Elecciones generales 2023
El auge de Bildu mete presión al PNV ante las autonómicas y augura un duelo encarnizadoLos jeltzales confían en recuperar gran parte del voto perdido y tendrán que despejar si apuestan o no por la continuidad de Urkullu en 2024
Los 104.000 votos perdidos en estas elecciones generales por el PNV han encendido las luces de alarma en esta formación. No tanto porque no ... se esperasen un nuevo batacazo electoral. Lo esperaban aunque, quizá, no de esa dimensión. En el PNV preocupa la tendencia descendente, que se acentúa tras el desplome de las municipales y forales, que también respondía a cuestiones de gestión coyunturales. El problema empieza a ser estratégico, afecta al relevo generacional analizado por los estrategas del PNV que analizan su perfil sociológico, sus fortalezas y sus puntos débiles.
El PNV, lógicamente, era consciente de que la polarización Sánchez-Feijóo reducía drásticamente su margen de maniobra y su visibilidad y que el 'voto útil' ejercía una notable presión sobre su electorado natural. Pero no pensaba que su impacto fuera tan potente y le llevase a ser la tercera fuerza en Gipuzkoa y la cuarta en Álava. La fotografía electoral pone de relieve la fuerza del 'voto dual', que cambia de color en función del tipo de elección. Ya no hay fidelidades eternas y la política ha entrado en un territorio de gran volatilidad que también afecta al mundo nacionalista. No hay verdades absolutas.
Pero los jeltzales confían en que el próximo año cambien las tornas. Las autonómicas son, ciertamente, unas elecciones distintas y el PNV sostiene que se va a visualizar una gran disputa de poder entre el nacionalismo institucional y la izquierda abertzale, y que la expectativa de un cambio de ciclo puede movilizar a un importante sector del electorado que vota también a un modelo de sociedad, y no solo se mueve por esquemas identitarios o ideológicos. La confianza del PNV es que la bandera de la gestión tenga fuerza, aunque a la vez asume que hay flancos delicados como el de la situación de Osakidetza. Pero para ello, para dar la contienda con plena energía, tiene que dejar claro quién será su candidato o candidata. Algo que todavía no han decidido formalmente. Ni siquiera se sabe si Iñigo Urkullu -cuyo perfil siempre se ha visto en el partido como una garantía de moderación, estabilidad y confianza- estaría dispuesto a repetir.
El 'sorpasso' vasco
En este contexto, la hipótesis de un adelanto electoral para la primavera de 2024 -la legislatura finaliza en otoño- podría planear sobre el escenario si bien tampoco quedan claras las ventajas que proporcionaría. Sobre todo en una coyuntura en la que el PNV no ha tenido tiempo suficiente para abordar la crisis interna que le han planteado estos dos retrocesos electorales seguidos.
Por otra parte, desde EH Bildu se quiere poner toda la carne en el asador porque se tiene el convencimiento de que las próximas autonómicas pueden ser realmente las del 'sorpasso'. O, en última instancia, ser las que le permitan acelerar su transición interna para dar la verdadera batalla en 2027. Hasta ahora parecía poco dudoso que Arnaldo Otegi, el referente por antonomasia, sería el candidato en esos comicios. Sería el candidato del consenso interno de la izquierda soberanista. Pero a medida que crecen las expectativas de una victoria en 2024 afloran algunas dudas sobre la idoneidad del perfil. En EH Bildu se sabe que el cambio de cartel es una decisión arriesgada pero tampoco habría que descartarla radicalmente en una clave de renovación y de apertura a un nuevo sector social.
Los socialistas vascos piensan que su victoria empuja sus opciones en Euskadi. Pero tienen claro que hay que cuidar la alianza con el PNV. En el País Vasco, en Gipuzkoa y en España. Forma parte de la operación de gobernabilidad que necesita Pedro Sánchez para seguir en La Moncloa como un aliado estratégico. Una apuesta que desactiva la hipótesis de un tripartito de izquierdas.
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