Donostia empieza a medir la emisión de gases para la futura zona limitada al tráfico
La empresa adjudicataria de la gestión del área de bajas emisiones instala un medidor móvil en varias calles según recoge la ley, y algunos ciudadanos lo confunden con un radar
«Al loro con los radares todos los coches que vayan para Amara», relata la voz en off de uno de los vídeos que desde ... el miércoles han circulado por las redes sociales, advirtiendo de la colocación de un artilugio al final de la calle Prim de Donostia, en su confluencia con Urbieta, que es interpretado por el autor de la grabación como un supuesto cinemómetro móvil. Como sucede en este tipo de situaciones, el contenido del vídeo que avisa veladamente del riesgo de ser multado por exceso de velocidad, provoca más de una indignación. Una reacción injustificada teniendo en cuenta la verdadera finalidad del artilugio en cuestión: controlar el nivel de contaminación que emite el tráfico rodado. Según aclaran desde el Ayuntamiento de San Sebastián, se trata de un aparato móvil que medirá una serie de parámetros en varios puntos de la ciudad, con miras a la próxima instauración de la zona de bajas emisiones (ZBE) en varias calles del centro donostiarra. Esta área que restringirá el paso de los vehículos más contaminantes, entrará en vigor el 1 de enero de 2025, en virtud de la La Ley estatal 7/2021 de cambio climático y transición energética, que obliga a los municipios de más de 50.000 habitantes –Donostia e Irun, en el caso de Gipuzkoa– a establecer unos ámbitos más ecológicos.
El aparato no tiene que ver con el departamento municipal de Movilidad, sino con el de Ecología (antes Medioambiente). Su concejal, Juantxo Marrero, explica a este periódico que la empresa adjudicataria del sistema de implantación de la zona de bajas emisiones en Donostia «debe realizar diversas mediciones por zonas, tanto ahora como una vez esté en marcha la ZBE», a partir de las cuales recabará una serie de datos «con el fin de poder llevar a cabo un control de los efectos que tenga esta medida (ZBE). Por supuesto, no tiene ningún efecto sancionador para el ciudadano. Es un mero control interno» vinculado a la normativa para reducir la emisión de gases a la atmósfera.
Sin entrar en disposiciones técnicas, el medidor ambiental consta de tres partes. Dos de ellas se instalan de manera paralela sobre sendos trípodes a ambos lados de la calzada. Y conectada a ellas, unos metros antes, una cámara registra la parte posterior de los vehículos que circulan entre los sensores. De esta forma, se logra medir diversos parámetros vinculados a los contaminantes atmosféricos, como la concentración de dióxido de nitrógeno o CO2. Y, además, posibilita determinar tanto el número como el tipo de vehículos que pasan por ese punto.
Seguimiento continuo
El propio decreto ley que regula las zonas de bajas emisiones establece que las entidades locales deberán establecer «un sistema de monitorización y seguimiento continuo con el fin de evaluar la eficacia de las medidas», así como «el cumplimiento de los objetivos» que se pretenden con la instauración de ZBE. Este sistema «debe posibilitar el seguimiento de la evolución de la calidad del aire y del ruido también en las zonas colindantes», con el fin de evitar que las medidas adoptadas repercutan de forma negativa en otras áreas. Es por ello que el medidor instalado al final de la calle Prim –en el límite de la próxima ZBE– podrá verse «en otras calles fuera de la ZBE», apunta Marrero.
«La adjudicataria de la ZBE debe hacer mediciones en varias calles para llevar un control de la medida, pero sin carácter sancionador»
Juantxo Marrero
Concejal de Ecología en Donostia
En la misma situación que Donostia se encuentra Irun, donde su director de Urbanismo, Mikel Gargallo, ya explicó hace unos meses en este periódico que muchos de los recursos judiciales que han tumbado las ZBE en varias localidades españolas se basaran en una «falta de análisis diagnóstico. Para tener cierta garantía jurídica, necesitamos al menos seis meses de mediciones de calidad del aire en distintos puntos de la ciudad».
En el caso de Donostia, la ZBE abarcará un área de 1,2 kilómetros cuadrados al este del río Urumea, que estará delimitada por la Parte Vieja, ensanche hasta el parque Araba, Miraconcha hasta el club Eguzki, y San Roke. Los vehículos más contaminantes no podrán entrar a ella desde enero, aunque no se empezará a sancionar hasta abril.
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