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Zigor Aginagalde, de la inmobiliaria Bibai de Arrasate, se dispone a retirar un anuncio del escaparate. Félix Morquecho

La locura del alquiler: 150 solicitudes en una noche de toda Gipuzkoa para una vivienda en Arrasate

La urgencia de muchas personas por encontrar un piso lleva a pujar por lo primero que sale al mercado, aunque esté a más de 100 kilómetros del lugar de trabajo

Miguel Ángel Mata

San Sebastián

Domingo, 14 de septiembre 2025, 00:01

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La crisis del alquiler que azota Gipuzkoa, con una disponibilidad de pisos en mínimos por los recelos de los propietarios ante la normativa vigente y la inseguridad que esta les genera, y unos precios disparados en consonancia con una oferta casi inexistente, está dando lugar a situaciones que serían inverosímiles hace unos pocos años. En un escenario en el que las viviendas que se ofertan salen a cuentagotas y una sociedad con creciente necesidad de alojamiento (población al alza y unidades familiares más pequeñas), cada piso que sale al mercado es como un tesoro que recibe al instante decenas de solicitudes para ser habitado.

Si antaño estaba asumido que el lugar de residencia lo marcaba la ubicación del puesto de trabajo, y que una persona o familia se acababa asentando cerca de donde trabajaba, esa vinculación se está rompiendo. Al menos en los casos en los que se ha de vivir de alquiler. Uno ya no vive donde quiere, sino donde puede. Aunque esté a más de 100 kilómetros o a hora y media en coche de su entorno habitual.

«Lo que marca la residencia hoy en día es la disponibilidad de vivienda y el precio», asegura Zigor Aginagalde, responsable de la inmobiliaria Bibai, de Arrasate. Explica que ante la falta de concordancia entre oferta y demanda, «quien busca un piso de alquiler se agarra a lo primero que sale si entra dentro de sus posibilidades». Y pone como ejemplo su experiencia con los dos últimos pisos que ha sacado al mercado en Arrasate. «El martes por la noche, hacia las 20 horas, antes de cerrar la oficina, publiqué en un portal inmobiliario un piso de tres habitaciones por 800 euros. El miércoles por la mañana, al abrir a las 9.00, tenía 127 peticiones para alquilarlo». No es un caso aislado. «La semana pasada, más de lo mismo. Para otra vivienda de tres habitaciones publicada a última hora, al abrir la mañana siguiente tenía hasta 148 solicitudes».

Si llama la atención la cantidad de aspirantes, más aún lo hace la procedencia de algunos de ellos. «Contacta gente que vive y trabaja en Irun, Donostialdea, Pamplona, Bilbao... Todos aseguran que están dispuestos a vivir en Arrasate e ir y venir a diario a su lugar de trabajo, porque en su ciudad no hay nada por ese precio y que necesitan un piso. Sea donde sea».

A pesar de estos dos últimos casos casi consecutivos, Aginagalde matiza que el mercado del alquiler está «muy parado» y que el negocio de las inmobiliarias se centra en estos momentos en las compraventas, que «es lo que nos da de comer».

«Oferta estrangulada»

La búsqueda de pisos por menos de mil euros al mes no impide que situaciones análogas a las que describe Aginagalde en Arrasate se vivan también en San Sebastián, donde es difícil encontrar acomodo por menos de ese precio. Javier Girón, responsable de Inmobiliaria Mundaiz, ratifica las palabras de su colega de Arrasate. «La oferta de alquileres de larga duración está estrangulada por la nueva ley. Está todo destinado al alquiler temporal, y lo que sale lo hace a precios desorbitados», apunta.

880 euros

es el precio medio de los contratos de alquiler firmados en Gipuzkoa en el último trimestre de 2024. En San Sebastián fueron 1.149 euros.

En su caso, también recibe multitud de llamadas y correos cuando aparece una vivienda para arrendar de forma estable. «El fin de semana pasado sacamos dos, una en Amara y otra en Egia. La primera, de 80 metros cuadrados, 3 habitaciones y dos baños por 1.250 euros. La segunda, de 60 metros y dos habitaciones, por 1.100 euros. A pesar de estos precios, Girón recibió 130 correos electrónicos para alquilar la primera y 140 por la segunda. «Eso sin contar las innumerables llamadas que hemos contestado».

Septiembre, como otros meses

Tanto Aginagalde como Girón rechazan que septiembre sea un mes de más actividad alquiladora, como lo era años atrás, por los comienzos de curso o las vueltas a la actividad laboral tras las vacaciones de muchos profesionales temporales. «Tal y como está la cosa, quien necesita un piso en septiembre tiene que dejarlo asegurado antes de verano. Septiembre es, en todo caso, época de entrega de llaves. Quien busque ahora va tarde», sentencia.

En la misma línea, el responsable de Inmobiliaria Mundaiz remarca que «no hay meses buenos para el alquiler. Salen posibilidades muy a cuentagotas, y pueden aparecer en cualquier época del año. No percibo ningún momento de mayor o menor actividad», señala Girón.

En el caso de Arrasate, es un lugar de referencia también para el mercado de alquiler temporal por la presencia de una universidad como Mondragon Unibertsitatea y de un grupo como Mondragon donde van y vienen trabajadores continuamente. Aginalgalde apunta en este sentido que «en el caso de los estudiantes se ha notado un descenso en la demanda de pisos por su parte». Entiende este agente inmobiliario que la escasez de oferta y los elevados precios de la vivienda, unido al abaratamiento del transporte público, ha provocado que «muchos universitarios que antes alquilaban piso durante el curso, ahora se decanten más por desplazarse diariamente entre su municipio y la universidad».

En el caso de los trabajadores, remarca que a Arrasate, y al Alto Deba en general, «viene mucha gente de fuera a trabajar a las cooperativas. Hay empleos que los locales ya no quieren realizar, como el de las fundiciones, y hay que traer trabajadores foráneos. Y estos, muchos de ellos además vienen con la familia, necesitan un lugar en el que alojarse. Y el mercado del alquiler no es suficiente para dar respuesta a todos, con lo que volvemos al círculo que representa una oferta que no cubre la demanda y genera un aumento de los precios».

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