Una semana con tinta morada

Para empezar, las primeras páginas de los periódicos rompían su grisura con ilustraciones y reproducciones de cuadros y esculturas de estampas religiosas. Nos gusta la que se publicó el Jueves Santo de 1944, dibujando los capirotes de la procesión que iba a celebrarse.

En San Sebastián se organizaban dos procesiones, que desaparecerían en 1968 y 1971, varios vía-crucis, más los actos a distintas horas en el interior de cada parroquia. Localidades del resto de Gipuzkoa también ofrecían un denso programa de cultos. De ahí que DV dedicara grandes espacios a anunciarlos, como en esta página de tamaño sábana que publicó en 1945.

La infografía es un aspecto relativamente reciente en la prensa. Pero antaño, de vez en cuando y en ocasiones muy especiales, ya asomaban por los periódicos algunos gráficos que plasmaban informaciones de un modo visual. Así lo hizo DV en su última página el Jueves Santo de 1944. Aunque no fuesen bonitos, sí resultaban prácticos y todo un esfuerzo de realización estos relojes que situaban en el tiempo todos y cada uno de los momentos del ciclo de la Pasión, incluidas «las siete palabras».

Vista desde la actualidad, nos llama la atención la algo caótica distribución de elementos que podían tener las primeras páginas de los periódicos. Esta, publicada el Sábado Santo de 1953 (entonces los diarios faltaban a su cita el Viernes Santo pero aparecían el sábado) recogía de un modo algo desparramado cinco fotografías de Aygüés de las dos procesiones que había habido en la capital (el Jueves Santo, la de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que partía del Buen Pastor y recorría el Centro; y el viernes, la del Santo Entierro, con salida de la parroquia de San Vicente y recorrido por la Parte Vieja donostiarra). Llama la atención que la selección fotográfica prestase más atención a las autoridades (religiosas, pero también políticas y militares) que a los pasos y grupos de nazarenos.

Durante décadas, en aquellos tiempos en blanco, negro y gris, EL DIARIO VASCO adoptó una segunda tinta en su primera y última página, que le identificaba visualmente. Aquella otra tinta, empleada en algunos titulares, subrayados y elementos gráficos, solía ser roja. Sin embargo, algunos años a finales de los 60 y principios de los 70, en los días festivos de Semana Santa el diario sorprendía a sus lectores cambiando el rojo por el morado, como en esta última página sobre temas religiosos publicada en 1970 (o la de 1968, que publicamos al inicio de este artículo).

El color morado, claro está, no tenía entonces ninguna relación con el feminismo por desarrollar sino que los lectores lo asociaban con la espiritualidad y el sufrimiento. Otro ejemplo de cómo la Semana Santa cambiaba el ambiente social y hasta las formas de los periódicos.