Napar Berri, gastronomía sin trampa ni cartón
Una gran materia prima fresca y de temporada al servicio de una cocina tradicional
No me cansaré de repetir que para mí las croquetas del hoy Napar Berri, antiguo Naparrak, son de las mejores que podemos encontrar en nuestra provincia. Generosa en tamaño, con una bechamel cremosísima, de esas que rompes la croqueta por la mitad y empieza a salir poco a poco, con una buena proporción de jamón, plenos de sabor y un rebozado que le aporta ese toque crujiente indispensable en una buena croqueta, en definitiva, un manjar, un placer para nuestros paladares.
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Desde que la probé allá por el año 2018, en la final de la Semana de la Croqueta de Gipuzkoa, no sé cuántas veces me habré dejado caer por Zarautz con la excusa de comerme una que tan buenas hace Agurtzane Onda Artetxe siendo fiel a la receta familiar. Hasta ahora había que acercarse al Naparrak ubicado en la zona del Pilar zarauztarra, pero desde el pasado 7 de julio encontraremos a Agurtzane, su hijo Imanol Dorronsoro y a todo su equipo en la calle Zigordia, cerca del Pilar, en el local dónde estaba el Sakana.
Cada vez que la visitaba, Agurtzane no hacia más que preguntarme que cuándo me acercaría a comer en condiciones y disfrutar de su cocina basada en una materia de gran calidad. No podía tener mejor excusa que conocer su nuevo local y contaros qué tal le va en su nueva aventura hostelera. Era un jueves de agosto, de esos pocos días soleados que ha hecho en nuestra provincia, día espléndido para dar un paseo por Zarautz y comer en la terraza del Napar Berri. Aproveché la ocasión para disfrutar de la compañía de Julian Perrino, director comercial de Igartza Food Service, gran amigo y compañero de fatigas en el Camping Lizarra y buen conocedor y aficionado del buen producto y la buena gastronomía.
Nos recibió Agurtzane, nos acomodó en la terraza y nos sacó una buena botella de vino blanco Gewürztraminer de Viñas del Vero, mientras preparaba el menú. Comenzamos con un plato de temporada, veraniego, una ensalada de tomate, un producto que no puede faltar en esta época del año, una ensalada fresca, con un tomate en su punto álgido, pleno de sabor, de casa. A veces, no se necesita más para ser feliz. Ideal para abrir boca.
Y hablando de productos de temporada, qué decir de las guindillas fritas. Ahora que estoy escribiendo el artículo, me doy cuenta de que el inicio del menú fue calcado al que os conté el sábado pasado del Ardantzabide. Otro manjar, que, además, en el Napar Berri acompañaron con unas lonchas de jamón ibérico que lo convertían en el matrimonio perfecto. No podíamos haber tenido mejor inicio.
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Luego llegaron las indiscutibles reinas de las casas, las señoras croquetas de jamón del Napar Berri. Yo ya le avisé a Julian que eran de las mejores que iba a comer, y me confesó que no es un gran aficionado a ellas, pero fue comer una y tener que reconocer que las croquetas del Napar Berri son de otro nivel, juegan en otra liga.
Seguimos adelante sumergiéndonos en el mar, con un plato sencillo en apariencia, pero que es todo un espectáculo en boca, unas colitas de cigala y kokotxas rebozadas, poco más se necesita para hacer felices nuestros paladares, un producto excepcional con un rebozado muy suave, un auténtico vicio, nos habríamos comido toda una caja sin darnos cuenta.
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Por si eso fuera poco, terminamos el apartado salado con un maravilloso solomillo al foie, una muy buena carne, elaborada en su punto justo, poco hecha, que casaba a la perfección con el foie. Pusimos punto final con una tarta de queso que fue la mejor guinda posible a una comida memorable, una tarta de queso elaborada a partir de la receta de La Viña. Todo se unió, el entorno, en pleno centro de Zarautz, pero recogido, un servicio excelente y una comida de las que hacen época. Fuimos felices, muy felices.
Porque al final ese es el objetivo de Agurtzane y toda la familia del Napar Berri, hacer feliz a su clientela a través de una cocina sencilla, sin misterio, sin trampa ni cartón. Una cocina que parte de una selección de materia prima de primerísima calidad, para luego, vestirlo lo mínimo posible y darle todo el protagonismo que se merece, muestra de ello nuestra comida. Una cocina fresca, del momento, de temporada. Una cocina tradicional, la de toda la vida, siendo fiel a los secretos culinarios que Agurtzane aprendió junto a sus padres Joxe y Maria Pilar. Un objetivo, el de hacer feliz, que cumplen con creces, porque ante todas las incertidumbres y dudas que le surgían con el cambio de ubicación, Agurtzane se siente querida y feliz con el apoyo que ha sentido y siente de su fiel clientela, que sigue visitándola en Napar Berri y eso es señal de lo bien que lo hacen. Si queréis ser felices, ya sabéis, Napar Berri es vuestra casa. On egin!
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