Los CSI de los incendios forestales
Cuatro guardabosques de la Diputación con experiencia y formación específica constituyen la primera unidad#de investigación de Gipuzkoa
Su camino acaba de empezar pero están llamados a ser los investigadores de incendios forestales en Gipuzkoa. Conforman un equipo con futuro. Son guardas ... de la Diputación y dentro de no mucho, con apoyo y la dotación necesaria, no habrá fuego que se les resista. Serán capaces de determinar si un incendio ha sido fortuito, originado por causas naturales, por la mano del hombre, o si ha sido intencionado. De hecho, hoy ya lo hacen. Su labor será determinante para esclarecer quién o quiénes están detrás de los fuegos registrados en las últimas horas en Gipuzkoa que han calcinado treinta hectáreas en Aralar y otras doce en Jaizkibel. Son los CSI de los incendios y al igual que los de la serie de televisión tienen la consideración de Policía Judicial, son autoridad. Sus informes muchas veces serán claves para que la Fiscalía de Medio Ambiente pueda emprender acciones legales contra pirómanos o imprudentes.
Apenas llevan cuatro meses operativos como miembros de la Unidad de Investigación de Incendios Forestales de Gipuzkoa. Todavía no han recibido el instrumental que necesitan -guantes, lupas, banderines de señalización... - pero operan con medios que les han proporcionado compañeros del Estado. En los últimos días no han tenido un respiro, no han parado. Deba, Hernio, Aralar, Jaizkibel... han sido escenarios a procesar. El grupo está integrado por cuatro guardas forestales que, al margen de la formación específica que han recibido como investigadores en esta clase de siniestros, acumulan entre todos ochenta años de experiencia como preservadores de la fauna y flora del territorio. Cuentan además con una cualificada capacitación académica. Poseen conocimientos en biología, ambientología, en técnicas forestales...
La cifra
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4 meses llevan los miembros de la unidad en activo. En los últimos días no han tenido un respiro, no han parado. Deba, Hernio, Aralar, Jaizkibel... han sido escenarios en los que han puesto en práctica sus conocimientos.
La creación de la unidad es un mandato legal. La Ley de Montes contempla la necesidad de constituir estas unidades por las administraciones que tienen la custodia de los montes así como la labor de extinción de incendios en estos espacios.
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Pero al margen de la exigencia legislativa, la experiencia ha demostrado la efectividad de estos grupos, «no solo porque ha permitido identificar a incendiarios o a personas que han incurrido en negligencias o fuegos intencionados, sino porque a la vez ha aportado datos técnicos para una mejor prevención y extinción, tales como los días en los que se originan, por qué, las zonas con mayor recurrencia... En territorios, provincias o comunidades en los que no existen estos grupos, muchos de los informes concluyen con el epílogo de 'origen desconocido', mientras que allí donde sí las hay, apenas un 3% quedan sin esclarecer», coinciden en señalar los cuatro guardas que han emprendido esta andadura y que recuerdan que su actividad sirve de igual manera para alejar posibles fantasmas respecto a los orígenes de los fuegos. «A veces pensamos que un incendio ha sido intencionado, pero cuando acudimos se descubren evidencias que permiten saber que ha sido por causas naturales, bien por un rayo, por la presencia del casco de una botella que ha hecho el efecto lupa, o por simple negligencia. Estos datos se los pasamos a la Diputación para que pueda actuar», afirman.
Una ceremonia de santería provocó un incendio en diciembre en Jaizkibel
Pero otros factores que determinan la necesidad de su existencia. «Allí donde estos grupos vienen trabajando, el número de incendios generados por imprudencias han descendido porque la gente sabe que se va a investigar».
El equipo, pese a su reciente creación, ha tenido ya que enfrentarse a varios fuegos. Los más recientes, los registrados esta semana en Aralar y Jaizkibel, además del provocado días antes en el paraje de Gazume, en la subida al Hernio. La condición de guardas les permite la mayoría de las veces abordar las investigaciones con una información previa de alto valor, ya que en muchas ocasiones han participado en las labores de control y extinción de los mismos siniestros. «Por ello, para cuando iniciamos el trabajo de investigación disponemos de datos relevantes. En el caso de Gazume, por ejemplo, sabíamos, porque estábamos allí, que había siete focos, que no había viento ni partículas de materia inflamable desplazada por el aire, de manera que todo inducía a pensar que obedecía a una acción intencionada. Y en los lugares en los que no hemos estado, la información la recabamos del compañero o compañera que lo ha hecho. Con estos antecedentes nos aproximamos al lugar para establecer la 'zona de inicio'».
