Borrar

La otra transición (I)

Un comino ·

¿Alguien se ha parado a escuchar a los que resisten en el campo, a pensar que, incluso con un buen propósito, los nuevos planes han de regular su profundidad y velocidad de aplicación para no causar más perjuicios que los beneficios que ansían traer?

Lunes, 28 de junio 2021, 07:40

Comenta

Llevo un par de días revuelto con la historia en una sola imagen de Ismael Navarro, autodefinido como «joven agricultor», sentado en un campo arado y yermo junto a un cartel de 'Se vende'. En su red social el joven agricultor dice: «He plantado lo más doloroso que un agricultor puede plantar: el cartel de 'Se vende' en el campo de mandarinas de mi abuelo que arranqué y quemé en marzo tras años de pérdidas». Sigamos.

Un profesor de bioética de Nueva York, Matthew Liao, plantea la posibilidad de usar la ingeniería médica para convertir personas en alérgicas a ciertos tipos de carne, de manera que el planeta se beneficie de un menor consumo. También propone la posibilidad de limitar genéticamente la altura de los humanos para que así se reduzca el consumo de alimentos. Imaginen: vascos bajitos a los que no les gustan las txuletas. Hay muchísimos rincones en nuestro país donde la especie en mayor peligro de extinción es el homo sapiens. Comarcas enteras por las que hace mucho tiempo no pasa el tren. Antes de la pandemia se empezaba a hablar del despoblamiento rural, de la necesidad de revertir la temible tendencia antes de que la piel de toro se cuarteara de pena y pobreza. El problema, sigue ahí.

En las grandes ciudades no dejamos de hablar de 'sostenibilidad'. Mientras, los jóvenes agricultores que han apostado por la vida del entorno rural arrancan los campos de mandarinas de su abuelo y lloran con el futuro seccionado a la altura de la yugular. También los tenemos en nuestros baserris, no crean. Solo que aquí suele quedar la opción de encontrar algún trabajo en la empresa con el que completar el sueldo.

Mientras, en Bruselas, políticos y funcionarios discuten por años la nueva PAC, el cambio radical de la política agraria que lo apuesta todo a esos grandes conceptos del párrafo de arriba, cueste lo que cueste, caiga quien caiga. A mí me suena a aquello que estudiábamos en las clases de historia del BUP, lo del despotismo ilustrado, lo de «todo para el pueblo pero sin el pueblo».

¿Alguien se ha parado a escuchar a los que resisten en el campo, a pensar que, incluso con un buen propósito, los nuevos planes han de regular su profundidad y velocidad de aplicación para no causar más perjuicios que los beneficios que ansían traer?¿Realmente debemos apostar de un modo tan radical por esas presuntas mejoras aunque dejen fuera del sistema a la mayor parte de los productores agrarios y ganaderos de países como España? Tengo más preguntas y alguna propuesta. Y ahí quiero contarles cuál es el importantísimo papel que pueden jugar la cocina y los cocineros rurales en este asunto capital. Nos vemos en la segunda parte de este artículo.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco La otra transición (I)

La otra transición (I)