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Alexis Algaba / Ainhoa Múgica
San Sebastián
Viernes, 8 de marzo 2019
Billones de pasos recorrieron este viernes el centro de San Sebastián pidiendo igualdad, alzando la voz y recordando que esas zancadas, más largas o ... más cortas, solo pueden conducir a una misma dirección. La manifestación donostiarra fue el culmen de un 8M que volvió a registrar un seguimiento masivo en todo Gipuzkoa. No se ofrecieron cifras sobre la afluencia a la cita de la capital guipuzcoana. Imposible confirmar si fue inferior o superior a la curso pasado -aunque todo indica que la convocatoria registró un nuevo récord- pero la panorámica de la bahía con miles de personas lucía imponente. El nuevo recorrido elegido para la movilización fue todo un acierto, ya que el anochecer en La Concha acompañó el inicio de un recorrido que será recordado durante meses.
La convocatoria esta vez partió desde el túnel de El Antiguo de Donostia con destino a la Parte Vieja de la ciudad, concretamente hacia el Boulevar, a los aledaños de un Ayuntamiento vestido en color lila para la ocasión, en un recorrido de de casi dos horas que partió a las 19.00 de la tarde, aunque 45 minutos más tarde todavía seguían partiendo de el punto de inicio jóvenes y mayores. El trayecto se modificó este año para dar cabida a la marea humana prevista y que la serpiente multireivindicativa no quedara enganchada en ningún cruce y se pudiera contemplar de un vistazo -de un vistazo muy largo eso sí- la magnitud del movimiento que reclama igualdad de oportunidades, justicia social y un efectivo reparto de tareas cotidianas y responsabilidades. Pararon las calles de la ciudad de la misma forma que podrían detener el mundo si se lo propusieran.
La cita arrancó del túnel de El Antiguo, aunque previamente las convocantes de la marcha, el Movimiento Feminista de Euskal Herria, realizó una pequeña valoración de lo que había sido la jornada, que calificaron como un «éxito». Siete portavoces leyeron un manifiesto que recogía los cinco ejes de actuación en los que vertebraron la jornada de huelga: el trabajo de cuidado, los estudiantes, el consumo, los pensionistas y los asalariados. «Aunando fuerzas, creando alianzas y profundizando en ellas, así caminamos», jalearon.
La marcha comenzó a andar paso a paso ante un pasillo humano de aplausos que comenzaron a sumarse paulatinamente a la marcha que estaba encabezada por la figura de una veintena de monigotes de cartón que representaban «a las mujeres que por distintas causas, entre ellas las asesinadas, no están con nosotros».
A diferencia de la concentración registrada al mediodía, la convocatoria de la tarde registró una afluencia muy repartida entre sexos. Siguió siendo masiva la presencia femenina, pero los hombres desentonaban, con cuadrillas enteras compuestas solo por hombres que animaban con un «¡aupa neskak!» el paso de la cabecera de la manifestación. Los hombres, por tanto, tampoco renunciaron a expresar que esa, la de la igualdad, también es su lucha y que «sin el 50% de la sociedad no se puede completar el cambio». Y es que todos los pasos cuentan.
Los estudios han dado evidenciado de forma objetiva que el paso de los hombres avanza de forma habitual nueve centímetros más que el de las mujeres. Cuestiones de altura, señalan. Por cada zancaja, los hombres recorren 76,2 centímetros de media, por los 67 de las mujeres. Pero en esos datos objetivos no se recoge la actitud. Esa actitud que ayer volvió a dejar claro que ellas vuelven a pisar más fuerte y que si no encontrasen barreras, los pasos serían menos desiguales.
Nerea ha conseguido acompasar sus pasos a los de Jaime y viceversa y caminaba ayer juntos casi en la cola de la manifestación. Son jóvenes, treintañeros, y no les ha costado ningún trabajo caminar a la par. A veces, confiesan, uno debe hacer sacrificios por el otro y viceversa, pero han entendido que llegan más lejos juntos. «Ambos trabajamos, nos encargamos de las labores cotidianas y de la 'peque'». La 'peque' que miraba fascinada el avanzar de la marea humana que le precedía se llama Ainara y tiene apenas dos añitos. Arrancaba decidida con micropasos. Cada pasito es un reto y a duras penas lograba seguir el ritmo de sus progenitores. No lo conseguía, ya que debía da cuatro pasos por cada uno de los que daban sus padres. Se cansó. Jaime la abrazó y la colocó sobre sus hombros. Los pasos de sus padres son los que guiarán su presente y su futuro.
La movilización avanzó de forma pausada, deneniéndose prácticamente cada 20 metros. Mientras tanto anocheció en la bahía. Los cánticos y la pancartas se entremezclaban. Del «no quiero volver con miedo a casa», al «no somos musas, somos las artistas». Lemas más o menos originales y reivindicativos, aunque también los hubo más vulgares que son preferibles no recoger negro sobre blanco. El principal, eso sí, fue el habitual «gu gara borroka feminista» (nosotras somos la lucha feminista).