Concepto clave
Para los investigadores, la «zona o punto de inicio» es un concepto clave para determinar las posibles causas de un incendio, aunque reconocen que no siempre es posible hacerlo. «Lo primero que efectuamos es una inspección visual. Observamos las evidencias sin entrar en el área calcinada y sin descartar ninguna hipótesis. Vamos poco a poco acotando dicha zona».
¿Pero cómo logran saber dónde empezó y el posterior recorrido que ha seguido la lengua de fuego o el frente? «Con los datos previos sabemos cuál era la dirección del viento, podemos intuir cómo se desplazaban las llamas. Pero eso no basta para dar con el punto de inicio, de forma que hemos de fijarnos en elementos que vamos encontrando, bien sea en la posición en la que quedan los matorrales calcinados -nosotros llamamos congelados-, las zonas de protección, es decir allí donde la incidencia del fuego ha sido menor o en los 'abrazamientos' de los árboles que muestran la parte por la que el fuego ha atacado el tronco... Todos estos indicios nos indican cómo ha avanzado».
Febrero y marzo,meses propicios para los fuegos
Los meses más propicios para la propagación de incendios son febrero y marzo. Lo dicen las estadísticas. «En la cornisa cantábrica, la vegetación se seca en invierno que es cuando hiela y hace frío. Los días en los que sopla el sur, el riesgo aumenta», señalan los miembros de la recién creada unidad.
Si bien, los mayores incendios han afectado a zonas de pasto y matorral, preocupa a los investigadores la situación en la que se hallan los bosques de pino insignis como consecuencia de la enfermedad de la banda marrón. «Hay un montón de ejemplares secos con la acículas y hemos de permanecer vigilantes», indican.
Establecido el punto, el objetivo es hallar, siempre que sea posible, el elemento que lo ha originado, ya sea un cigarrillo, un trozo de vidrio, un mechero... «O incluso viruta metálica proveniente de una rotaflex usada en unas obras a pie de carretera que ha lanzado una lluvia de chispas que han prendido en la hierba seca. En esos casos encontramos partículas de mental. Las detectamos mediante el empleo de imanes».
Un caso de santería
Los especialistas sostienen que la mayor parte de los incendios tienen su origen en negligencias, desde quemas descontroladas de rastrojos o forestales a cigarros. Pero se han dado también situaciones sorprendentes, como un incendio que se desató el 23 de diciembre del 2018, en el monte Jaizkibel tras una ceremonia de santería. «En otras zonas del Estado existía constancia de algún hecho similar, pero nosotros no habíamos tenido ninguno en Gipuzkoa. En el transcurso de la investigación se halló una campanilla, un elemento muy característico en este tipo de celebraciones».
En este sentido, los guardas observan dos circunstancias que pueden ser generadoras de incendios: el uso intensivo del monte y la cada vez mayor presencia de personas con hábitos distintos. «Hace algún tiempo vivimos un caso peculiar. Vimos de madrugada un enorme resplandor en la zona de Mendizorrotz, en Igeldo. Al llegar encontramos a un grupo de australianos que había venido a hacer surf y había hecho una gran hoguera. Ellos solían hacer lo mismo en su país y no eran conscientes de que aquí está prohibido. Lo mismo sucede con algunos peregrinos del Camino de Santiago. Por eso, es importante nuestro trabajo. Que detectemos esas prácticas puede dar lugar a que se diseñe una mejor señalización o a la publicación de trípticos turísticos informando de la normativa».
¿Y qué o quiénes están detrás de los incendios intencionados? «Hay de todo, desde venganzas hacia el vecino, contra la administración, contra nosotros. En ocasiones procuran que estemos entretenidos para que ellos puedan desarrollar otras actividades. Pero sobre todo, las intenciones son económicas, por interés por los pastos o incluso para cobrar el seguro. Y tampoco hemos de olvidarnos de los fuegos causados por personas con patologías de salud mental. En la zona de Iñurritza, en Zarautz, había alguien que todos los daños prendía algún fuego».
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