El pangolín está completamente cubierto de escamas duras, que se superponen unas con otras. De ese modo el animal puede enroscarse en un instante y, hecho una bola, protegerse de sus enemigos. Una de sus extraordinarias características es que, aunque las escamas son muy duras, su tacto es suave, incluso cuando se enrolla.
Un problema que había con los microrrobots médicos, que circulan dentro de nuestro cuerpo, es que era muy conveniente que fueran metálicos, para poderlos mover ... desde fuera, o para que se calentaran. Pero al hacerlos de metal, dejaban de ser suaves y no servían.
En un artículo de 'Nature Communications', cuyo autor principal es Ren Hao Sun, nos cuenta cómo, inspirándose en el pangolín, realizaron un minúsculo robot médico que mide menos de 2 cm de largo y que copia la estructura del animal. Sus escamas son metálicas, pero a pesar de ello es muy flexible, su tacto es suave y se puede introducir en el cuerpo humano sin ningún problema. El robot enrollado puede transportar en su interior medicamentos. Aplicando un campo magnético de baja frecuencia el robot puede moverse libremente y, una vez que llegue a su destino, puede abrirse y liberarlo.
Con un campo magnético de alta frecuencia, el robot se calienta hasta los 70º C, lo que es muy útil en procedimientos tales como el tratamiento de la trombosis, detener las hemorragias e incluso la extirpación de tejido tumoral.
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