A cada paso la marcha fue ganando en carácter festivo, alimentada por la amplia presencia de manifestantes jóvenes y adolescentes y la progresiva entrada en escena de animadoras como batukadas. Algunas adolescentes corrían para alcanzar los puestos cabeceros y otras, como una cuadrilla de amigas musulmanas (cada una con su cartel reivindicativo y velos blancos y morados) se incorporaba a la marea cada vez más inclusiva e intergeneracional.
Pero daba la sensación de que ese carácter intergeneracional no terminaba de alcanzar el nivel esperado. Así como en las manifestaciones de pensionistas, éstos se mostraban preocupados por la baja asistencia de jóvenes, la marcha se adentraba en la calle San Martín con una baja asistencia de personas mayores. Sí que arrancaron algunas portavoces del colectivo feminista desde El Antiguo pero faltaba otro pequeño empuje.
Al llegar a la altura de la Catedral del Buen Pastor llegó el momento de los pensionistas. Allí esperaban un buen número de ellas y ellos que esperaban a recorrer el último kilómetros del recorrido y sumarse a la marabunta de pasos que encaraba la segunda mitad de la marcha. «Nuestro ritmo es más pausado y nos cansamos un poco más por eso entramos ahora, pero nuestro compromiso es el mismo», señalaba María Luisa, que marchaba del brazo de otra compañera del colectivo de pensionistas, ambas con un pañuelo morado expresamente elegido para la ocasión. «El 70% de las pensiones más bajas en Euskadi las percibimos las mujeres. No queremos que las próximas generaciones sufran lo mismo», explicaba María Luisa.
La marea continuó sin ningún incidente, con media ciudad colapsada por la marcha morada pero sin ningún tipo de altercado –el Movimiento Feminista denunció que las fuerzas del orden habían identificado a 50 mujeres en Pamplona y otras 10 en Vitoria durante la jornada de huelga–. No se vivieron discursos tan reivindicativos contra la Iglesia durante el trayecto como sí sucediera en la manifestación de 2018. En esta ocasión el foco de las protestas y de la preocupación se centró más en el avance de la «ultraderecha» en el Estado.
La marcha enfrentó el último tramo, pasando por delante del Hotel María Cristina y desembocando en un Boulevard que ya se encontraba lleno desde antes de que llegara la cabecera de la manifestación. Las voces contra el «heteropatriarcado» siguieron resonando hasta alcanzar el Kiosko, aunque muchas personas se quedaron en los jardines de Alderi Eder. «Queremos salir sin miedo, no volver a casa mirando para atrás y lo queremos hacer desde hoy», reclamaba convencida Janire, acompañada por su cuadrilla de amigos y amigas que no pensaban terminar la jornada reivindicativa a las nueve de la noche.
No fueron las únicas. La marcha cogió forma de fiesta total en la Parte Vieja, con un pequeño recital de bertsos y un concierto en el Boulevard. El movimiento feminista volvió a hacer historia en San Sebastián. «La revolución feminista no tiene vuelta atrás. ¡Nadie nos va a parar!».
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Vídeo, las imágenes de la manifestación por el Paseo de La Concha:
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Ambiente festivo y reivindicativo en Donostia. La cabecera de la manifestación camina ya por las calles del centro, hacia el Boulevard, mientras los últimos están a la altura de La Perla.
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La manifestación recorre el Paseo de La Concha. / Ainhoa Múgica
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Vídeo: El inicio de la manifestación en Donostia. /Ainhoa Múgica
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Un 47,9% de la plantilla de los centros de enseñanza analizados hasta el momento por el Departamento de Educación vasco, que por ahora dispone tan solo de los datos de la mitad de la red pública, ha secundado la huelga feminista. Del total de 26.000 profesionales que ejercen en estos centros, 4.755 trabajadores han ejercido su derecho a la huelga (47,9%). En las escuelas infantiles de Haurreskolak, con el 100% de los centros analizados, el 66,32% de los profesionales han secundado la huelga.
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El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha expresado su apoyo al feminismo y su «compromiso» con la lucha en favor de la igualdad entre mujeres y hombres, por lo que ha subrayado que este 8 de marzo debe contribuir a reforzar la «legítima reivindicación» para acabar con la discriminación por razón de sexo.
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La secretaria general del PSE-EE, Idoia Mendia, ha realizado un llamamiento a «salir a las calles» este 8-M para reivindicar «la libertad y la igualdad de derechos y oportunidades» entre hombres y mujeres ante la «reacción de los partidos de la derecha y los sectores más reaccionarios».
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El seguimiento de la huelga ha alcanzado el 11,53% de media a lo largo de la mañana en los centros de Osakidetza, según los datos hechos públicos por el Departamento vasco de Salud. Gizpukoa ha sido el territorio con mayor seguimiento, con un 13,25% y por categorías profesionales, la incidencia en el personal de enfermería se ha elevado al 15% y en el personal facultativo ha sido del 6,2%.
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Miles de mujeres han participado en las diversas concentraciones organizadas este mediodía en prácticamente todas las localidades guipuzcoanas. También han sido masivas en Bilbao, Vitoria y Pamplona.
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La zona del Boulevard comienza a vaciarse y a retornar a su aspecto habitual.
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