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Uno de los mitos extendidos con la declaración de la Renta es que si no estás obligado a presentarla, es mejor no hacerlo. Es una cuestión directamente relacionada con tu bolsillo, porque los contribuyentes tienen asumido que rendir cuentas con el fisco significa pagar. Pero no tiene por qué ser así. Hay muchos factores que entran en juego y que no guardan relación con determinados sectores profesionales. No por ser un pensionistas con ingresos bajos te va a salir a devolver porque sí. O lo mismo por trabajar como empleada del hogar o tener un empleo temporal. Básicamente, el meollo del asunto está en las retenciones y en las deducciones.
Aquellos contribuyentes que no superen un determinado umbral de ingresos no están obligados a cumplimentar la declaración. En el caso de Gipuzkoa, ese mínimo exento va a cambiar con la futura reforma fiscal. Actualmente se halla en 14.000 euros pero, finalmente, se elevará hasta los 20.000 tras el acuerdo alcanzado entre el PNV, PSE y Podemos. Una cifra que afectará a 98.000 guipuzcoanos, según las previsiones de Hacienda, y que tendrá un impacto de 57 millones en las arcas forales.
Al presentar la declaración, Hacienda calcula si has pagado de más durante el ejercicio anterior y, si es el caso, te devuelve la diferencia. Si has tenido un exceso de retenciones, por tanto, en la nómina puede influir en que el resultado final del IRPF sea positivo para tus intereses. Así que lo mejor que puedes hacer es consultar el borrador para saber si el resultado te sale a devolver o a ingresar.
Desde el Grupo Asegi, su asesor fiscal Carlos Fernández explica que «cuantas más deducciones tenga un contribuyente, más posibilidades tendrá que le devuelvan dinero y de que el importe sea más elevado. En primer lugar, están las deducciones por vivienda, ya sea de alquiler o compra. Y luego las de los descendientes». Es decir, si tienes hijos. En Gipuzkoa la deducción por el primer hijo es de 651 euros; por el segundo de 806 y por el tercero, de 1.359 euros.
Hay muchas más deducciones que te permiten disponer de unos gastos deducibles con Hacienda como pueden ser las donaciones a ONG, las aportaciones a planes de pensiones, los gastos médicos o de educación, las cuotas sindicales... También conviene presentar la declaración de Renta sin estar obligado en otras situaciones. Por ejemplo, cuando se solicita el subsidio por desempleo, la Renta Activa de Inserción (RAI) o el Programa de Activación para el Empleo (PAE). En estos casos es necesario acreditar la inexistencia de renta. Y la declaración de IRPF es la prueba que piden para acreditar que no se tienen rentas.
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