Aranzadi contabiliza 80 serpientes avistadas en Euskadi en menos de dos meses
El avistamiento de reptiles es habitual en los montes vascos. Las más comunes son la culebra collar y la culebra de esculapio, que no son peligrosas y se encuentran con más facilidad en Gipuzkoa
En un camino a las afueras de Usurbil, cerca de una sidrería de Hernani, junto a la playa de Santiago de Zumaia o en Ataun. Estos son algunos de los puntos de Gipuzkoa en los que se han observado y comunicado la presencia de alguna especie de serpiente en los últimos días. La iniciativa 'sugebizi' de la Sociedad de Ciencias Aranzadi pretende dar visibilidad a los ofidios para protegerlos con la colaboración ciudadana, que ha permitido ubicar unos 80 ejemplares en todo Euskadi y Navarra desde que comenzó la campaña de este año, a principios de abril.
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Se trata de la cuarta edición de un proyecto en el que se pide la ayuda de paseantes y aficionados a la naturaleza para fotografiar y compartir la ubicación de culebras y víboras, más habituales entre nosotros de lo que pudiera parecer, y «siempre sin molestarles y a distancia». Las especies más comunes son la culebra collar (Natrix astreptophora) y la culebra de esculapio (zamenis longissimus), ambas calificadas como no peligrosas y carentes de veneno. El tiempo está afectando especialmente este año a la recogida de datos, según informan desde Aranzadi: «con el mal tiempo no se han visto muchos ejemplares hasta hace pocos días», aunque por el contrario comenzaron a verse antes de abril algunas serpientes, debido a las altas temperaturas que les despertaron de su hibernación antes de lo habitual.
Según el último recuento, que suma las serpientes encontradas entre el 7 y el 21 de mayo, son 29 las observadas en montes, campas y arboledas vascos y navarros. La más vista ha sido la culebra collar (natrix astreptophora), con ocho ejemplares, seguida de la culebra de esculapio (zamenis longissimus), con siete. La Sociedad de Ciencias Aranzadi actualiza cada quincena hasta julio el mapa de avistamiento de serpientes y culebras en Euskadi con las últimas localizadas en montes y bosques vascos en su cuenta de X (antes Twitter).
Aranzadi, con la colaboración de decenas de ciudadanos, elabora desde abril este mapa de avistamientos que incluye información de la especie de cada ejemplar de serpiente y la ubicación exacta del punto de observación. «Comenzamos en abril y la campaña se extiende hasta julio, el periodo donde más ejemplares suelen verse», comentan desde la sociedad científica con sede en San Sebastián. «Con el mal tiempo no se han visto muchos ejemplares hasta hace pocos días», añaden. Aun así, son 80 los ejemplares notificados desde principios de abril.
La más vista ha sido la culebra collar, con ocho ejemplares. Se trata de una especie muy común en toda la península, sur de Francia y Magreb que no reviste peligro ninguno para los humanos. La natrix astreptophora, su nombre científico, es considerada como una culebra grande que aunque normalmente mide algo menos de un metro puede llegar a los 125 centímetros de longitud. Es reconocible por tener la cabeza muy ancha, pupilas redondas y un iris rojizo o anaranjado. Su color es verde con tonos negros y blancos que pierde con la edad. No se considera peligrosa y no tiene veneno. Sus zonas preferidas son las zonas húmedas, pastizales y claros en el bosque.
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La recomendación siempre es no molestar a estos animales, pero en este caso si se siente en peligro expulsa una secreción maloliente como defensa. Esta especie está catalogada en régimen de protección especial. Como curiosidad, para sobrevivir tiene otro mecanismo que consiste en aparentar estar muerta si se siente amenazada: se gira sobre su vientre en forma de anillos y deja la boca entreabierta con la lengua fuera. Así evita ser atacada por muchos de sus depredadores.
La otra especie más vista en Euskadi y Navarra es la culebra de esculapio (amenis longissimus), con siete ejemplares en el periodo estudiado. Es la culebra más grande que puede encontrarse en Europa (puede llegar a los dos metros) y frecuenta la zona prepirenaica y la costa del Cantábrico, incluyendo el País Vasco, además de buena parte de Francia y centro de Europa. Puede verse en zonas de hasta 1.200 metros de altitud pero como es sensible al frío puede resguardarse en edificios abandonados o poco frecuentados. También le gustan las zonas húmedas.
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Esta culebra es buena trepadora, así que puede localizarse también en árboles e incluso pasando entre ramas de uno a otro. Tampoco es agresiva con los humanos pero puede intentar morder, aunque no tiene veneno, si se le molesta en exceso. También en estos casos desprende un olor desagradable para ahuyentar a quien le rodee.
Del resto de serpientes vistas en los últimos días destacan las víboras, en distintas especies. Una de las más frecuentes en nuestra zona es víbora de Seoane, que también es conocida como víbora cantábrica. Es de talla mediana (de entre 40 a 70 centímetros) y habita en toda la cornisa norte, incluyendo zonas de Burgos y León.
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Precaución con algunas víboras
Algo más peligrosa es la vipera aspis, una víbora que ha sido avistada en tres ocasiones en esta quincena que computa Aranzadi. Esta especie sí es venenosa, aunque no mortal. Su mordedura es muy dolorosa y si no se trata puede ocasionar reacciones graves en los humanos, aunque su toxicidad puede variar mucho. En todo caso los expertos recuerdan que es muy raro que las víboras muerdan, «son una especie tranquila y poco agresiva».
Un ejemplar observado cerca de Mutiloa:
Esta víbora prefiere zonas cálidas y suelos más secos, prados, claros en el bosque, colinas y zonas con piedra caliza. Su tamaño oscila entre los 60 y los 85 centímetros y son reconocibles por tener una cabeza ancha y triangular, con escamas en el cuerpo grises y amarillas o doradas y manchas negras o verdes en forma de zigzag.
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Otros ejemplares vistos con culebras lisas (coronella girondica o austriaca), que son un poco más pequeñas y que no tienen veneno. Estas especies están muy presentes en gran parte de Europa. También se han observado ejemplares de culebra verdiamarilla (hierophis viridiflavus), muy reconocible por los colores que le dan nombre y un tamaño que puede llegar al metro y medio. También están protegidas como especie amenazada.
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