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Beñat Olaskoaga lleva 17 años trabajando en la lonja de Elkano Kofradia de Getaria. Casi podría calcular a ojo el peso del pescado que ... les llega a la báscula, y no se equivocaría demasiado. Pero hoy siente una pizca de tensión: los anguleros vascos se están estrenando con la venta en subasta –posible solo en Getaria o Santurtzi– a la que obliga la reciente profesionalización de la actividad, y él ve muchas caras nuevas. «A los pescadores de toda la vida –cuenta– los conoces a todos cuando vienen con antxoa o berdel, y tienes ya confianza en el trato. Al angulero, aún no; ellos mismos tampoco conocían el proceso». De ahí esa pizca de inquietud en un ambiente de por sí distendido. Tampoco hay tanta angula como para ponerse nerviosos.
Sobre las siete de la mañana comienzan a llegar los primeros ejemplares. Curiosamente, todos con el mismo origen: Deba. Las condiciones –meteorología, luna, corrientes, mar...– hacen que esta sea la única de las tres cuencas en Gipuzkoa donde se está pescando algo. «Angula hay, pero para poder cogerla se tienen que dar una serie de circunstancias: noche cerrada, mal tiempo, riada, aguas turbias... Hay tantos espigones en las desembocaduras del Urola y el Oria, que se necesitan olas de siete metros fuera para que la mar entre en la ría con fuerza, revuelva el agua y la angula se sienta protegida y salga. En Deba, en cambio, la playa es abierta y con olas de dos metros ya es suficiente para que la angula salga», explican los debarras Iker Agirrezabala y Ander Santiago, que aun así solo suman un par de kilos en lo que va de temporada. «Otros años podíamos llevar ya ocho kilos para estas fechas. Intentamos no perdonar un día. La angula no tiene más misterio que ir a buscarla».
Ander Santiago e Iker Agirrezabala |Anguleros de Deba «De los días hábiles no perdonamos uno; la pesca de la angula no tiene más misterio que ir a buscarla»
Unai Eizagirre | Angulero de Orio «Llevo kilo y medio este año en el Oria. Angula hay, pero está quieta, escondida en el fondo; hace falta mal tiempo para que salga»
Dionisio e Iñigo Izaguirre | Mayoristas de Aginaga «Pagar 510 euros el kilo era lo que preveíamos; el precio bajará ahora por todo lo que pesca Francia»
El problema es un matiz: antes la veda se abría entre mediados de noviembre y el 31 de enero, «y podías pescar todos los días en los que se daban las condiciones propicias». Con la profesionalización, solo pueden hacerlo durante cuatro periodos de una semana, sean o no las jornadas idóneas.
Este viernes acabó esa segunda semana –media campaña–, y el oriotarra Unai Eizagirre ha extraído kilo y medio del Oria, una exigua recompensa para faenar desde embarcación, algo reservado para 12 de las 150 licencias en Euskadi. «En la primera marea salí un día más que nada para probar el barco, y en la segunda, dos veces –afirma–. Angula hay, pero está quieta, escondida en el fondo», para ocultarse de los depredadores.
Eizagirre es el presidente de Euskadiko Angulero Elkartea, y también quien desde las 7.30 horas se pone ante un fregadero para lavar las angulas que cada pescador ha depositado en bandejas. «Hay que quitar bien la baba que traen alrededor para que esté limpia y el peso sea justo», explica.
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Un operario de la lonja va completando los albaranes con el nombre y número de licencia del angulero, y el resultado del pesaje. Los datos quedan registrados para el control de la especie por parte de técnicos y autoridades. Además, cada profesional cuenta con una cartilla en la que anotar sus capturas. Y no están siendo cuantiosas: en la primera marea, cero. Y en la segunda, se subastaron 1,850 kilos el 28 de diciembre, 17,608 el día 30 a 542 euros/kilo, y 12,170 este viernes. El 'txapeldun' es el último en llegar, el único que no es ni debarra ni guipuzcoano: Unai Astigarraga, con 2,222 kilos cogidos en Butrón. Dice que como en Bizkaia tampoco se está pescando nada, la lonja de Santurtzi no está funcionando y «he venido a Getaria».
También de Bizkaia procede Iñaki Bedoya, que tiene barco en Plentzia, pero viene en calidad de secretario de EAE. No tiene nada que vender: «¡He cogido cinco!», exclama a modo de saludo mostrando una 'manita'. ¿Cinco kilos? ¿cinco gramos? ¡cinco angulas! En Deba, la mitad no llega a los 500 gramos, e Igor Martínez (1,932), Ander Casquero (1,619) y Gorka Larrañaga (1,268) son los únicos que superan el kilo.
Este último viene con su padre Ernesto, de 71 años, que hace «de taxista». Cuatro miembros de esta familia de Eibar solían pescar antes de la profesionalización. «Mi mujer lo ha dejado por el papeleo y mi cuñado no puede porque cobra una incapacidad y no puede darse de alta en el ISM (Instituto Social de Marina). Y a mí no me tocó» una de las 150 licencias para las que aspiraban 222. Antes había 780 licencias recreativas. El coste económico ha influido en algún caso, pues de bastar con pagar los 15 euros para la licencia, se ha pasado a abonar 80 euros al mes de la cuota del ISM, que pasará de los 200 a partir del segundo año.
Una vez pesadas, las bandejas son distribuidas en lotes. Esta vez, tres. Dos superan los cinco kilos: uno con solo tres bandejas de más de un kilo con los ejemplares más blancos, y otro con once recipientes con los más oscuros. La tonalidad refleja el tiempo que lleva la angula por nuestro litoral: la más blanquecina ha llegado más recientemente. «Según se va aclimatando en aguas más dulces, va adelgazando y se le nota más la espina, que es lo que le da ese color negro», explica Bedoya, que da una idea del tamaño: para hacer un gramo se necesitan dos blancas o tres negras, «y con la de febrero, cuatro». «De pescarla blanca o más oscura, en Deba hay 100 metros de distancia», matiza Larrañaga.
La subasta, prevista para las nueve, comienza a y media. Hay tres mayoristas, que previamente han analizado los lotes. La puja comienza en una cuenta atrás desde los 1.500 euros que el interesado detendrá cuando estime el precio justo: Manterola paga 520 euros el kilo más blanco, e Izaguirre 510 por el otro, más 475 por el de 610 gramos. Mientras cargan las cajas para llevarlas a su sede en Aginaga, Dionisio Izaguirre y su hijo Iñigo se van satisfechos con su adquisición, que venderán a «pescaderías, restaurantes y particulares». Han pagado «lo que teníamos previsto», porque «ha pasado ya la Navidad y se está pescando mucho en Francia», donde realizan compras mayores, lo que repercute negativamente en el precio aquí. No obstante, creían que «habría menos de angula».
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