Batallón de limpieza en Donostia
Un total de 62 militares del cuartel de Loiola participaron en la desinfección de la estación de Renfe
La escena, se mirase desde la perspectiva que se mirase, era insólita. Un silencio sepulcral y una decena de vehículos -3 ligeros, 5 pesados y 2 remolques- tintados de camuflaje a los lados de una calle acordonada. Parecía el rodaje de una película. Como si una de las grandes productoras del séptimo arte hubiera encargado una réplica perfecta del paseo de Francia, de la entrada y el pórtico de la estación de tren del Norte, futura Atotxa con el TAV, para filmar una secuencia en la que el Ejército, tras atravesar calles completamente vacías, debía desinfectar las instalaciones contaminadas por un virus que tenía en jaque a medio mundo, y al otro medio cruzando los dedos para que no le salpicara de lleno esta pandemia.
Pero ni la decoración era de cartón piedra, ni los 62 militares que se desplegaron por la zona eran actores. La única parte de la historia que sí se correspondía con esa sinopsis de película era que la intervención del regimiento tercio viejo de Sicilia, es decir, el batallón de tierra que se encuentra en el cuartel de Loiola, sirvió para no dejar ni rastro del dichoso coronavirus en la estación de Atotxa de San Sebastián.
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La afluencia y el volumen de servicios y conexiones en transporte es menor, sin duda, pero eso no significa que aeropuertos y estaciones hayan dejado de ser uno de los focos de contagio por excelencia para el Covid-19. Todo lo contrario. Hace días que desde el equipo de Gobierno de Pedro Sánchez ya se comunicó que la Unidad Militar de Emergencia (UME) iba a encargarse de desinfectar aquellas instalaciones más transitadas o, en su defecto, de instruir en los acuartelamientos de todo el Estado cómo colocarse los equipos de protección individual y cómo realizar dicha desinfección de manera pormenorizada para que cada cuartel fuera realizando la limpieza en su ámbito de actuación. Y ayer fue el turno de la capital guipuzcoana.
Un trabajo en dos fases
A las 15.15 horas abandonaban el acuartelamiento de Loiola siete vehículos con dirección a Atotxa. Cruzaron Egia, por Duque de Mandas y unos minutos después estacionaron frente a la estación de Renfe.
La intervención «se realiza en dos tiempos», explicó Miguel Hidalgo, capitán de la compañía, mientras se empezaban a descargaban los vehículos. En esa primera fase, una treintena de militares se encargaron de montar dos tiendas modulares tipo Utilis, con el objetivo de desinfectar en su interior a los compañeros encargados de limpiar la estación una vez terminada su tarea. Para ello se valieron de una planicie a la derecha del pórtico de la estación para ubicar estas dos estructuras.
Pasadas las cuatro de la tarde aparecieron en escena los otros tres vehículos restantes con otra treintena de militares ataviados con los equipos de protección pertinentes, salvo las máscaras y las capuchas que se las terminaron de colocar antes de acceder a la instalación, al igual que las sulfatadoras, una especie de mochilas de color amarillo y muy pesadas en las que caben hasta 15 litros de mezcla de lejía y alcohol que espolvorearon durante tres horas en cada rincón de la estación.
Los jefes de sección, con buzos blancos más ligeros, inspeccionaron la zona para dividir a los militares en cuatro grupos. Los trajes de los que se encargaron de la limpieza directa eran más pesados, llevaban protectores en el calzado y máscaras más sofisticadas, «porque son los que están en contacto directo con la mezcla, que genera una niebla incómoda», explicó el capitán.
La desinfección se realizó «de la parte distal a la aproximal», es decir, se comenzó por la zona más alejada, la de los andenes, para concluir en la zona cubierta, más próxima al acceso peatonal. Una labor en la que si bien Hidalgo remarcó que su batallón ya estaba instruido en Defensa Nuclear, Biológica y Química (NBQ), la visita de la semana pasada de la Unidad Militar de Emergencia (UME) de Zaragoza a los acuartelamientos de Euskadi les sirvió para matizar conceptos que requieren su técnica, como la colocación de los equipos de protección o la realización de la mezcla desinfectante.
La intervención, según indicaron fuentes consultadas, se desarrolló en coordinación con la subdelegación del gobierno en Gipuzkoa, encabezada por Guillermo Echenique, la policía municipal de San Sebastián, Adif y el consistorio donostiarra. El alcalde de San Sebastián, Eneko Goia, así indicó por la mañana en una rueda de prensa ofrecida por streaming, haber recibido una llamada del subdelegado del Gobierno para comunicarle la actuación de desinfección prevista durante la tarde.