control, no tardaremos en lamentarlo tardíamente. Comentándolo, averiguamos que muchos padres de esas alumnas están con el alma en un hilo porque no pueden ir ni mandar a nadie a que las recojan al finalizar la jornada escolar».
El poeta Guelbenzu
Aquella llamada de atención formaba parte de un variado artículo o crónica personal, publicado el 16-X-1949, que comenzaba en Ondarreta entre poemas...
«Salimos tarde de casa, porque hacía calor; y nos fuimos a dar un paseíto por Ondarreta. Luego, plácidamente, sentados cara al mar, leíamos, saboreándolo, el cuaderno poético 'Yola sin puertos', que Juan de Guelbenzu y Ayala ha tenido la fineza de dedicarnos, al enterarse de que nos habían entrado deseos de leer su obra después de oír el último recital del Círculo Cultural».
(Juan de Guelbenzu era un poeta donostiarra muy activo entonces; el articulista se equivocaba con el título de su primer libro de poemas, que era 'Isla sin puertos').
«Algunos versos han quedado burilados en el recuerdo. Volvíamos, anochecido, repitiendo: 'Y bajo todo el cielo, tú o yo', o 'Las olas, suavemente, murmuran nuestro secreto', o 'El cielo había caído, rosa, al mar'. Son bellas, bellas y hondas, estas poesías de Guelbenzu. Intimistas, cargadas de latidos y de insomnios».
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