El equipo del Órale hondarribiarra, con sus sombreros mejicanos en el interior del restaurante. de la hera
Restaurantes

Órale en Hondarribia, los platillos mejicanos de Anabel

La cocina de esta tasca chilanga de Hondarribia es casera y rematada a fuego lento. Honrada, sabrosísima, sincera, sin chorradas y ardiente si uno quiere ponerse a prueba

Sábado, 5 de noviembre 2022

Me quedo picueto repasando las fotografías de este pasado verano porque uno curra para que le luzca la melena y tuvimos también tiempo para disfrutar como los cocodrilos del Serengueti. Lo pasamos pipa en Cedeira con Lucía, María, Juan y Manolo comiendo patatas fritas y la mejor empanada de merluza del mundo mundial que hacen en el Badulaque, con un relleno primoroso, sofrito y sabrosísimo encerrado en una coraza fina y adictiva. Me puse bravo y les guisé un cazuelón de kokotxas en salsa verde con muchos ajos y guindillas, papeamos caldeiradas de rape, tomamos copas en un jardín de ensueño y paseamos por las rocas alucinando con aquella reserva marina y sus acantilados forrados de piñas de percebes que dirigen sus uñas hacia la ermita de San Antón.

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Luego gozamos también en las fiestas de Trasobares, en la comarca del Aranda, con Javi, Idoia, Pajalarga y los chismorreos del concierto de King África en el pabellón, el campeonato de rabino y guiñote, la aurora de la Virgen de la asunción, los pasacalles y la aclamadísima orquesta Titanes Show. Y aún quedaron días para sardinas asadas en Santoña, huevos fritos en el nacimiento del río Asón y flipar en el Bután español que no es otro lugar que el valle del Pas y las localidades de San Roque de Riomiera, Liérganes, Selaya, Rubalcaba, Mirones o ese inhóspito Portillo de Lunada que conduce hasta las Merindades y Espinosa de los Monteros.

Datos del restaurante Órale

  • Dirección Santiago 67 (Hondarribia)

  • Teléfono 943 051 431

  • Instagram @restaurante_orale

  • Cocina Todos los públicos

  • Con quién Con amigos / En pareja / En familia

  • Precios Ensalada de nopales 15 euros. Quesadilla de flor de calabaza 18 euros. Taco al pastor 30 euros. Quesadilla birria 17 euros. Tostada de tinga 16 euros.

El remate de estos disparatados, intensos y luminosos meses fue descubrir en Hondarribia y a dos pasos de mi casa un tasco mejicano de tomo y lomo en el barrio de la Magdalena. Resulta que estos chavos entraditos en años llevan ya unos cuantos años dejándose el pellejo en el fogón de un pequeño soto que alberga unas pocas mesas desnudas y una terraza para los días soleados en los que puedes beber y comer repanchingado. Y yo sin enterarme, menudo cronista gastronómico. Su cocina es casera y rematada a fuego lento, honrada, sabrosísima, sincera, sin chorradas y ardiente si uno quiere ponerse a prueba y hacerle un testeo a su almorrana.

Es un 'desfás' la entrega con la que Anabel currela en su pequeñísima cocina, sonriente e ilusionada con todo lo que atiende al fuego o amasa sobre la mesa, pues lo mismo muele que remueve o da vuelta a unos tomates que se tateman sobre las llamas de los quemadores. Me recuerda a la vieja cocina de casa de mi madre, articulada alrededor de una mesa hermosa y amplia frente a timbres de frío, una fregadera, armarios, baldas, una campana y esa cocina mural en la que no cabe un puchero más.

El truco del almendruco

  • ¡Centren el disparo! Las raciones son copiosas, generosas y abundantísimas, así que centren el disparo para no salir del local como los patos de la Isla de los Faisanes.

No les dije que Anabel era oficinista y se dedicaba a la programación informática y toda esa aburrida mandanga de la conectividad y las zarandajas hasta que mandó todo a la mierda y se aventuró con su chico en el mundo de la hostelería. Siempre tuvo mucha mano y cada vez que guisaba en casa en modo chilango para los colegas, salía a hombros por la puerta como Joselito El Gallo, «tendrías que montar un restorán», le decían. Así que dicho y hecho.

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Si pueden vayan y no se abrumen por la kilométrica carta porque Txomin y sus secuaces les recomendarán qué zamparse si es la primera o la enésima vez que se sientan allá. Las tortillas, los tacos y los totopos son adictivos. Montan ensaladas guapísimas, huevos pericos y rancheros y de toda suerte y condición, cóctel de mariscos acapulqueño, nopales aliñados, tostadas de tinga con coberturas pringosas o tiernas y calientes rellenas de guisos y salsa picosas de nombres sugerentes. Tacos al pastor, enchiladas o quesadillas forman el pelotón central de las propuestas de esta casa. Disfruten, que nos quedan dos telediarios.

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